Como hemos visto a lo largo de todos estos meses, el sector de la hostelería es uno de los más golpeados por esta crisis derivada de la pandemia del coronavirus. El miedo por el aumento de contagios se ha dejado notar con la ausencia de clientes en bares y cafeterías, sobre todo en estos últimos días. Aunque todavía hay muchos melillenses que confían en la seguridad de estos establecimientos.
El Faro ha podido hablar con el propietario de la Cafetería Pizzería del Kursaal, Francisco Mena, que ha comentdpa que ha habido "un pequeño descenso" con las nuevas normas covid "sobre todo en los tres últimos días". Lo achacan también al aumento de contagios que se han registrado esta semana ya que hace que la gente se retraiga bastante. El que más ha dejado de asistir es el público mayor, no tanto el público más joven.
Aunque ha indicado que tampoco "se nota mucho" debido a las restricciones de aforo ya que solo pueden ocuparse las mesas con un límite de cuatro personas, y el mismo numero de mesas también está limitado, por lo que se ve el local, que ya es amplio de por sí, algo vacío.
Uno de los clientes de esta cafetería es Mohamed, que acudió para tomarse un buen desayuno en compañía de dos amigos. Ha señalado que es cierto que en las últimas semanas la ciudadanía ha optado por salir menos de casa. "Fíjate ahora mismo como está la terraza a la hora del desayuno y también esta tarde no se va a poder salir a tomarse algo ni sentarse en una terraza a comer ni nada, y aparte el frío no te deja sentarte cómodamente", ha explicado, mostrando la terraza vacía.
Por su parte, Fuad Mohamed, propietario de la churrería Lepanto indica que el temor a los contagios viene "desde el primer día" y que nota la ausencia de más de un cliente. Sobre todo la clientela más mayor que es la que suele pasarse en esa esquina de la plaza Torres Quevedo para tomarse el tradicional chocolate con churros o un té. Como ellos son más los hosteleros y camareros que señalan que ha disminuido la clientela, y uno de los factores es el riesgo de contagios.
Este hostelero señala que el límite a las 19:00 horas es "un palo" para el sector, sobre todo después de conocer que tampoco pueden atender a los clientes por la ventana. Hay que recordar que el límite horario general es hasta las 22:00 horas, por lo que ni tan siquiera los clientes pueden pasar a recoger sus pedidos. "¿Cómo que a las siete de la tarde tenemos que dejar de servir? Es incomprensible, además de la reducción de horas", expresa, incidiendo, "sin querer señalar", que podría haber focos de contagio en otros sectores.
La comida o la merienda, en casa
Además, son muchos los empresarios han visto que en estos meses sus negocios debían adaptarse a las circunstancias y renovarse, y así, el pedido a domicilio se hace un hueco como servicio primordial con las restricciones de movilidad. Francisco Mena, el propietario del café Kursaal, destaca que antes los pedidos se hacían los fines de semana, pero que cada vez son más los clientes los que piden en los días de entre semana la comida del medio día. Por lo que sí que se hacen muchos más pedidos para llevar a diario.
"Ha tenido mucho que ver que el cierre de la hostelería es a las 19:00 horas; entonces prácticamente la merienda es nula, la cena, no existe, por lo que mucha gente aprovecha y pide para el medio día", explica.
Fuad Mohamed también comenta que para su sorpresa han aumentado más los pedidos para recoger o para llevar. Desconoce si se trata de miedo por los contagios o comodidad, o una mezcla de ambas, pero asegura que está llevando muchas meriendas a domicilios. Por lo que si no viene el cliente al establecimiento, quizá haya que salir a buscarlo, porque eso va a ser la manera con la que estos locales puedan subsistir y pueda llegar el sueldo a sus trabajadores.
La confianza de los clientes
Aunque todavía hay muchos melillenses que confían en la seguridad de estos establecimientos y continuan yendo a desayunar o a comer, incluso este fin de semana. Aicha salía este sábado a desayunar también con algunos familiares, indica que ella siempre sale. "La hostelería no tiene por qué cerrar, pienso yo, porque los contagios no son en la hostelería, lo tengo claro, los contagios son en otros sitios", asevera.
También encontramos a otra melillense, Sonia, que iba con su marido de camino a un restaurante donde tienen reserva para este medio día. "Yo pienso que tenemos que hacer nuestra vida y tomando las precauciones, y si la hostelería cumple con las medidas higiénico-sanitarias que están recomendadas, no tenemos por qué tener miedo", expresa. Y explica que de la misma manera en la que tiene que ir a trabajar, o tiene que salir a hacer compras a algún supermercado también hay riesgos de contagio.
Además, señala que "a lo mejor un supermercado está más lleno que una cafetería" donde se establece un límite de personas con las que hay que juntarse y hay una distancia de seguridad.
Aunque todos sostienen que si hay una norma hay que respetarla, e insisten en que no creen que el foco principal sea la hostelería. De hecho, Mohamed, cree que el problema reside más en que se ha permitido la movilidad, y que esos contagios son en parte por las conexiones con la península.
Bares, cafeterías y restaurantes: por favor, haced cumplir las normas.
DESPUES DE LOS VIAJECITOS VIENEN LAS MADRES MIAS.... QUE DESASTRE QUE VIENDO VENIR AL LOBO DEJAMOS A LAS OVEJAS AL DESAMPARO..