El Centro de Hijos de Melilla no pasa, precisamente, por su mejor momento. Las deudas están a punto de jugar a la histórica institución que preside Joaquín Díaz una mala pasada. Los gastos corrientes del año ascienden a 14.000 euros, perfectamente asumibles si la Ciudad Autónoma cumpliera su promesa de colaborar con el 50 por ciento del alquiler del local, es decir, unos 6.000 euros más o menos pero, al margen de la promesa del equipo de Gobierno, "que agradecimos en su momento, el dinero no llega", aunque el tiempo pasa de forma impetinente. "No sé si llegaremos a febrero de 2011; tenemos en la cuenta 1.200 euros y una abultada serie de pagos que liquidar en el primer mes del próximo año", asegura Joaquín Díaz.
Los primeros síntomas de esta agonía económica ya se notan. Este año no se celebrará el Torneo de Dominó 'Eduardo León Solá'. Ya el año pasado no pudo celebrarse por similares razones y los socios lo lamentan: "Es una competición que lleva el nombre de nuestro fundador". A finales de los sesenta el alcalde Eduardo León quiso, con un grupo de amigos, acrisolar en la demarcación de la avenida de Castelar, los mejores valores de Melilla, sus gentes más queridas y quienes, desde su cotidianeidad escribían la historia de toda una ciudad. Hoy, los sucesores de León Solá se dedican a quitar las telarañas de su cuenta corriente y la familia del recordado procurador a Cortes no recibirán el homenaje navideño dedicado al patriarca de esa melillensísima familia.
Por no poder, los hombres y mujeres del Centro de Hijos de Melilla se quedan, también, sin su tradicional aperitivo -un arroz marca de la Casa Rosa- porque no se pueden permitir gastar un solo euro en festivales. Será el primer año que ocurre. La contabilidad del Centro muere poco a poco porque la prometida subvención pública no llega. Joaquín Díaz: "Nosotros siempre hemos agradecido de corazón la actitud de la Ciudad Autónoma pero, entiéndame, cuando vemos que asociaciones melillenses de todo tipo celebran sus acontecimientos navideños con presencia de las autoridades locales, salen publicadas en los periódicos y nosotros no podemos ni siquiera invitar una cerveza a nuestros asociados, de verdad que se nos parte el corazón; y lo de menos es la copa, el problema que nos preocupa es la situación financiera".
Si la prometida subvención de la Ciudad Autónoma no llega en la primera semana de enero, el estado de cuentas del Centro de Hijos de Melilla será caótico y acabrá rompiéndose en mil pedazos, no se pagará el alquiler ni la luz. Ese local de Castelar está alquilado, no es de ellos, y el propietario -como es lógico- quiere los euros, uno a uno, en su mesa. El Centro no tiene dinero pero tampoco suplican, es un dinero prometido por la Administración Local en repetidas ocasiones y Díaz confía en que la Ciudad Autónoma cumpla con su promesa. Lo conocí -El Centro de Hijos- hace 45 años cuando mi padre me enseñaba a jugar al billar europeo, el de las carambolas. Si hay señas de identidad de la reciente historia de Melilla, una de ellas es el Centro de Hijos, ustedes sabrán, señores mandatarios.
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