Salvo alguna crónica en el ABC, la prensa española no mira para América Latina. Han tenido que pasar casi dos semanas de disturbios en Colombia para que merezca la atención de los periódicos nacionales en nuestro país que, a diferencia de los análisis que se hacen en Estados Unidos, no abordan el interés de los comunistas de Cuba, Nicaragua y Venezuela por avivar conflictos sociales en el continente.
Tampoco nos cuentan que La Habana es hoy una ciudad sitiada. La Seguridad del Estado, que es, salvando las diferencias, lo más parecido a la KGB rusa, mantiene apostados agentes vestidos de civil (para que la gente crea que son ciudadanos del pueblo) frente a las casas de los jóvenes que hoy piden democracia en Cuba. Hay mucha gente en prisión domiciliaria extrajudicial sólo porque no simpatiza con el Partido Comunista. Es irracional, injusto, antidemocrático y arbitrario, pero es así, como os lo cuento.
Y mientras eso ocurre, la dictadura cubana está cogiendo a la población como conejillos de indias para probar varias vacunas contra la COVID. A día de hoy, ninguno de los prototipos producidos en la Isla ha podido pasar con éxito la Fase III. Sin embargo, hay planes de vacunación masiva para La Habana, una ciudad de algo más de 2 millones de habitantes, donde el coronavirus está desbocado.
¡Cómo no va estarlo si los habaneros permanecen el día entero haciendo largas colas para comprar una bola de queso ordinario a 74 dólares o una cerveza Estrella Galicia a 1,60 dólares en el supermercado! Y eso pasa porque los comunistas se aprovechan de su incapacidad para satisfacer las demandas de alimentos de la población y aunque pagan los salarios en pesos cubanos, han abierto tiendas en dólares, con precios que triplican los de origen.
La versión oficial decía hasta hace muy poco que querían sacarle a los cubanos con familiares en el extranjero el dinero que les permitiera abastecer a los cubanos que no tienen quién les mande euros o libras o dólares.
La realidad les ha dejado con el culo al aire y las tiendas en pesos cubanos, en las que compra el 60 % de la población que no tiene a nadie ‘afuera’, están desabastecidas.
El gobernante Partido Comunista de Cuba también mantiene el corralito sobre las cuentas bancarias en dólares. Quienes las tenían con anterioridad al inicio de lo que ellos llaman ‘Tarea Ordenamiento’ no pueden sacar dólares y si necesitan su dinero tienen que retirarlo en pesos cubanos a 23,50 pesos por dólar, cuando en el mercado informal se cambia a 50 por uno. Se quedan descaradamente con la mitad de tu dinero.
Lo mismo pasa si envías remesas a tu familia. Si mandas dinero por Correos de España, te cambian el euro a 23,50 pesos y si lo mandas por otras vías informales, le dan a tu familia los euros en mano para que puedan cambiarlo a 50 pesos.
Hoy tenemos a un joven artista cubano, arrestado en el hospital Calixto García de La Habana. Hizo una huelga de hambre y sed para protestar porque la Seguridad del Estado no le dejaba salir de su casa y los agentes incluso entraron a su domicilio sin orden judicial y arrancaron todas sus obras de las paredes y se las llevaron. Hay un vídeo que recoge el expolio y Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San isidro en Cuba, sólo pedía con su protesta el fin del asedio y la arbitrariedad.
No ha parado. Él permanece en el hospital ingresado pese a que los comunistas dicen en la tele que está en perfecto estado de salud. ¿Si está tan bien, por qué no dejan que reciba visitas? ¿Si no está detenido por qué no puede usar su teléfono? ¿Por qué todos los accesos al hospital están militarizados? ¿Por qué no lo dejan regresar a su casa?
Cuando desde la democracia escuchamos todas estas cosas, nos preguntamos por qué los cubanos no salen a la calle en masa a protestar por estas cosas. La respuesta está en esto que os cuento. Porque la gente tiene miedo a que la desaparezcan.
Porque en Cuba, si protestas te fabrican un delito común, te presentan un chorro de testigos que tú no has visto en tu vida y te echan un montón de años. Y si haces huelga de hambre en la cárcel, te mandan a la celda de castigo. Todavía existen en Cuba las celdas tapiadas. Allí las Reglas Mandela se las pasan por la entrepierna.
Y lo peor de todo es que un gobierno que hace todas estas cosas que os cuento, tiene un sillón en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Como lo oyen. Así de desprestigiada está la Organización de Naciones Unidas.
Pero los que confiamos en que algo está cambiando en Cuba, estamos documentando con nombres y apellidos a todos los que están cometiendo crímenes de lesa humanidad. El juicio final llegará a Cuba y a muchos de los esbirros que hoy machacan a nuestro pueblo les faltará Isla para esconderse.
No vamos a echarlos del país, como hacen ellos con los que no simpatizan con el Partido Comunista. No les duelen prendas en gritar a los cuatro vientos que en Cuba las calles son sólo de los comunistas. Vamos a juzgarlos por organizar ‘actos de repudio’ en los que tus propios vecinos, los que te han visto crecer, se paran en la puerta de tu casa a gritarte que eres un “gusano”. Ser gusano significa aspirar a la democracia en Cuba. Ya no nos tiran huevos a las paredes, como hacían en los años 80, porque hasta las gallinas se han puesto en huelga en mi país. No hay de nada ni para comer, ni para ofender.
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