García Calderón indicó que hace unos años participó en un consejo con el objetivo de modernizar el lenguaje jurídico y afirmó que el problema en cuanto a este tema está en los juristas. Explicó que si se producen fallos en la prensa suelen estar inducidos por la opacidad de la Justicia.
No obstante, apuntó que sería positivo más especialización en los periodistas, es decir, que se pudieran dedicar en exclusiva al periodismo de tribunales. De esta forma serían “especialistas en traducir a la opinión pública” todo lo que sucede en un proceso jurídico. Aunque, por otro lado, señaló la necesidad de que haya más gabinetes de comunicación en las entidades de la Administración de Justicia. Afirmó que estos organismos son necesarios no sólo en el Tribunal Constitucional, sino también en los juzgados de Melilla.
Señaló que con estas dos medidas, tanto la de clarificar el lenguaje como la de especializarse en periodismo de tribunales, se mejorarían las informaciones sobre la Justicia.
García Calderón también indicó que se pueden dar errores en la prensa a la hora de abordar un tema jurídico porque sea de conveniencia para algún sector, es decir, que se recoja una información parcial y se use el proceso jurídico con intereses políticos.
El Derecho Penal
Otra de las cuestiones que analizó el fiscal superior de Andalucía en su conferencia fue la responsabilidad que se puede contraer cuando se cruzan las líneas que marcan la doctrina constitucional sobre la libertad de expresión, es decir, cuando se puede llegar a cometer un delito de injurias o calumnias.
Los insultos “sangrantes” en el anonimato
Jesús María García Calderón defendió una reforma del lenguaje jurídico para adaptarlo a la realidad, por ejemplo, de las redes sociales. Aseguró que el Código Penal hace referencia a delitos que tienen que ver más con la prensa del siglo XX que con la actualidad de Internet y la difusión rápida y masiva de las informaciones. Señaló que le llama la atención “la defectuosa educación que se da a los jóvenes sobre el uso de los insultos desde el anonimato”.
“No comprendo cómo cualquier persona sin poner su nombre insulta de una manera, a veces, sangrante a un funcionario que no hace más que cumplir con su obligación”, resaltó.
Insistió en que no comprende que una noticia que tenga alcance nacional cuente con unos 400 comentarios y que todos sean insultos. “Los jóvenes deben entender que el anonimato y el insulto son dos elementos que conjugan mal”, aseveró.