Categorías: Editorial

Ibrahim

Ibrahim es un vecino del Monte María Cristina que pone nombre propio, cara y voz a los melillenses sin certificado escolar que no pueden entrar en los Planes de Empleo porque tienen un oficio, pero no un título que avale su profesión de toda la vida.

La suya es una historia difícil, como la de muchos parados de la ciudad. Su futuro está en las manos de los representantes sindicales y los políticos que la semana pasada se reunieron en la Asamblea para buscar una solución a la exigencia de un certificado escolar que les permita entrar en los Planes de Empleo de la Ciudad.
El pasado martes la directora del Servicio de Empleo Público, Esther Azancot, habló de la posibilidad de convalidar un nuevo curso de Lengua y Matemáticas, pensado para desempleados analfabetos. La idea es que les sirva para entrar en los Planes de Empleo.
La propuesta fue criticada inmediatamente por CpM, que se adjudicó ayer la autoría intelectual. Ahora lo de menos es quién lo pensó primero sino quién es el primero que consigue que se aplique.
Por su parte, Ciudad y sindicatos están emplazados a debatir en adelante si la solución pasa o no por sacar a todos los trabajadores contratados por los Planes de Empleo del convenio colectivo de la Administración local.
De entrada CCOO no comulga con esta posibilidad. Mientras tanto, Ibrahim sigue al borde de un precipicio al que, según ha explicado El Faro, le animan a ‘tirarse’.
Para nadie es un secreto que salvar obstáculos burocráticos es de las tareas más difíciles que se nos pueden poner por delante. Pero para eso elegimos a nuestros representantes políticos cada cuatro años, para que lo consigan.
A la espera de que lo logren, Ibrahim pasará los días intentando convencer a su hijo para que no se marche a Alemania en busca de un trabajo que le permita enviar dinero a la familia.
Él seguirá al borde del precipicio, con la esperanza de que carecer del certificado escolar no sea el pretexto que le ponen una y otra vez para sacarlo de las listas de los Planes de Empleo.
Su historia no es una excepción. Hay más melillenses, cabezas de familia, con el mismo problema: en paro y sin cualificación.
No se trata de poner una alfombra roja para que las personas que no han estudiado accedan a puestos de trabajo pensados para los que sí hincaron los codos.
Se trata de tomar medidas excepcionales en situaciones excepcionales. La economía española ha despegado. Eso ya no lo discute nadie, pero es innegable que no hay brotes verdes en todos los jardines del país. No podemos dejar a gente como Ibrahim tirada en la cuneta.

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