Fue todo tan rápido e inverosímil, que habiendo asistido a tu dolorosa despedida, aún no me lo creo. recuerdo con ternura cuando nuestras familias coincidieron en Logroño debido a nuestra amada profesión. Por aquel entonces no habías cumplido el año y ya eras un torbellino difícil de controlar, siempre con tu sonrisa burlona y tus tiernos abrazos, ya presagiaba tu personalidad. Te preparaste a fondo convencido de que lograrías ser Guardia Civil y lo conseguiste. Siempre fuiste una persona honesta, honrada y trabajadora, un gran compañero y mejor amigo. Desde entonces hasta ahora, salvo cortos períodos de tiempo, nuestras familias, jamás se han separado, y así permanecerán. Es cierto que el tiempo atenúa el dolor, pero nunca podremos olvidar tu sonrisa, tu cariño y amabilidad.