Son sólo indicios, pero todos profetizan que nos aproximamos hacia la salida de la crisis. No obstante, aunque aún no puedan tomarse como evidencias, son importantes porque nos permiten a los ciudadanos de a pie confirmar las previsiones de los expertos economistas, esos que aseguran que saben leer las hojas en el fondo de la taza de la macroeconomía a pesar de que ninguno vio la que se nos venía encima hace cinco años.
Inauguramos septiembre con la noticia del descenso del paro en nuestra ciudad el pasado agosto en 180 trabajadores y con la confirmación de la primera caída del desempleo en ese mes a nivel nacional desde el 2000.
Ayer El Faro publicó que los caseteros se muestran satifechos con el nivel de ingresos obtenidos durante la Feria, cuando sus previsiones no eran muy optimistas. Además, el mayor uso de las cajas registradoras no viene motivado por un aumento de los precios sino que la causa está en un incremento de la demanda y una mayor presencia de clientes en el Real.
Y hoy vemos en este mismo periódico que, según los datos del Servicio de Empleo Público Estatal, la mayor contratación durante el mes de julio se produjo en la hostelería, un sector vital en la economía melillense.
Parece que hemos encontrado la buena senda, pero aún tenemos muchísimo terreno por delante hasta reducir a un nivel aceptable esa inquietante cifra de más de 13.200 desempleados en nuestra ciudad. Un primer paso, en el caso de Melilla, será reactivar el consumo interno con el objetivo de generar actividad en la hostelería, el comercio y los servicios. Para ello es necesario continuar cosechando indicios que den confianza a los ciudadanos. En este sentido, para no desandar el camino iniciado serán de gran importancia los próximos datos macroeconómicos y su extrapolación a nivel local. La estacionalidad de los contratos laborales firmados en las últimas semanas y la paulatina reactivación de la construcción serán dos indicadores a tener en cuenta en los próximos meses.
Si la progresión continúa siendo favorable, Melilla terminará el año con un nivel de paro superior a los 11.500 desempleados gracias a la puesta en marcha de los últimos plantes de empleo de la Delegación del Gobierno y la Ciudad. Es una cifra que demuestra que aún queda mucho trabajo por hacer, pero a diferencia de la situación de meses atrás, ahora es posible imaginar algún rayo de esperanza en el horizonte. Algo es algo, sobre todo en una ciencia como la económica, donde la psicología tienen un peso nada despreciable.