Organizaciones civiles e inmigrantes que saltaron la valla el pasado viernes se concentraron ayer frente al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla para protestar contra las políticas migratorias y en solidaridad con las decenas de fallecidos en este último intento de acceder a la ciudad española.
A pleno sol, poco a poco fueron llegando ciudadanos de distintos ámbitos sociales y por último se unieron los residentes del CETI, que uno a uno salieron del centro para sumarse al grupo.
La concentración comenzó con la lectura de un manifiesto en el que calificaron lo sucedido de “desgracia humana” y señalan que los que han logrado cruzar son “hombres jóvenes y fuertes que no tenían un futuro prometedor hasta el pasado viernes”.
Critican que la ciudad se convirtió ese día en “una ratonera” en la que perdieron la vida al menos 37 personas. “Melilla es una cárcel de alambre que nos separa de la guerra, de la pobreza y del hambre, no solo físicamente, sino anímicamente también haciéndonos sentir temerosos, amenazados y ajenos al dolor humano”.
Afirmaron que la valla no solo separa la ciudad del horror, sino que contiene además la calidad humana y la libertad. Recuerdan que los fallecidos son seres humanos que iban buscando una vida mejor.
Subrayaron que comer cada día, un porvenir y tener un refugio se ha convertido en un privilegio. “Todos tenemos derechos a unos derechos, pero sólo unos pocos tienen estos privilegios; comer, dormir con tranquilidad y tener un futuro”.
Creen que lo que ocurrió el pasado 24 de junio es la antesala de una “guerra sin cuartel”, a menos que, apuntaron, se den soluciones basadas en la paz, el respeto y los derechos humanos.
“Están peleando por sobrevivir aquellos a los que les queda por perder en el intento únicamente la vida. Lo intentarán férreamente porque les persigue la muerte y les guía la esperanza”. Por ello señalaron que ya “no se puede seguir haciendo oídos sordos”, por lo que hay que establecer “un equilibrio” en la alimentación.
Cuando terminó el manifiesto, un joven por detrás del grupo alzó la voz y dijo “nosotros también queremos hablar”. Empezó diciendo que “la vida en África es dura y miserable, la gente sufre en todos lados”.
Explicó que tienen que cruzar numerosos países y que cuando llegan a la frontera entre Marruecos y España siguen sufriendo porque no tienen comida, no tienen mantas y los militares marroquíes les rompen los huecos.
Ya entre lágrimas, insistió en que África no tienen protección y se preguntó si la comunidad internacional es consciente de esta situación.
Las voces se sucedieron y además de expresar el dolor que llevan por dentro, aún tienen espacio para preocuparse de “sus amigos”, aquellos que se han quedado en Marruecos y están detenidos.
También han criticado el discurso de Pedro Sánchez en el que alababa la actuación de las autoridades marroquíes y preguntan qué dice la ley respecto a las devoluciones en caliente, pues tenían entendido que al decir asilo durante el salto iban a ser atendidos. “¿Cómo vamos a pedir asilo entre los golpes y los gases”, dijo uno de los manifestantes.
Otro de ellos recalcó que la vida es muy “dura” para ellos y que están llorando la pérdida de los amigos que perdieron en la frontera.
El mismo añadió que el comienzo del camino es muy difícil y que algunos de ellos han necesitado unos tres o cuatro años para llegar a Melilla. Espera que esto nunca vuelva a ocurrir y lamenta que haya tantos jóvenes mueran.
Al ver a sus compañeros hablar, muchos se animaron a hacerlo también. “No somos pandillas, estamos buscando un refugio seguro. Las fuerzas marroquíes no nos dejan ni en los bosques lejanos. Rompieron ante nosotros los documentos de la solicitud de asilo”, dijo un tercero en árabe.
Un cuarto joven aseguró que han estado sufriendo durante muchos años y que él dejó Sudán del Sur en 2014. Señaló que se manifiestan por solidaridad.
Explicó que antes de que llegaran a la valla, fueron perseguidos por helicópteros y aviones para empujarlos al interior de los bosques de Selouan y Nador. Aseguró que han sido atacados con gas lacrimógeno en dichas zonas.
Añadió que al ser negros, no tienen derecho ni si quiera a ir a comprar comida y recalcó que muchos de sus amigos están detenidos o han sido llevados al interior de Marruecos o incluso al desierto del Sáhara, el de Mauritania o Argelia.
Ayuda para los presos
Piden ayuda para hablar con Marruecos y ayudar a aquellos que siguen detenidos. Insisten en que la vida en África no es buena y señalan que en Sudán del Sur llevan medio siglo en guerra.
El mismo joven criticó que se usara gas lacrimógeno durante el salto, el cual tuvieron que aguantar durante más de 7 minutos. “No había oxígeno”.
Mientras hablaban de todo aquello por lo que han pasado, algunos no pudieron contener las lágrimas. “No sé dónde están mis amigos, el Gobierno de Marruecos ha matado a muchos, no sé si están vivos o muertos”.
La concentración finalizó con la plantación de un olivo. Todos se recostaron junto a él como forma de protesta. Los que están en Melilla se consideran unos afortunados, pero lo que han visto, lo que han sufrido y el camino que les queda lo siguen llevando consigo.
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