LOS hechos relacionados con la llegada de la última patera a Melilla el pasado jueves es una nueva prueba de la percepción que tienen los inmigrantes sobre la Guardia Civil. Llama la atención que todos, los quince que se arrojaron al mar al ver aproximarse la embarcación de la Benemérita, rechazaran la ayuda de los agentes a pesar de que la vida de varios de ellos corriera peligro. Ninguno quiso servirse de los salvavidas y cabos que los guardias civiles les arrojaron para ayudarles a salir del agua, según reconoció ayer un portavoz del Cuerpo que relató en el mismo lugar del suceso cómo se desarrollaron los hechos.
Finalmente, la mayoría de los subsaharianos consiguió ganar la costa por sus propios medios. Otros necesitaron la ayuda de los agentes del GEAS y alguno más contó con la ayuda de dos menas que se encontraban en las inmediaciones. Estos dos menores extranjeros no acompañados (menas) hicieron añicos la imagen que en los últimos meses se insiste en atribuir a estos inmigrantes. Habitualmente se hace responsables a estos niños y adolescentes de la inseguridad en diversas zonas de la ciudad. Incluso los mandos de la Comandancia de la Guardia Civil ordenan redadas en las escolleras y zonas próximas a Melilla La Vieja para ‘arrestar’ a estos menores sobre los que se hace caer todo tipo de sospechas y recelos. Es cierto que los responsables de la Benemérita también justifican estas operaciones, en las que incluso ha llegado a participar un helicóptero, en la obligación de velar por la seguridad de estos niños y adolescentes, que deberían estar acogidos por la Consejería de Bienestar Social. Sin embargo, no ocultan que la lucha contra la ‘inseguridad’ es un objetivo igual de importante para llevar a cabo las redadas.
En cualquier caso, lo cierto es que en la noche del pasado jueves, dos de estos ‘peligrosos’ menas socorrieron a subsaharianos que habían llegado en una zódiac y cuya vida corría peligro al arrojarse al mar. Uno de los menores, el que sabía nadar, se lanzó al agua para rescatar a los inmigrantes y el otro le ayudó desde la orilla. Desgraciadamente, los responsables de la Guardia Civil encargados de redactar el informe sobre lo ocurrido el pasado jueves no consideraron relevante la acción de estos chicos y, por lo tanto, no la incluyeron en su relato de los hechos. En ese documento en cambio sí se recoge la meritoria actuación de los agentes del GEAS que salvaron la vida de los otros subsaharianos, una encomiable intervención que también sirvió para encabezar la nota de prensa enviada por la Delegación del Gobierno para informar sobre lo ocurrido.
Afortunadamente, el desembarco fue contemplado por ciudadanos y periodistas que han podido dar fiel testimonio de lo ocurrido. De este modo ha quedado claro que los ‘héroes’ no son siempre sólo los mismos y que algunos ‘villanos’ también tienen corazón.
La explicación de cualquier realidad (y más una tan compleja como la inmigración) reduciéndola a episodios de ‘buenos’ y ‘malos’ es tan falsa como malintencionada.
Este jueves volvió a quedar claro.