Inestabilidad en el Gobierno de Melilla

El cese del consejero de Turismo, Emprendimiento y Activación Económica, Mohamed Mohand, y su decisión de conservar su acta de diputado deja al Gobierno de Melilla en una situación delicada porque ahora los votos sueltos del propio Mohand, de Jesús Delgado Aboy, del diputado de Vox, Javier Da Costa, y del presidente, Eduardo de Castro, se cotizan al alza.

Imbroda fue claro este jueves y comparó el cese de Mohand con una patada al tablero político. Y no le falta razón. Con la salida del Gobierno del socialista Mohand, el Ejecutivo pierde la mayoría de 13 diputados y se queda en minoría con 12 (8 de CpM, 3 de PSOE y De Castro). En la oposición queda PP con 10 escaños y un abanico variopinto de diputados con los que ahora puede sentarse a negociar.

El PP suma mayoría con la suma de los escaños de Vox, de Delgado Aboy y de Mohand, pero también con los tres de PSOE. En todo caso es difícil que Vox acceda a gobernar con su ex diputado y con un socialista.

Quizás por eso los teléfonos ardieron este jueves cuando poco después de las tres de la tarde un alto cargo de Vox fue visto entrando en el edificio donde el PP de Melilla tiene su sede. Nadie puede asegurar a qué piso subió o si es que vive ahí, pero entrar, entró. Y disparó las alarmas.

De la misma manera corrió como la pólvora que a Mohand y a Jesús Delgado Aboy se les vio juntos por la mañana en la Plaza de las Culturas. Melilla está en vilo y la gente espera que el pleno de la Asamblea convocado para hoy sea poco menos que una edición de lujo de ‘La guerra de las galaxias’.

En estos momentos cualquier pacto es posible en Melilla. Ahí está el de 2015. Parecía imposible un pacto de reconciliación entre PPL y PP y al final, no sólo hubo pacto sino también fusión.

El nuevo panorama político que tenemos en la ciudad nos envía un mensaje claro: ahora cada votación habrá que atarla muy bien. Y no será pan comido. Ahí está el ejemplo de la elección del miércoles en el seno de Inmusa, en la que Hayda Ramos, mano derecha del presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, y representante de Cs en el Consejo de Administración de Televisión Melilla, votó con PP y en contra de su socio de Gobierno, CpM.

Esto, como es natural, ha sentado mal en las filas cepemistas, que lo ven como una incoherencia. Desde fuera se puede interpretar, además, como un aviso a navegantes de De Castro, que a estas alturas ya debe saber que su voto ya no es el que más vale en la Asamblea.

Esto de votar en contra del partido con el que gobiernas no es nuevo. Ya lo hizo el PSOE en el nombramiento de Jesús Delgado Aboy como presidente de Promesa, cuando se opuso a la propuesta de CpM.

Pero PSOE en ese momento tenía cuatro diputados y arrastraba la petición de matrimonio del PP. Se lo podía permitir. Sin embargo, hacerlo con un solo escaño y sin partido que te respalde es básicamente una declaración de intenciones.

Ayer los teléfonos ardían en Melilla. En todos los partidos admiten que el Gobierno queda tocado con el cese de Mohamed Mohand, que es como le llaman ahora sus compañeros de partido.

Si hasta ahora la administración parecía que iba varias revoluciones por debajo, ahora tenemos que prepararnos para la paralización. En la situación actual será difícil sacar adelante una inversión o la aprobación del más mínimo cambio.

El pasado 29 de diciembre, los presupuestos de Melilla de 2021 salieron adelante con los votos de CpM, Cs, PSOE y el ex presidente de Vox, Jesús Delgado Aboy. Ahora hay que negociar la aprobación de los de 2022.

La consejera de Hacienda, Dunia Almansouri, adelantó este miércoles que los presupuestos estarán listos en dos semanas y avanzó que las cuentas serán expansivas en el capítulo de inversiones.

Pues bien, tenemos por delante, después del pleno de hoy, una negociación dura en la que los cuatro diputados con un solo escaño podrán pedir lo que quieran y más. Eso si PP no se lanza al ruedo y consigue apoyos para recuperar el gobierno. De esa forma, Imbroda se asegura que en Madrid le den la bendición a una candidatura única en Melilla a la presidencia del partido. Es difícil discutir la continuidad de alguien que gobierna.