Por Comandancia General de Melilla. Nada más comenzar este año 2013, la fatalidad ha golpeado a la familia legionaria con extrema dureza. Fallecía en Melilla el pasado lunes, 14 de enero, el Brigada caballero legionario (que así se sentía, se reconocía y ganó con creces el título que le concedió el Fundador Don José Millán- Astray) Don Ángel Luis Lorenzo Martínez.
Madrileño de nacimiento e hijo de la emigración española de los años sesenta, Ángel Luis Lorenzo Martínez da sus primeros pasos vitales en Alemania hasta que sus inquietudes, su juventud y su carácter inquieto le hacen regresar a España para servirla desde ese momento hasta los últimos suspiros de su vida.
En un principio lo hace en las Fuerzas Armadas en el Arma de Aviación donde se alista en 1977, cumpliendo con pundonor y cariño en Leganés, hasta que el fuego de la llamada del Tercio prende en su generoso corazón con tal virulencia que no podrá apagarse jamás.
Ángel Luis Lorenzo Martínez se alista en La Legión en el Banderín de Leganés y decide unir su destino a las fuerzas legionarias siendo destinado al Tercio Gran Capitán 1º de La Legión, en la aquel entonces para él, lejana y desconocida ciudad de Melilla .
Alcanzan en él los empleos inmediatos como líder y jefe inmediato de caballeros legionarios a los que siempre encauzó y atendió con fraternal cariño, madurando como soldado y como persona, creando una familia y forjando un futuro profesional en sus filas hasta el final.
Ascendido a sargento caballero legionario, el brigada Lorenzo es destinado al Tercio Sahariano Don Juan de Austria 3º de La Legión en 1988 en la isla de Fuerteventura. Su familia siempre viaja con él y desde entonces le acompañará en todas sus vicisitudes, las de La Legión, las de su Legión, siguiéndole allí donde fueran su Guión y sus Estandartes.
La entonces desconocida Ruta del Neretva en Bosnia Herzegovina, el Campo de los Mirlos en Kosovo, el durísimo Malpaís de Fuerteventura o los campos de Almería tras el traslado del Tercio Sahariano a la Península fueron los escenarios donde forjó su temple y sus vivencias.
Los traslados con su Tercio, su Legión, su familia, todo indivisible para él, su 6ª Compañía de la VIII Bandera por la que sentía delirio, su I Bandera donde se forjó como legionario y donde regresó al ser ascendido a brigada fueron para él su orgulloso bagaje y currículo del que se sentía mucho más que orgulloso.
Esa mañana del pasado lunes 14 un viento frío de levante de tu querida Melilla, el mismo viento que había hecho mecer violentamente tus míticas barbas en innumerables ocasiones en el Fuerte de Cabrerizas Altas, quiso avisarte de que tenías que reunirte con el Señor de La Buena Muerte, con el que tenías un trato especial al conversar con él en silencio muchas horas siendo su salvaguardia y custodio durante tus últimos años.
El viento se llevó lo superfluo, lo que es prescindible, dejando el núcleo pétreo de tu entereza como hombre, como soldado , como marido y como padre. A nadie ha sorprendido que así haya sido.
El brigada caballero legionario Ángel Luis Lorenzo Martínez no podía morir de otra manera.
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