Opinión

La industria de la Inmigración en Melilla

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, han pactado en Madrid seguir adelante con las devoluciones de menores marroquíes que entraron en mayo pasado en la ciudad caballa de manera irregular y, en muchos casos, animados por el Gobierno de Marruecos.

Sánchez y Vivas han tomado la mejor decisión posible: devolver a los niños por la única vía legal posible: la que marca la Ley de Extranjería 4/2000. ¿Es complicado? Lo es y lo hemos reconocido desde esta columna. ¿Es caro? También lo es, pero más caro nos sale mantener a esos niños en nuestros centros.

La tramitación de la devolución de los menores extranjeros marroquíes nos viene a demostrar, una vez más, la imperiosa necesidad de reformar la Ley de Extranjería para adaptarla a las nuevas circunstancias.

En estos momentos, por ejemplo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado necesitan respaldo legal que les permita realizar cualquier actuación que se lleve a cabo en Isla de Tierra o Vélez de la Gomera porque esos territorios quedaron fuera de la Disposición Adicional décima, que legalizó en 2015 las devoluciones en caliente en las vallas de Melilla y Ceuta a través de la figura jurídica del rechazo en frontera.

Significa que no se puede devolver por las bravas en los islotes cercanos a las ciudades autónomas del norte de África. Y no se puede por un motivo sencillísimo: esa devolución no está contemplada en la excepción de la norma aprobada única y exclusivamente para Melilla y Ceuta.

Seguir adelante con la devolución de los menores marroquíes varados en Ceuta es hoy importante porque sentaría el precedente de la puesta en valor del Convenio firmado entre España y Marruecos en 2007 y demostraría que ni siquiera un acuerdo bilateral puede ejecutarse al margen de la ley.

Hace poco, se debatía en Melilla la posibilidad de devolver las competencias de menores extranjeros y desde esta columna apoyábamos tal decisión. Pero creemos que hay otra vía posible: por ejemplo, la de centralizar en las ciudades autónomas la acogida de todos los menores marroquíes que lleguen a España sin compañía de un adulto.

Obviamente eso no se puede hacer sin financiación. Pero si llega una patera a Murcia y usted devuelve a Melilla y Ceuta a los menores marroquíes que viajaban en ella, por ejemplo, cortaría de cuajo no la inmigración, pero sí taponaría la ruta de España. Porque los niños y sus familias sabrían que de ser apresados por la Policía vendrían de vuelta a las ciudades autónomas hasta cumplir la mayoría de edad. En ese momento se les tramitaría su devolución inmediata a Marruecos, a través del convenio bilateral de repatriación suscrito con España.

Esta medida desincentivaría la emigración de menores hacia nuestro país, que hoy es algo muy preocupante. La emigración es durísima y yo sé de lo que hablo. No podemos pretender que generaciones de niños pierdan su infancia persiguiendo un sueño loco que es muy difícil de alcanzar. Los seres humanos no sólo necesitamos agua y comida para sobrevivir. La salud mental es tan importante como mantener las constantes vitales.

Por otra parte, la concentración de menores extranjeros marroquíes atraería a Melilla a las multinacionales de la pobreza. Las ONG no sólo cobrarían de las arcas del Estado. También tendrían que desplazar trabajadores a Melilla o contratarían personal en la ciudad. Gastarían en alquiler y comida y al final, una cosa trae la otra. La industria de la inmigración crearía nuevos puestos de trabajo.

El problema es que, como es obvio, aumentaría la presión en el puerto porque, en la práctica, las ciudades autónomas concentrarían a muchos niños que no querrían estar aquí; bien porque se niegan a sacarle partido a los recursos que pone el Estado español a su disposición o bien porque están tan obnubilados con el futuro que no aprovechan el presente.

Evidentemente esto no se puede hacer con los recursos que tenemos ahora al menos en Melilla. Pero sinceramente me parece un desperdicio de dinero montar un centro de acogida en la Rioja para cinco niños extranjeros. Deberíamos concentrarlos en un solo territorio y, por supuesto, construir instalaciones dignas donde darles acogida hasta que cumplan la mayoría de edad o, por el contrario, donde aguarden hasta regresar cuanto antes con sus familias en virtud del tratado bilateral de 2007.

Eso, como digo, necesita una inversión potente porque no podemos hacer frente a la presión en el puerto con los cuatro agentes que tenemos ahora. Pero si Frontex echa una mano e Interior se decide a ampliar la plantilla en Melilla, al final, podríamos crear empleo en un sector que conocemos muy bien: el de la inmigración.

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