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“¿La Soledad es la virgen de Melilla?, pues yo no lo voy a decir, pero nunca va sola”

El hermano mayor de la cofradía de La Soledad, cuya intención en no repetir este mandato en el cargo, pide a todos los melillenses que participen de su Semana Santa, “de todas las cofradías, que disfruten de todas ellas porque para eso son suyas. –¿Desde cuándo hermano mayor de La Soledad?
–Desde el resurgir en los años 80 de la Semana Santa, con la cofradía de La Soledad que es  la que da el paso y la que ayuda a que otras cofradías lo den también. Es entonces cuando asumo ser hermano mayor, aunque como responsable ya estaba en la última etapa, antes del parón de 1972.
Para ello he necesitado algunas autorizaciones especiales que demandaba el Obispado, porque cuando llevas varios mandatos, que son cada 4 años, son necesarias si te quieres presentar de nuevo.
Por tanto, llevo toda esta etapa, salvo cuatro años que me sentí cansado y pensé que era bueno una revolución. Entonces ocupó el cargo el actual teniente hermano mayor, durante cuatro años, aunque yo seguí perteneciendo a la Junta.
Después de ese tiempo se me volvió a pedir y acepté. Desde entonces hemos conformado un equipo muy homogéneo, de diferentes sensibilidades, porque en todos los grupos las hay, pero nos unen los mismos fines y hemos conformado una Junta amplia, donde hemos trabajado todos por lo mismo y donde hemos aunado esfuerzos todos juntos.
Yo siempre digo que si algún mérito he tenido en esta etapa es el de saberme rodear de la mejor gente para poder hacer la mejor labor. Mérito mío ninguno, sino de la gente que ha estado a mi alrededor.
Actualmente estoy en funciones, porque estamos en año de cabildo de elecciones y cuando pase la Semana Santa nos plantearemos esa nueva posibilidad.
–¿Con intención de seguir?
–Esto va conmigo. Nací cofrade y me moriré cofrade, pero indudablemente la responsabilidad me gustaría que la compartieran ya algunas otras personas. En ello estamos, y si fuera necesario pues continuaría, pero a mi me gustaría, sinceramente, que pudiéramos, entre todos, proponer a otra persona, que evidentemente tendría a todo el equipo que está actualmente y a muchísimos más que ellos trajeran a una con la Cofradía.
No digo que tenga intención de volver a ser hermano mayor, porque no es cierto, pero si tuviera que serlo tampoco pasaría nada. No es que nadie sea imprescindible ni yo me sienta así. Yo creo que también sería bueno que venga gente nueva.
Ahora mismo tenemos un Junta joven con un impulso maravilloso, extraordinario y haciendo multitud de cosas. Y realmente ahí tenemos garantizado el futuro de la Cofradía, pero a lo mejor, todavía son muy jóvenes para asumir responsabilidades de ese tipo.
–¿Se les denomina como la Cofradía de los ‘pijos’, los ‘gominas’?
–Yo siempre digo, y espero que se me entienda con gracia, aunque tengo muy poca, que cualquiera que lleva lo mejor o que piensa que lleva lo mejor, tiene que ir lo mejor puesto, presentable –iba a decir guapo, pero a ver si se me va a malentender, comenta entre risas–, lo más reluciente posible, porque lleva lo mejor, la Madre de Dios y encima La Soledad, que es la que él quiere y la que él disfruta.
Y siempre he dicho que benditos ‘pijos’ porque sí, debajo del trono había y hay médicos, arquitectos, pero también mecánicos. Del gremio que queramos, ahí están.
–¿En la cofradía de La Soledad hay falta de portadores?
–No estamos para tirar cohetes, y es cierto que hay una sobredimensión en el trono del Cristo de la Paz, un trono con mucho peso y que llevan entre 120 y 130 portadores, pero tenemos el cupo cubierto y no hemos tenido dificultades nunca. Este año tampoco tenemos ninguna. Lo  tenemos todo muy estructurado, muy bien montado, hecho un llamamiento hace mucho tiempo y cerrado el número de portadores que van a llevarlo desde hace ya mucho tiempo. Pero no estamos como en otros momentos, donde sobraban.
