JUAN José Imbroda ha defendido en una entrevista concedida este fin de semana su deseo de volver a presidir el Partido Popular de Melilla en nombre de la legitimidad que le da el haber estado al frente de esta formación política durante lo que él llama 19 años de “éxito total”.
Tiene todo el derecho del mundo a venderse así. Y nosotros podemos o no comprar la pancarta. Imbroda, en efecto, ha dado mayorías absolutas o pactadas en Melilla; ha defendido las siglas del PP en esta tierra y ha mantenido las filas prietas hasta que primero PPL y después Vox y Cs empezaron a resquebrajar no sólo la coraza popular en esta ciudad sino en todo el país.
Nadie podrá hacerle sombra en ese sentido. Otra cosa, muy distinta, es que Imbroda nos compare la necesidad de una regeneración del PP de Melilla con un capricho, con un acto infantil de “cambiar por cambiar”.
Vayamos por partes. Creo, sinceramente, que Imbroda ha hecho una lectura demasiado complaciente de la realidad del Partido Popular melillense cuando dice que tiene 3.000 simpatizantes y afiliados en la ciudad.
No tengo argumentos para desmentir la veracidad de esas cifras, pero evidentemente la tendencia en el norte de África parece ir en contra de la corriente y de lo que está pasando en el resto del país y en el resto de formaciones políticas, excepto Vox. Digamos que aquí se ha obrado el milagro y eso, estando en la oposición y en medio de la crisis de la pandemia, tiene mucho mérito.
No es una cifra cualquiera. Tres mil significa un aumento importantísimo respecto al número de militantes declarados por el PP local en 2018 cuando tuvieron lugar las primarias nacionales. En ese momento, en Melilla sólo había oficialmente 422 militantes con derecho a participar en las elecciones que ganó Sáenz de Santamaría en la primera vuelta y que, en segunda vuelta, se llevó Pablo Casado.
A esas primarias fueron convocados 869.535 afiliados del PP, según los datos aportados por Génova. Sin embargo, preguntada al respecto, María Dolores de Cospedal, entonces lideresa del partido, rebajó esa cifra a 780.000 y de ellos, luego se filtró a la prensa que el 90% no estaba al día en el pago de sus cuotas por lo que cerca de 700.000 afiliados tuvieron que ponerse las pilas en tiempo récord y abonar 20 euros para poder participar en las votaciones.
Fíjense, en ese momento, los 422 militantes de Melilla superaban y hasta duplicaban los datos de Navarra (203) y de Ceuta (242). Eran exactamente los terceros por la cola.
Suponiendo que en los últimos tres años ninguno de esos 422 militantes haya causado baja, estamos hablando de un aumento cuanto menos milagroso en estos tiempos de malos resultados electorales para el PP y de crisis económica en España.
A menos que el bloque de simpatizantes lleve la voz cantante en el partido. En ese caso, como su nombre indica, estamos hablando de personas que aportan simpatía, pero no pagan cuotas ni pueden decidir en temas trascendentales como unas primarias.
Desde el bando rebelde del PP de Melilla aseguran que siguen apalabrando apoyos, pero mantienen que seguirán agazapados, esperando a que alguien dé el paso al frente a su debido tiempo. No hay prisas. Hay más tiempo que vida.
Imbroda está convencido de que cualquiera que intente relevarle, lejos de aportar frescura a la formación, traerá inestabilidad y por eso se vuelve a presentar, porque “él no consiente” que nadie venga a desestabilizar al PP.
Me parece un punto de vista responsable, pero a la vez egocéntrico, porque lo que nos viene a decir es que sin su liderazgo el Partido Popular dejará de ser “estable férreamente”.
No soy uno de los 3.000 simpatizantes o votantes del PP de Melilla y no sé cómo se ven las cosas desde dentro. Desde fuera, se percibe (según se mire) cierto olor a naftalina, algo de desánimo; mucho cansancio, división y, sobre todo, ansias de dejar de comer con las manos, de dejar de chuparse los dedos en público y lanzarse a usar la mejor cubertería de casa, sin hacer ruidos, sin estridencias.
