No ha decpcionado el discurso de investidura pronunciado ayer por el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, ante un abarrotado Salón Dorado en el Palacio de la Asamblea.
Más de media hora da para mucho y bien que lo ha aprovechado Imbroda, quien, sin embargo, antes de comenzar el parlamento propiamente dicho, ha dejado el apunte de que esta será su última legislatura.
Un anuncio que ha producido cierta sorpresa, no por imprevisible sino por desconocido, pero que, pese a todo, ha asegurado que no lo va a frenar en su desempeño durante estos próximos cuatro años.
Ha mostrado Imbroda un discurso bien estructurado que comenzó por expresar el encargo “claro y nítido” que le han hecho los ciudadanos para cambiar una situación que calificó de “desesperanza”.
Lo primero que ha abordado en cuanto a asuntos de ciudad han sido las relaciones con Marruecos y con la Unión Europea. Respecto al país vecino, ha venido a decir que hay que mantener los “lazos de amistad”, pero sin atender sus reclamaciones soberanistas sobre la ciudad, y espera que un futuro Gobierno del PP pueda mejorar el régimen de viajeros y reabrir a aduana. En cuanto a la UE, ha abogado con firmeza por una mayor integración mediante la fórmula de la región ultraperiférica y por la entrada en la Unión Aduanera siempre que se mantenga el actual régimen fiscal. La eurodiputada Dolors Montserrat -asistente al acto junto a Javier Arenas- ha añadido la supresión de la excepción al Tratado de Schengen.
En materia de seguridad, Imbroda ha pedido más agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil. En sanidad, una encomienda al Ingesa. En transporte, la bonificación de todas las mercancías y la ampliación del horario del Puerto. En economía, la modernización del IPSI y la eliminación del artículo 33 del Impuesto de Sociedades y el compromiso del Gobierno nacional de derogar el Real Decreto que elimina la bonificación del 50 por ciento a la Seguridad Social. En turismo, la bomba de la comparecencia, una rebaja del 50 por ciento de 30.000 billetes de aquí a final de año.
Ayudas a empresas, impulso de la universidad, esfuerzo por la integración social, lucha contra el fracaso escolar y contra el maltrato a la mujer, fomento del arraigo en Melilla, potenciación de la interculturalidad de la ciudad o defensa de la naturaleza mediante la plantación de árboles han sido algunos de los planes expresados por el presidente.
En clara referencia a Marruecos, ha dicho Imbroda que pretende "hacer una nueva Melilla que busque su camino propio y libre de dependencias exteriores”.
Se ha tratado, en definitiva, de un discurso muy bien estructurado que ahora tendrá que poner en práctica el PP. Porque hablar es relativamente sencillo, pero los hechos siempre son más complicados. Pese a todo, ilusión y energía no le faltan, o esa sensación da, para dar un vuelco a la ciudad y llevarla adonde ya estuvo. Que la fuerza lo acompañe. Su suerte (y la de su Gobierno) será la nuestra.
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