Según Médicos sin Fronteras hay “varios centenares de subsaharianos” esperando para saltar la valla de Melilla y algunos aseguran que “entienden que cada uno tiene que hacer su trabajo”.
Dice que se llama Jack Bauer (como el protagonista de la serie norteamericana de televisión ‘24’) y ha intentado saltar la valla que separa Melilla de Marruecos en diez ocasiones. Sus cicatrices, según Médicos sin Fronteras, dan fe de sus múltiples fracasos.
También, la “normalidad” con que Jack Bauer asume el papel de las fuerzas de seguridad: “Cada uno tiene su trabajo y el de los militares marroquíes es que no crucemos. El de la Guardia Civil, que no entremos. Te empujan y cuando te atrapan, pues ya se sabe, son militares”, admite en una entrevista publicada en la web de Médicos sin Fronteras.
De este lado de la valla, desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil aclaran que cuando impiden que los inmigrantes salten la valla, lo hacen porque es su trabajo, “no es nada personal”. El problema viene, señala AUGC cuando “se meten asociaciones de por medio y enturbian lo sucedido”.
Pese a que la ONG Médicos sin Fronteras en Marruecos asegura que en el monte Gurugú hay “varios centenares de subsaharianos a la espera de saltar la valla de Melilla” desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles apuntan que en los últimos tiempos parece que hay menos presión migratoria en la alambrada.
“Ahora parece que están usando más la vía marítima. Igual son conscientes de que han llegado refuerzos para vigilar la valla. También influye la colaboración de la Policía marroquí. Ellos son el primer obstáculo que se encuentran los que van a saltar. Luego tienen la valla y a continuación, la Guardia Civil”.
Acoso constante en Marruecos
Médicos sin Fronteras lleva tiempo denunciando “el acoso constante de las fuerzas de seguridad marroquíes y de la Guardia Civil” a los inmigrantes del África Occidental, “todos hombres y jóvenes”, “atrapados en Marruecos, sin poder trabajar allí ni cruzar a la valla de Melilla”.
Mussa, uno de esos subsaharianos que esperan en el monte Gurugú para saltar la valla, ha contado a Médicos sin Fronteras que aprovechó una noche de lluvia para intentar cruzar la alambrada que separa Melilla de Marruecos junto a un grupo de más de cien personas y que los militares le dieron con una piedra en la cabeza.
En la valla, comenta Mussa a la ONG, se quedaron unos veinte inmigrantes “con los pies atrapados en el alambre de espino. Los hemos tenido que dejar. Les estaban pegando”.
La Asociación Unificada de la Guardia Civil da por buena esta historia contada por el joven inmigrantes de Mali, que a sus 25 años ha intentado saltar la valla en dos ocasiones.
“Es evidente que la alambrada hace daño a cualquiera. Los inmigrantes, para saltar, suelen ponerse bastante ropa, pero si te caes, puedes hacerte bastante daño”, señalaron desde AUGC.
Y tanto. Jack Bauer asegura que cuando se acaba una intentona de asalto a la valla, muchos de los que no lo consiguen terminan con piernas y brazos rotos.
Y ahí no acaba el calvario de los que quieren entrar en Melilla. Las redadas en el monte Gurugú, según ha denunciado a Médicos sin Fronteras, “se hacen cada vez más rutinarias. Los arrestos y las deportaciones, también”.
La Policía marroquí les detiene, incluso, en el mercado y los deporta “en grupos de veinte y treinta” a la frontera con Argelia, donde los inmigrantes dicen que las fuerzas de seguridad argelinas les disparan para que regresen a Marruecos.
Un caso único en la historia de la legislación española
El abogado José Alonso, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla, considera que el nuevo acuerdo hispano-marroquí que regula la devolución de inmigrantes en frontera “es una cosa única en la historia de la legislación española”.
Lo más escandaloso de este tratado firmado en 1992 es que entrara en vigor (el 21 de octubre de este año) antes de ser publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del pasado jueves.
“España ha expulsado a mucha gente a Marruecos amparándose en esa orden. Aquí se han dado prisa en publicarla en el BOE para justificar la expulsión de los subsaharianos de Isla de Tierra”, comentó Alonso a El Faro.
Según el abogado, las irregularidades que hay en torno a este acuerdo entre España y Marruecos no se limitan al hecho de que sea un tratado que ha tardado 20 años en publicarse, pero que se ha estado aplicando durante todo este tiempo. Que se publique ahora el convenio hispano-marroquí, añade Alonso, demuestra que “las expulsiones que se han estado produciendo en la valla no podían ser efectivas hasta el 21 de octubre, aunque ahora España pretenda que se conviertan en norma”.
En todo caso, aclara, las devoluciones dependen de que Marruecos las acepte.
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