En el trono de La Soledad sí tenemos un gran problema, que no puedo meter a todo aquél que quiere sacarla. Es un trono más pequeño y La Soledad –no es que yo sea el hermano mayor y vaya a hablar de ella de una manera distinta– tiene una serie de connotaciones: salió la primera en la nueva etapa, asumió a muchos que estaban en otras cofradías y lo viven, se lleva de otra manera, el recorrido, el silencio, el salir del Sagrado Corazón, el callejón, el desagravio...  
–¿Cuánto tiempo al año le dedica a la Cofradía, o sólo es en esta época?
–Triste cofradía sería sí solo estuviéramos para los días de Semana Santa. La cofradía debe tener una vinculación con la parroquia total y absoluta y debemos participar en campañas y actividades. Siempre dicen ‘que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha’ y en este caso, no es por echarnos flores, no sólo a La Soledad, sino a todas, las cofradías hacen una labor muy importante.
En algunos artículos de algunos que se creen en posesión de la verdad muchas veces nos tildan de ‘envaraos’, de aquel que lleva la vara. En mi cofradía nadie lleva varas ni lleva honores, la gente está para participar y para servir. Hay una labor en Cáritas que se hace en todas las cofradías, aunque cada una tiene algo determinado. Nosotros estamos vinculados con las monjas del Monte María Cristina, de una manera muy especial. Y también con cualquiera que viene a pedirnos ayuda. Hay una serie de hechos puntuales a lo largo del año que, de alguna manera, te llevan, al final, a la semana mayor que es la expresión, tu eclosión cofrade y que tú tienes la necesidad de sacar a tu imagen titular para que la disfruten todos, independiente de la serie de cultos internos que a lo largo del año podemos tener y tenemos de hecho todas las cofradías. La Semana Santa es el momento álgido, el momento de mayor dedicación, aunque la dedicación es durante todo el año.
–¿Cómo se sustenta la cofradía?
–Las cofradías se nutren de las cuotas, normalmente, y del aporte de cada cofrade, independientemente del apoyo que desde hace años tenemos de la Ciudad Autónoma, que no es la cantidad que nos gustaría, pero que sí, indudablemente, tenemos un apoyo muy considerable. Y no sólo en el aspecto económico, sino en el de servicios operativos; un apoyo más que considerable del cual estamos muy agradecidos. La Ciudad Autónoma o el ayuntamiento en otros casos, sea del color que sea, siempre ha apoyado porque es una expresión popular donde hay muchísimas personas.
–¿Cómo está el asunto del patio de la iglesia?
–Nosotros tenemos un verdadero problema. Hay cofradías hermanas, como es Cabrerizas o El Rocío que tienen la posibilidad de tener una especie de casa hermandad dentro de su propia parroquia, que es lo ideal y que es donde debería estar. Hay otras que no lo tiene, caso de El Pueblo o nosotros. Aquí, en nuestra sede, tenemos un patio que pertenece a la parroquia y que nosotros hemos solicitado, encarecidamente al obispado que nos lo cediera. Hicimos un proyecto, hecho por uno de los arquitectos de más prestigio de Melilla, como es Manolo Quevedo, que era una casa hermandad donde además podíamos sacar en estación de penitencia incluso desde ahí dentro. Es un proyecto grandioso, que lleva una gran dificultad, somos conscientes de ello y además estamos limitados económicamente.
Había una segunda alternativa, que es al menos poder tener este patio. En este momento tenemos las autorizaciones del Obispado, que ha conseguido el vicario, para hacer un cerramiento parcial, no en volumen, sino interno, para que pudiéramos tener los tronos ahí dentro. Para ello estamos haciendo un ‘proyectillo’ y a ver si después de Semana Santa, y teniendo en cuenta el coste económico; aunque si tenemos que meternos, como hemos hecho otras veces en créditos a largo plazo, pues intentaríamos meternos, porque es un patrimonio de todos. En la Plaza de Toros están y agradecemos por parte de la Ciudad  esta posibilidad, pero no es el sitio adecuado.
