UN análisis un poco más sosegado de las elecciones del pasado domingo nos permiten subrayar nuevos aspectos. Uno de los principales, la altísima participación que, en Melilla, a pesar de quedarse en algo más de doce puntos por debajo de la media nacional, representa un notable incremento respecto de los porcentajes que hemos logrado alcanzar en anteriores comicios. De tal modo, la movilización en nuestra ciudad de un 63% de electores es, aún estando muy lejos del 75,75% nacional, un notorio avance de casi doce puntos más que en 2016 y de diez más que en 2015.
Pero el dato de la mayor participación se corresponde a su vez con la irrupción de CpM, que ha logrado prácticamente un empate técnico con el PSOE, y que ha concurrido sin restar votos a ninguna candidatura, ni siquiera al PSOE, partido matriz del que surgió hace ya casi un cuarto de siglo, y que, nuevamente, se ha quedado anclado en torno a los 7.000 sufragios que ya ha venido logrando en las tres últimas generales.
Es evidente, que el mayor número de electores participantes en esta última convocatoria, lo han hecho, en gran medida, a favor de los cepemistas, pasivos en anteriores comicios nacionales, salvo en los de 2008, en que acudieron en coalición con el PSOE y consiguieron para su candidato común sólo 300 votos menos que el finalmente electo por el PP, Antonio Gutiérrez.
Por tanto, podemos concluir que la irrupción cepemista ha contribuido a la mayor participación, condensada en gran parte en un electorado que, en pasadas convocatorias similares, engrosaba el mayor porcentaje de abstención tan habitual en Melilla.
De otro lado, entre los aspectos destacables no podemos pasar por alto los resultados inéditos hasta ahora que ha logrado el actual Presidente de la Ciudad, en su condición de candidato al Senado. Pues, si bien, en estos comicios los populares melillenses, aún ganando, han sumado menos sufragios incluso que la última vez que perdieron unas generales a nivel local, caso de las del año 93, también es verdad que nunca hasta ahora un candidato al Senado había logrado más votos que el candidato electo para el Congreso. Y en estas últimas elecciones, Imbroda ha conseguido reunir casi mil votos más que el finalmente designado para representarnos en la Cámara Baja, Díaz de Otazu.
El dato no es baladí y demuestra que hubo quien votó a Imbroda pero no a Otazu, es decir que prefirió al candidato de otra formación, previsiblemente de Ciudadanos, antes que al general en la reserva, cuya elección no dejó de resultar contestada entre algunos círculos del PP, a los que no parecía adecuado lo que en política llamamos “cunero”, es decir, un candidato que no es un natural de la circunscripción por la que se presenta.
Fernando Gutiérrez Díez de Otazu es verdad que tampoco es un cunero en propiedad: tiene estrechos vínculos con Melilla y durante su etapa anterior como comandante general no sólo terminó de empaparse muy bien de nuestra realidad y problemática, sino que también se dio a conocer ampliamente entre la sociedad melillense.
Su gran formación, su cualidad de buen conversador y su carácter extremadamente educado le añadían muchos puntos a favor frente a las críticas que le afeaban que, tras su pase a la reserva, hubiera vuelto a fijar su residencia fuera de la ciudad. Y en esto, los melillenses, que nos guiamos en gran medida por nuestro sentimiento de insularidad a la hora de valorar el mayor apego a nuestra tierra, podían pasar factura y parece que hay quien se la ha pasado. Además, en estas lecciones de voto tan fragmentado, Díaz de Otazu tenía enfrente a candidatos muy bien equipados como Justo Sancho-Miñano, paradigma de una nueva generación de melillenses, de férreo compromiso con su tierra natal y, posiblemente, el principal factor de que Ciudadanos haya aumentado en mil votos respecto de 2016.
La comparativa a partir de los resultados por colegios y mesas electorales permitirán añadir nuevas conclusiones a estas elecciones singulares, que han otorgado a Juan José Imbroda el título de candidato más votado, a pesar de competir en el Senado.
Queda mucho por tanto por analizar entre tanto se barrunta un nuevo anuncio de impugnación electoral por parte de CpM. Un clásico por parte del partido de Aberchán que ya ha impugnó sin éxito los tres últimos comicios locales de 2007, 2011 y 2015, con idénticos argumentos prácticamente en todos sus recursos.
No obstante, de las impugnaciones de CpM y del voto por correo, así como del atrevimiento de Aberchán para convertirlo en un arma arrojadiza contra el PP precisamente cuando él es quien se encuentra condenado por manipularlo (es verdad que mediante sentencia no firme al haber sido recurrida por él mismo), hablaremos ya otro día.