Un coche se empotró en la mañana de este domingo contra las barreras colocadas en la carretera que va a Las Palmeras. Por motivos que se desconocen, el conductor huyó del lugar del accidente.
Escenas de este tipo se han vuelto habituales en Melilla. La irresponsabilidad al volante es un mal endémico de esta ciudad y hasta el momento desconocemos qué medidas está tomando la Ciudad para rebajar la siniestralidad vial en las calles.
No podemos explicarnos cómo una autonomía tan pequeña puede estar sometida a un estrés de tráfico tan fuerte. Está claro que las política públicas no han disuadido del uso del coche. Todo lo contrario: se abusa incluso en estos momentos en los que el precio de los combustibles animan a aparcar el vehículo y utilizar formas sostenibles de movilidad.
El problema es que si coges la bici en Melilla, te juegas la vida. No hay concienciación en torno a la protección del peatón o de los conductores vulnerables, entiéndase ciclistas, motoristas o quienes conducen patinetes eléctricos.
La velocidad al volante es el talón de Aquiles de los conductores que siguen sin respetar el límite de 30 kilómetros por hora en zonas del casco urbano o en las inmediaciones de los colegios.
Sin previo aviso, de un día para otro los conductores se levantan en Melilla con el cambio en el sentido de una calle sin que se informe a la ciudadanía del porqué de esa decisión o se pongan carteles que adviertan a los conductores de la modificación del trazado.
Está bien que la Policía Local dé charlas sobre el uso de la zona de Kiss&Go en los colegios, pero lo que de verdad hace falta es educar a la ciudadanía en el uso responsable del vehículo; en el respeto de los límites y de los peatones. Hace falta una labor a fondo de concienciación para evitar que los jóvenes del futuro hereden las conductas temerarias de los conductores que se mueven por Melilla con unas prisas impropias de una ciudad pequeña y asequible como la nuestra.
Hay que trabajar en serio en la habilitación de dispositivos y de más controles de velocidad. No con el ánimo de recaudar a través de multas sino con el de evitar más muertes en los pasos de peatones de la ciudad. Multar a los padres en los colegios ni ayuda ni rebaja las cifras de accidentes de tráfico en Melilla.