–¿La Soledad es el trono más querido entre los melillenses?
–Aquí no puedo hablar con objetividad. Si te empiezo a hablar...  todos los poros de mi cuerpo respiran Soledad. Indudablemente, todas las vírgenes en Melilla tienen sus devotos, su tradición, su seguimiento. La Soledad tuvo que asumir una época donde no salía nadie y empezó a salir ella. Puede ser entonces, que por eso precisamente tenga más más gente.
La Soledad, la manera de portarla, con la seriedad, el silencio, el recogimiento, tiene su estilo y su forma y atrae a gente. Somos muy   protocolarios, una ceremonia de salida interna, con todos los bancos quitados, con la Virgen en medio..., el que se mete allí lo siente y se engancha. Cuando se abren las puertas, con una ceremonia muy propia, con toda la gente expectante, con las luces apagadas, con la Virgen al fondo saliendo..., el que lo vive eso se engancha. El recorrido, con el paso cadencial, con un simple tambor de redoble, sin banda, sin honores, rezando el rosario todos..., el que se mete en esa historia se engancha.
El callejón, lo que se produce cuando se llega a ese callejón, el dejar la imagen, el trono a aquel que se quiera acercar y que lo porte durante un rato, madres, hijas, nietos, de todas las culturas, judíos, hindúes, musulmanes, allí metidos... , algo dice, algo hace. El pasar por ese sitio, de esa forma, el bajar a la Avenida, dando una vela a cada uno cuando va a pasar la Virgen  con todas las luces apagadas, el llegar al centro y hacer ese desagravio, que normalmente lo hace alguien muy sentido, que te embauca, que te llena y el recogimiento cuando se va a encerrar, la explosión del ‘Salve Regina’ dentro, con todos los cofrades cuando entra La Soledad, con la labor hecha, la tarea hecha... , chica, me está respirando los poros Soledad, pero es así.
¿Es la virgen de Melilla? Pues no lo voy a decir, pero es una de las más importantes, de las que más arrastra y de la que más devotos tiene. Muchas veces, cuando se ve el lunes flojo, el martes, el miércoles y te fastidia. Cuando llega el jueves, pues ya ves mucha gente, Pero cuando llega el viernes y tu ves lo que arrastra detrás La Soledad, con todos los penitentes con su vela y todo el mundo rezando y todo el mundo callado, dices ¡Dios de mi vida, no decían que no había nadie! La Soledad no va sola y es así.
–Este año, ¿por fin se ha arreglado el callejón?
–Era una  aspiración más que legitima desde hace muchísimo tiempo. Era un callejón muy propio de la ciudad, en la parte más noble,  que estaba bastante deteriorado. La serie de peticiones ha llevado a que este año pueda hacerse un esfuerzo y con un coste mínimo dejarlo perfecto. Agradecemos a los vecinos de ese callejón la atención que prestan siempre a nuestras peticiones. Había una serie de inconvenientes que se han subsanado, como una visera de un bar que había allí, que entrañaba cierto riesgo y que se ha retirado.
Indudablemente es algo bueno  para la ciudad, para un rincón cofrade y los cofrades de La Soledad nos sentimos satisfechos y muy agradecidos. Este año, si cabe, La Soledad en ese callejón va a ser mucho más cofrade.
–¿Algún último mensaje?
–Que la cofradía de La Soledad, como todas, y lo hago extensivo a todas, no es de unos pocos, es de todos, es de Melilla, es de los cofrades de Melilla, es de los cristianos de Melilla, es del pueblo de Melilla y los necesitamos. Todas las cofradías, la nuestra indudablemente, necesita de su apoyo, de su aliento y de la gente. Que es muy triste ver una cofradía muy poco acompañada.  
Y por la parte que me toca, tanto el jueves como el viernes, pues estemos como siempre, acompañados; que vayan con su trono y con su imagen, y que estén al lado de los portadores y de los penitentes y que participen, que las puertas de La Soledad están abiertas a todos y que todos puedan acercarse y disfrutar de sus imágenes, que para eso son suyas.

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