Se puede hacer autocrítica o se puede hablar de encuestas que nadie ha visto y que devuelven la mayoría absoluta al PP de Imbroda en estos momentos. Coincido con el ex presidente en que la edad no puede ser nunca un obstáculo. De hecho, en Estados Unidos, los hombres de Estado se lanzan a partir de los 70 a la caza de los mejores puestos políticos, incluida la presidencia de la Casa Blanca.
Coincido también con el señor Bohórquez en que Imbroda hace mal en presentarse. Pero admiro su ambición política; sus ganas de seguir intentándolo. Tengo, cómo no, un par de dudas razonables: ¿Lo hace por el bien del PP? ¿Lo hace por el bien de Melilla? Él está convencido de que debe hacerlo porque quien no vote por él, estará votando por la inestabilidad. Así de simple plantea la elección: yo o el caos.
Estoy enganchada a tus escritos Tania. Creo que estas escribiendo el sentir de muchos melillenses, votantes, simpatizantes y afiliados del PP de Melilla.
Hasta que Imbroda no acabe con el PP de Melilla no para, pero lo más alucinante es apreciar que nadie del PP de Melilla se plante ante Imbroda y le diga se acabo, gracias, pero tu tiempo pasó. El Partido Popular de Melilla y Melilla ya no te soporta más.
Por cierto mientras este Imbroda no voto al PP, deje de votarlos hace 2 años, pero si sigue Imbroda no los voto.
Buenos dias
Yo soy afiliada y estoy indignada, pero este Imbroda que se cree que es???. O es él o la inestabilidad, pero que desprecio hacia los afiliados del Partido Popular de Melilla.
Pues que sepas Imbroda que no me da la gana de votarte, ojalá se presente alguien y te gane, porque ten por seguro que los votaré, espero que no deis el espectáculo ridiculo de las votaciones en la sede del PP de Melilla del Congreso Nacional, cuando se votaba a Casado, Cospedal y Soraya....O es que piensas Imbroda que no nos dimos cuenta....
Mismo discurso del miedo y la conjura de los fracasados: “él no consiente que nadie venga a desestabilizar al PP", dice. ¿Quién va a desestabilizar nada? Mi opinión es que en sus declaraciones, últimamente demuestran inseguridad y da la sensación que, lo único que no consiente Imbroda es otras cosas, nada que ver con el PP, que en este caso sería el interés general. Solo hay que observar y que cada uno saque sus propias conclusiones.
Imagino que el objetivo de las "nuevas alternativas" o la "sabia nueva" o "los rebeldes" de los que habla el artículo, será ilusionar a los votantes y a empezar a preparar un proyecto ganador para las próximas elecciones. El contrato con Melilla pasa, en primer lugar, por un fortalecimiento institucional y en segundo lugar por la regeneración de verdad. Es ahí donde las conjuras de los fracasados quedan totalmente en fuera de juego, sí esos y esas que han ido marcando barreras en el entorno de Imbroda, o los mismos y las mismas que le hacen creer en encuestas ficticias. ¿A quién extraña ese convencimiento de que "quien no vote por él, estará votando por la inestabilidad. Yo o el caos". Pero que vergüenza, y que manera de hacer el ridículo. Se avecinan tiempos complicados en el PP de Melilla. No hay miedo. Si Génova no quiere que en Melilla pase como en Cataluña, es hora de ponerse las pilas.
No tienen 3000 afiliados, costo mucho trabajo que se cubrieran todas las mesas electorales con interventores y apoderados, si tuvieran 3000 afiliados no habrían tenido ningún problema.
No hay 3000 afiliados ahora mismo y que estén al día con las cuotas mensuales por pertenecer al PP de Melilla, son pocos los que están.
Basta ya de mentiras, ya se acabó de tantas mentiras. Ahora resulta que a Imbroda es como el Rey sol así se llamaba a Luis XIV Rey de Francia, cuando decía “el estado soy yo”, Imbroda dice: “El PP de Melilla soy yo y mi familia”.
Pues va ser que no Imbroda.