Las Unidades del Tercio Gran Capitán y el Grupo de Regulares 52 pusieron el broche de oro al programa de actividades por la fiesta de la Inmaculada Concepción con una parada militar.
El Arma de Infantería celebró ayer un solemne acto militar en la base Alfonso XIII con motivo de la celebración de la Inmaculada Concepción, su Patrona. Con anterioridad, las unidades del Tercio del Gran Capitán y el Grupo de Regulares 52 han llevado a cabo durante esta semana una serie de actos y competiciones deportivas patronales.
La parada militar que ayer tuvo lugar en la base de Melilla puso el broche de oro al homenaje a la Inmaculada Concepción, presidida por el comandante general de Melilla, Álvaro de la Peña Cuesta, y a la que asistieron las primeras autoridades civiles de la ciudad, como el delegado del Gobierno en Melilla, Antonio María Claret, y el mandatario autonómico, Juan José Imbroda, acompañado de una nutrida representación de su equipo de Gobierno. Además, no faltaron a la cita el diputado popular por Melilla, Antonio Gutiérrez, y la senadora Mª del Carmen Dueñas.
El acto comenzó poco después del mediodía con la formación de las unidades, la incorporación de los guiones del Tercio y de Regulares 52 así como la enseña nacional. Momentos después llegó el comandante general de Melilla, quien pasó revista a la tropa dando así comienzo el acto castrense.
El homenaje a la Patrona del Arma de Infantería también incluyó la puesta de insignias y condecoraciones recientemente concedidas. Tres oficiales, tres suboficiales y siete soldados de tropa recibieron de manos de las primeras autoridades militares y civiles de la ciudad la placa y encomienda de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, la Cruz de Oro y de Plata a la constancia en el servicio.
Tras la intervención del coronel jefe del Tercio se procedió al tradicional acto de homenaje a los caídos por la Patria, con una salva en su honor, y finalizó con un desfile de las unidades allí presentes, recibiendo el reconocimiento y aplauso del público asistente.
El coronel jefe del Tercio Gran Capitán de Melilla recordó en su alocución a todos los militares que están de servicio en misiones internacionales así como los destinados en islas y peñones, pues todos los que forman el Arma de Infantería, son “ejemplo de la vida infante que es la entrega, el sacrificio y el compañerismo”.
Asimismo, felicitó a los condecorados recordándoles que “nadie os las ha regalado sino que vosotros con vuestro esfuerzo diario os habéis hecho dignos merecedores de ellas”. El coronel jefe de La Legión tuvo un emocionado recuerdo a los veteranos de Infantería, algunos de ellos presentes en el acto, porque “habéis dejado una huella imborrable entre nosotros. Sabed que sois nuestro referente”.
Además de recordar el ‘milagro del Empe’, que dio origen a la veneración a la Inmaculada Concepción, el coronel jefe del Tercio hizo mención a la esencia del Arma de Infantería descrita por Camilo José Cela de las que estrajo la esencia propia de las unidades del Tercio y Regulares. “Dos unidades contemporáneas y jóvenes que nacen con la misma finalidad, ocupar los puestos de mayor riesgo y fatiga” y puso de relieve “el valor, disciplina, espíritu de sacrificio y amor a España” que les ha valido el reconocimiento internacional a su labor.
Origen histórico
La veneración a la Inmaculada Concepción data de finales del siglo XII en el reino de Castilla y más concretamente en la provincia de Zamora, en la que se creó el Tercio de Bobadilla en 1585 y que participó en la anexión de Portugal, la conquista de las Islas Terceras y la invasión de Francia.
En ese mismo año, el gobernador de Flandes, Juan de Austria, para sofocar una nueva rebelión en las islas de Zelanda y socorrer a la población leal al emperador, organizó un ejército para cruzar el río Mosa y ocupar la isla de Bommel.
El general de las tropas rebeldes, aprovechando que los españoles habían ocupado una isla pantanosa, armó una flota de cien barcos de quilla plana para romper los diques españoles y aislar a las tropas imperiales, precariamente instaladas en pequeños islotes.
El 7 de noviembre, los españoles, sitiados por el agua y el enemigo y sin comida ni leña para calentarse comienzan a rezar ante una muerte segura. Un soldado encontró enterrada una tablilla con el rostro de la Virgen María. Ante tan sorprendente hallazgo, la tropa española la lleva en procesión hasta la iglesia de Empel. Milagrosamente, al día siguiente, 8 de diciembre, el agua comenzó a helarse rápidamente, obligando al ejército rebelde a retirar sus barcos.
Este pasaje histórico se conoce como el ‘milagro del Empel’, atribuyendo el hallazgo de la tablilla de la Virgen María a la salvación de las tropas imperiales de una muerte segura a manos del ejército rebelde y que dio comienzo a la veneración.
Fue en 1892 cuando se declaró a la Purísima e Inmaculada Concepción Patrona del Arma de Infantería por orden ministerial de la reina regente, María Cristina de Habsburgo.
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