Categorías: Editorial

Incendio provocado

Guardia Civil y Policía repasaron ayer las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de la zona de la Pista de Carros, donde a media tarde se desató un aparatoso incendio.

Ni unos ni otros encontraron rastro alguno de la persona o las personas que supuestamente provocaron el fuego.
Los Bomberos tardaron cerca de tres horas en controlar las llamas, que se vieron avivadas por las rachas de viento.
La proximidad del fuego al aeropuerto llevó a los efectivos destinados en el aeródromo local a ponerse manos a la obra para colaborar en las labores de control y extinción del incendio.
Fuentes del parque de Bomberos local aseguraron ayer a El Faro que, pese a que no tienen pruebas, todo indica que el fuego fue provocado porque se inició en distintos focos.
Probablemente ni los incondicionales de ‘la cremà’ valenciana podrían superar la afición de algunos melillenses a las llamas.  Ya parece que hemos superado con tibieza la quema incontrolada de contenedores. A los propios Bomberos les parece normal salir a apagar un contenedor ardiendo, pero eso no significa que lo sea. Que pase en Melilla no quiere decir que sea normal. Es más, probablemente sólo ocurra aquí.
Habría que hacer cuentas para saber a cuánto ascienden los gastos que cada año asume la Ciudad Autónoma (con el dinero de todos los melillenses) por culpa de los pirómanos.
Para acabar con el gamberrismo barato y el aburrimiento incendiario, Melilla necesita la colaboración de todos.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no pueden estar a toda hora, en todas partes. Un aviso a tiempo ayuda a acabar con delincuentes de poca monta, que un sábado a media tarde no tienen nada mejor que hacer que prenderle fuego al campo.
Tenemos 12 kilómetros cuadrados de tierra no especialmente fértil. Si encima le prendemos fuego, qué quedará de Melilla.
Los estudios medioambientales dan por hecho que el desierto avanza, incluso en zonas de la península como Almería y Murcia. No podemos permitirnos el lujo de prender fuego a un trozo de Melilla porque eso sería como empezar a tutearnos con la aridez.
Los pirómanos y los incívicos que no miran al lanzar la colilla seguirán haciendo de las suyas siempre que no encuentren, en frente, la oposición de los melillenses que no queremos que arda nuestra ciudad.

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