Creemos a pies juntillas que el futuro de la sociedad y la economía global pasa por el desarrollo socioeconómico solidario. Nos lo enseñaron en la carrera. Llega un momento en el que los esfuerzos tienen que ser interactivos y convergentes en un fin común: la recuperación de la recuperación de la estabilidad y, si se puede, el bienestar económico y financiero. Ya lo decía Keyness en los albores del pasado siglo: “En la adversidad, unión y en la bonanza, competencia transparente”.
Es de suponer, doctor Velázquez, que esos principios ilustran y sustancian la naciente Fundación para el Desarrollo de Melilla, producto de su sin vivir constante por el estado de su ciudad de adopción, una ciudad anestesiada –de esto usted chamulla tela– por avatares tediosos, aburridos, que necesita de un empujoncito en la evolución de sus variables vitales. ¿No, don Ignacio? Y, sobre todo, apertura de sesos porque nada es absoluto. Cualquier asunto es susceptible de interpretación.
Doctor, poco se entiende que su ulterior aterrizaje por tierras de Sidi Guariach pueda preocupar tanto a determinados colectivos, mucho menos sabiendo que uno de los primeros asertos que realizó a su regreso es que es socio del partido de la gaviota y de la doble pé, el Partido Popular, el mismo que usted presidió no hace tanto. Es decir, el ‘popular’ que llega con una nueva y enriquecedora idea en lo social: El desarrollo de la sociedad melillense y que sigue confesándose ‘popular’. ¿A qué viene tanta preocupación, hombre?
Pero, leche, si habría que hacerle una estatua: Ideas nuevas, potencial crecimiento, mejoras económicas…desarrollo. Uf, menuda oferta al ciudadano. ¿Quién puede sentirse molesto con ese decálogo de esperanzas e ilusiones?. Claro, hay quien dice que usted, doctor, es un encantador de serpientes. Bueno, da igual, el encantador conduce a los más pequeños a parcelas de magia mental y el chiquillo se marcha del circo absolutamente feliz. Sólo por ello merece la pena su trabajo.
García Fajardo, otro doctor, vino a Melilla, ofreció una rueda de prensa pero no pudo comparecer en la prevista charla del MEC por una indisposición, cosas de la vida y de la edad, señor Fajardo. Pero pudo verse el entorno de Ignacio Velázquez y sus atisbos de proyección pública: Liberalidad sin ataduras. Dicho en clave de ‘Jarcha’, libertad sin ira.
Mimón Al-lal, Juan Garbín Vereda, Juan Carlos Heredia, su compañero en cuestión de la cosa médica, Pepe Rodríguez, mucha gente allá en el Palacio de Congresos, ilusionados con un proyecto nada sospechoso: Buscar el bienestar de los melillenses. ¿Qué de malo tiene esa intención?.
El señor Velázquez es sinónimo de corrección, sinergia y carisma y, no nos olvidemos, un excelente anestesista en el quirófano y en la calle. ¡Hola, doctor!, ¿cómo le va?.
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