Viven de la caridad y sin la caridad, morirían. Ella limpiaba habitaciones en un hotel y él vivía de hacer chapuzas antes de la Covid. Entre los dos ingresaban unos 900 euros al mes. No podían permitirse lujos, pero pagaban el alquiler puntualmente y podían hacer una compra semanal en el supermercado.
El único hijo de ambos emigró el año pasado a Francia y aunque consiguió trabajo nada más llegar, las cosas no son fáciles al principio. Está solo y se deja la espalda en un restaurante. El dinero le da para vivir justico de todo. Sobre todo le falta cariño y tiempo.
Y de esa estrechez tiene que sacar cada mes para enviar algo a sus padres en España porque el hotel donde trabajaba su madre ha hecho un ERTE y para su padre no hay trabajo de albañil o fontanero en ninguna parte.
A estas alturas, sus padres deben tres meses de alquiler y los 200 euros que él les mandaba cuando podía, ya no llegan. Si no fuera por el Banco de Alimentos la vida de su familia sería infinitamente más difícil. De cara a los vecinos, guardan las apariencias. Ellos nunca han estado como están hoy. Nunca habían imaginado que se podía vivir sin nada. Les costó mucho trabajo, pero al final no les quedó más remedio que hacer la cola del hambre, sobre todo porque hay que hacerla a plena luz del día.
El matrimonio necesita el Ingreso Mínimo Vital porque su situación es extrema. Pero no tiene ordenador en casa. No lo han tenido nunca. El padre lleva un móvil que usa para recibir llamadas y poco más. Lo más sofisticado que tienen es una tele de hace 20 años.
La tecnología no es para ellos. Ni para mucha de la gente a la que conocen. Por eso les cuesta entender por qué el Gobierno de la nación ha decidido que el Ingreso Mínimo Vital hay que tramitarlo por internet, en la web de la Seguridad Social.
Será sencillo, pensaron, porque la gente como ellos, que no tiene nada, ni propiedades, ni ingresos, lo único que tiene son problemas y rellenar la solicitud no puede ser uno más. Se sintieron como el paciente cero de Wuhan. Ese que dicen que se comió el murciélago o la pangolina.
Por eso me llamaron para pedirme que les ayudará a rellenar la solicitud. Cómo voy a decirles que no. Accedí encantada y confieso que lo hice porque debo hacerlo y también porque creía que eso era coser y cantar. Pues no. Estuve dos horas hasta conseguir descargarme la confirmación de la solicitud enviada.
Si yo, que tengo un máster recién sacado, me las vi y me las deseé para rellenar eso, qué quedará para las personas sin formación. Hay que presentar DNI escaneado por los dos lados. Parece simple, ¿verdad? Pues no. No entendía por qué no me admitía los documentos y finalmente me di cuenta de que, en ese caso, no me aceptaba el formato PDF. Probé con JPG y subió. Ya ves, sencillito para unos, un abismo para otros.
Luego, a la hora de adjuntar el resto de fotocopias: libro de familia, declaración responsable, pasaporte, empadronamiento, inscripción en el paro y certificado de no recibir ningún tipo de prestación económica… no me admitía el formato JPEG y tuve que convertirlo en PDF utilizando el ilovepdf gratuito de internet. Ya ves, sencillito para unos, un abismo para otros.
Lo peor vino cuando comprobamos que no tienen ningún documento que justifique los ingresos del año pasado. Ni tampoco un certificado que acredite que carecen de propiedades. Ni siquiera tienen coche, pero lo realmente preocupante es que no saben cómo se demuestra eso oficialmente y yo no puedo ayudarles porque tampoco lo sé.
¿De verdad era necesario someter a las personas que no tienen nada y que lo están pasando tan mal a semejante estrés?
No puedo entender en qué España viven quienes deciden que una paga que en estos momentos de economía de guerra es la única tabla de salvación para muchas familias, debe solicitarse por internet.
Entiendo que el Gobierno no quiere colas multitudinarias frente a la Delegación del Gobierno de cada comunidad autónoma, pero una España a dos (y hasta a tres y cuatro) velocidades no puede pretender que las personas con menos recursos se manejen con los programas de escaneo de documentos como el difunto Steve Job.
Como he dicho, tardé dos horas en subir todos los documentos. Sin embargo, a estas alturas sigo sin saber si la solicitud será válida o no con los papeles adjuntados. Tengo el corazón en un puño. Me siento responsable. ¿Son suficientes? ¿Necesitarán más? ¿Dónde los tendrán que presentar?
Supuestamente el Gobierno empezará a pagar el próximo 26 de junio con carácter retroactivo desde el 1 de junio. Yo imaginé que la web iba a estar hoy colapsada y no lo estaba. ¿Saben por qué? Porque hay que tener el corazón en el medio del pecho para rellenar esa solicitud. Me parece impresentable. Y que conste que expuse aquí y mantengo mis reservas respecto a este tipo de subvenciones, pero entiendo que hoy por hoy es lo único que tienen muchas familias para sobrevivir a la crisis postcovid. Con el hambre no se juega.
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