Se titula ‘Los Fuertes exteriores de Melilla 1880-1900’ y narra la edificación de esas defensas.
El Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla presentó ayer a través de una nota de prensa su artículo documental correspondiente a este mes, cuyo título es ‘Los Fuertes exteriores de Melilla 1880-1900’.
Tras la firma del tratado de Wad-Ras en 1860 y su posterior materialización con el disparo del Caminante en 1862, es al año siguiente, 1863, cuando Melilla es declarada puerto franco, lo que aumenta el comercio, así como las franquicias, autorizándose el libre tránsito de comerciantes y el asentamiento de personas en la ciudad.
En 1872 se inaugura el nuevo cauce del Río de Oro, empezándose a poblar el Campo Exterior, comprendido entre el IV Recinto y los 18 hitos que marcan la frontera. El Real Decreto de 9 de septiembre de 1884 autoriza el establecimiento de una colonia agrícola, la Colonia Reina Cristina.
Fue necesario dar seguridad a ese territorio mediante fuertes y fortines junto a otras obras menores. En su inmensa mayoría, siguiendo una estética neomedieval y teniendo en cuenta que el posible adversario disponía de muy poca artillería.
Primer cinturón
A partir de 1880 comienza la construcción del Primer Cinturón de Torres avanzadas, Fuerte de San Lorenzo, el de Camellos y Cabrerizas Bajas, finalizando en 1886.
A continuación, en 1888, se levantaron los fuertes pentagonales de Rostrogordo, Cabrerizas Altas, Maria Cristina y el Fuerte de Sidi Guariach entre 1893 y 1895, dando lugar la construcción de este último, al comienzo de la Campaña de Margallo.
Durante el transcurso de este conflicto se vio la necesidad de proteger otros puntos débiles del campo melillense con dos reductos: los fortines de Alfonso XIII (1893) y Reina Regente (1895).
Además, se erigió en el Cerro de Horcas Coloradas un auténtico complejo defensivo, a raíz del levantamiento en su cima de un reducto y un fortín, ambos de carácter provisional y con mayor valor defensivo que el cercano Fuerte de María Cristina, en construcción y al que dejaban a retaguardia.
También en las inmediaciones del Fuerte de Sidi Guariach, sobre una pequeña colina, se edificó el Fortín de Sidi Bajo y, en las faldas del Cerro de Santiago, las Baterías J y de Santiago. Aparte, junto a los dos puentes provisionales de madera, en el vado del Río de Oro, se edificaron unos pequeños fortines de plantas rectangulares unidas a una torre cilíndrica.
Ya en el siglo XX, fueron construidos los dos últimos fortines: Triana e Hipódromo, destinados a proteger la incipiente expansión de la ciudad en la margen derecha del Río de Oro.