“No se trata de ver cuántos cruceros vienen en un año a Melilla, sino de crear una sociedad en la que, entre todos, intentemos aportar algo a la economía local”. Así habló en la jornada de ayer el presidente autonómico, Juan José Imbroda, quien aseguró que si los cruceristas que vienen a la ciudad no se llevan una buena impresión de su visita, no vuelven.
El máximo dirigente del Gobierno local señaló, en declaraciones realizadas a la Cadena SER, que los turistas que vienen a Melilla en este tipo de embarcaciones hacen balance de todas las escalas que realizan a lo largo de su travesía y si la naviera detecta que con la ciudad autónoma no están satisfechos puede ser eliminada para futuros itinerarios.
Por ello, Imbroda llamó a “ponerse las pilas” a comerciantes y hosteleros para que este tipo de turismo comience a florecer cada vez con mayor fuerza en Melilla. Las declaraciones del presidente se producen un día después de que el puerto local registrara el segundo atraque de un crucero en lo que va de año. En ambas ocasiones, los barcos llegaron en domingo y los viajeros se encontraron con buena parte de las tiendas de la zona centro con el cartel de cerrado.
En palabras del presidente, se trata de un sector en el que “hay que sembrar para recoger”, al tiempo que lamentó que los turistas se encuentren en ocasiones “una ciudad fantasma”. En este sentido, puso sobre la mesa el ejemplo de Málaga, que se ha volcado con los cruceristas, creando un muelle específico para este tipo de barcos. “Allí los visitantes disfrutan de tiendas, bares y monumentos. Aquí debería pasar algo similar”, defendió. Por ello, pidió a comerciantes y hosteleros que “den una oportunidad” a este tipo de turismo, al tiempo que se mostró consciente de que las ventas cuando atraca un crucero pueden no ser las esperadas por los empresarios de estos sectores. Por dicho motivo, insistió en que lo importante es “sembrar y luego recoger”.
“A estos turistas hay que darles la oportunidad de consumir”, reseñó el presidente del Ejecutivo local. “Si se encuentran con las puertas cerradas es algo malo, porque Melilla pierde interés y atractivo para las compañías de cruceros”, aseveró. En la misma línea, afirmó que es “tarea de todos” hacer crecer este sector.
Reuniones
Al hilo de sus declaraciones sobre el tráfico de cruceros, el presidente Imbroda señaló que habrá que reunirse con los responsables de los sectores económicos más implicados en este tipo de turismo, principalmente comerciantes y hosteleros, para determinar “si merece la pena luchar por él”.
El máximo dirigente del Gobierno recordó que los cruceros dejan dinero en la ciudad autónoma desde el mismo momento de su atraque, pues deben pagar las pertinentes tasas a la Autoridad Portuaria local. No obstante, animó a los empresarios a implicarse más para crear una red económica que haga crecer este turismo y con ello engrasar la maquinaria económica de la ciudad autónoma.
Por último, el presidente se hizo eco de las manifestaciones de su homólogo ceutí, Juan Vivas, quien recientemente pidió una reflexión conjunta “para adecuar la oferta y la demanda en la atención al turismo”. En este terreno, Imbroda apuntó que si en la ciudad caballa piensan así “por algo será”.
“En Ceuta han dicho que sin crucero no queda satisfecho no vuelve”, insistió el presidente autonómico, quien insistió en la necesidad de hacer un esfuerzo conjunto para que este sector turístico sirva de empuje a la economía de la ciudad autónoma.
Al hilo de su intervención, el presidente de Melilla se pronunció sobre la inminente puesta en marcha de la Operación Paso del Estrecho (OPE), que comienza a mediados del próximo mes de junio. Imbroda subrayó que este año será “menos agobiante” para los melillenses gracias a que en el vecino puerto de Beni Enzar operarán varias navieras que conectarán con la península, algo que no ocurrió el año pasado, cuando el flujo de viajeros en la ciudad autónoma fue mucho mayor.
El presidente auguró que el verano será “menos incómodo” para los melillenses que crucen de un país a otro, al tiempo que apuntó que las colas de la frontera también son negativas para el sector turístico, pues impide la llegada de visitantes de Marruecos.
“Tirarse cuatro o cinco horas en la frontera desmoraliza a cualquiera. Muchos se ven maltratados en la frontera marroquí, que no cuenta con unas infraestructuras óptimas”, subrayó.
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