El griego Alejandro de Macedonia llegó a las tierras de Persia en el siglo IV aC. y desde entonces el mundo cambió para siempre. El arte griego fue influido por el oriental y a su vez, el arte de Oriente recogió las influencias helenísticas. Nunca más fueron igual las cosas. El mundo fue ya diferente. La influencia y similitudes de Persia en Occidente son muchas. El islam Chií es el único que ha desarrollado una institución clerical similar a las de las iglesias cristianas. Es difícil no reconocer en las imágenes de los ayatolás iraníes a los cardenales católicos o los patriarcas ortodoxos. Los alminares vinieron de Persia con la expansión islámica y dieron origen a los campanarios. Las cúpulas bizantinas son originarias de Oriente y luego adoptadas en el arte occidental. Hay que recordar que el Imperio Bizantino existió hasta el siglo XVI. Tanto es así que la cúpula azul del mausoleo de Oljaytu (1302-1312) en Soltaniyeh, provincia de Zanjan, es considerada una anticipación de la cúpula de la catedral de Florencia, o al menos de la misma importancia artística.
En la Navidad de 1978 el ejército de la URSS entraba en Afganistán, mientras el Imán Jomeini dirigía desde París la revolución contra el régimen títere del Sha de Persia, burda recreación del pasado del imperio Persa, apuntalado desde las democracias occidentales, con la ayuda del ‘gendarme del Golfo’, el Iraq de Saddam Hussein, el amigo de Occidente. Son ya muy pocas las posibilidades de localizar fotografías de líderes políticos de Occidente junto a Saddam. Dentro de no mucho tiempo ya casi nadie recordará estas historias.
El derrocamiento del Sha Reza Palevi se produjo por una revolución popular en la que estaban representados todos los sectores sociales. El shiismo representaba la voluntad de recuperar la identidad nacional y cultural de Irán, en oposición al modelo occidental impuesto bajo el Sha Palevi. En aquellos momentos existían dos tendencias en la revolución iraní, la clerical representada y dirigida por el Imán Jomeini, y la laica, promulgada por Alí Shariati (1977).
La caída del Sha y el triunfo definitivo de la revolución y la proclamación de la República Islámica de Irán se produjo el 11 de febrero de 1979, con el Imán Jomeini como líder supremo.
La expulsión de las industrias petroleras americanas y el inicio de los problemas políticos y sociales fue casi inmediata, como la toma de rehenes en la Embajada de los Estados Unidos en noviembre de ese mismo año. Las sanciones economicas estadounidenses no se hicieron esperar.
En el fondo de todo subyace la guerra religiosa entre el hegemónico islam suní y el minoritario chií. Saddam, el gendarme de Occidente, denunció en septiembre de 1980 los acuerdos sobre le desembocadura de Shatt el Arab, y ese fue el inicio de la guerra irano-iraqui.
Iraq fue apoyado por Occidente, Estados Unidos y Arabia Saudí, con el fin de desmoronar el incipiente Estado iraní, aunque produjo el efecto contrario, o sea, su consolidación definitiva. Desde entonces persisten las sanciones económicas americanas, que impiden cualquier comercio de cualquier país del mundo con los iraníes, con cualquier tipo de producto. En la actualidad estás sanciones estrangulan y dañan irremisiblemente las economías de Venezuela, Corea del Norte, Cuba y Rusia.
Esta historia surge con alguien que felicita la Navidad desde la República Islámica de Irán, compartiendo una fotografía de una mujer depositando velas y exvotos sobre una tumba orlada con una bandera iraní. La similitud del culto con las prácticas cristianas es notoria. Al preguntar por más datos acerca de la fotografía nos informan de que se trata de un joven soldado iraní cristiano, de ascendencia Armenia. El otro lugar en donde los cristianos armenios se salvaron del genocidio turco fue en Irán.
Todos los fallecidos iraníes en la guerra irano-iraquí son considerados mártires, en lo que denomina como la ‘guerra impuesta’ o ‘guerra santa’. La condición de mártires les permite seguir vivos en la memoria colectiva, y ser objeto de constante veneración y culto. La guerra Irán-Iraq se prolongó hasta 1988, en una duración similar al conflicto afgano-soviético. La cifra de muertos o mártires iraníes no se conoce con exactitud, pero alcanza los 183.623 según la Fundación de Mártires y Veteranos, una organización oficial iraní.
Pylak Avedian, hijo de Tomas y Khatoon, era nieto del sacerdote Arsham Arakilian, natural de la provincia de Isfaham. Tras graduarse en la educación secundaria, fue reclutado, muriendo al inicio de la guerra. Zorik Moradian es el primer caído armenio en esa misma guerra. En Irán, la iglesia cristiana armenia no es perseguida y goza de protección constitucional.
En total, 70 cristianos armenios murieron en la guerra. 4 quedaron como desaparecidos y 35 fueron hechos prisioneros. En la actualidad hay 108 veteranos.
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