Frontera e Inmigración

“Intenté emigrar a la península, pero no tuve éxito por miedo”

  • Este joven de 22 años y originario de Nador ha ganado el segundo premio del concurso literario internacional ‘Un mar de palabras’ con el relato ‘Una barra de pan’, inspirado en Melilla

Salim Bouazzati ganó el segundo premio del certamen literario euromediterráneo ‘Un mar de palabras’ que organiza anualmente el Institut Europeu de la Mediterrània (IEMed) y la Fundación Anna Lindh. Su historia, ‘Una barra de pan’, se basa en los inmigrantes que intentan llegar a la península desde Melilla. Bouazzati viajó la semana pasada a Barcelona a recoger el premio y asistió a actividades culturales en Tarragona que organizaron los impulsores del concurso.

–¿Qué le animó a presentarse a este certamen?

–Creo que tengo algo que ofrecer a la humanidad y ésta era una oportunidad de demostrarlo.

–¿Cómo se sintió al recibir el segundo premio?

–Me entristeció, porque deseaba ganar el primer premio, pero a la vez me sentí feliz por mi amigo Omar Hussein al Othman, el ganador del primer premio.

–¿A qué quiere dedicarse? ¿Piensa seguir escribiendo?

–Yo no sé hacer nada más que leer y escribir, entonces guiaré mi alma a donde pertenece: la escritura.

–¿Cómo fue la entrega de premios en Barcelona y la estancia en Tarragona?

–Ha sido una gran experiencia de aprendizaje. Me sorprendió la nobleza de los quince ganadores y también la de los organizadores. Barcelona es una ciudad inspiradora, es una ciudad mágica, representa una rica diversidad de culturas, religiones, razas y clases sociales.

–En su relato explica una historia habitual en Melilla, ¿por qué decidió escribir un texto sobre ello y presentarlo al certamen?

–En realidad, creo que las historias se basan, en la mayoría de veces, en historias reales, experiencias y vivencias del autor o, al menos, cómo el escritor las percibe. Por eso, a la hora de escribir ‘Barra de pan’ me inspiré en mis vivencias y experiencias y en lo que observo a mi alrededor: mis preocupaciones, mis reflexiones, etcétera. Y el cuento no lo escribí específicamente para el certamen, sino que lo presenté porque encaja con el tema del concurso: Los jóvenes y el radicalismo.

–‘Barra de pan’ ofrece descripciones y detalles al lector muy realistas. ¿Ha hablado con alguno de los chicos que tratan de viajar de polizones hacia la península para documentarse?

–No necesité ir al puerto para reunirme con esos chicos, porque yo también fui uno de ellos y pasé por esa fase.

–¿Cómo que usted también fue uno de ellos?

–Cuando tenía 15 años, yo también intenté emigrar a la península en alguna ocasión, pero no tuve éxito en mis intentos porque tenía muchísimo miedo. Era un gran cobarde. Lo intenté al igual que todos los jóvenes del Rif, que tratan de emigrar de una forma u otra, con los medios que pueden. Mis amigos y yo lo considerábamos como un juego infantil, parecía que nunca iba en serio, porque éramos miedosos, pero cuando volvíamos al barrio contábamos a los demás nuestras aventuras. Al ser de Nador, no teníamos problemas a la hora de cruzar la frontera de Melilla.

–¿Qué sentido tiene la ‘barra de pan’ como el hilo conductor?

–Todos esos chicos comparten el mismo destino: ¡Buscar una barra de pan! Y el héroe de la historia, cuando la encontró en su país, renunció a emigrar a España y decidió quedarse en su país natal, que es lo que todos quieren en el fondo.

–En su cuento recrea una discusión entre el joven marroquí y un policía español que acaba simpatizando con él. ¿Qué vínculo muestra esta escena?

–El policía representa a la naturaleza humana, ya que el humano a veces hace algunos actos por motivos internos. Ya en nuestro cuento, el policía después de golpear el muchacho, se sentía culpable y quiso hacer lo correcto, hasta que al final, decidió ayudar el muchacho a emigrar a España. En ello radican las contradicciones del alma humana.

–¿Qué opina de la situación que viven estos menores o jóvenes, muchos de ellos marroquíes, que cruzan hacia Melilla con la ilusión de llegar a Europa?

–Soy un gran partidario de los derechos humanos. El derecho a elegir libremente el lugar de residencia es fundamental.

–¿Cree que la sociedad, tanto española como la marroquí, está concienciada de la situación de estos chicos?

–No, lamentablemente no. La sociedad marroquí tiene la responsabilidad primordial de proteger a sus ciudadanos, y España, aunque la acoge en sus refugios, no intenta reintegrarlos en la sociedad y en el sistema escolar. El alojamiento y la comida no reforman a esos chicos, que necesitan ayudas educativas especiales, sobre todo de educación inicial y básica en sus diversas modalidades.

  • Salim Bouazzati: “Los hijos de la clase obrera rifeña no podemos ir a la universidad”

Bouazzati, el pequeño de cinco hermanos, comenzó a trabajar siendo un adolescente y pasó varios años como camarero en una cafetería. Actualmente está desempleado y vive con sus padres, pero no deja de leer y de trabajar en su proyecto: publicar un libro sobre cuentos de Melilla.

Este joven marroquí lamenta que los hijos de la clase obrera rifeña no puedan ir a la universidad por falta de recursos económicos y por la mala gestión del Gobierno de Marruecos. Mientras prepara el texto de su primera novela, acumula publicaciones en varias revistas árabes y otro premio que ganó en Túnez con su cuento ‘Silencio y maldiciones’, donde recrea la vida de un escritor que sufre paranoia tras vivir una dura ruptura sentimental.

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