Ha formado parte del Ballet Nacional de España y lucha por encontrar su voz propia en sus espectáculos mezclando el flamenco, la danza española y otras disciplinas artísticas. El coreógrafo y bailarín Daniel Doña (Granada, 1977) estará este viernes (a las 21:00 horas) y sábado (a las 20:30) en el Teatro Kursaal con su espectáculo ‘Hábitat’, en el que combina tradición y vanguardia. Dice estar muy ilusionado por venir a Melilla porque aquí están parte de sus raíces familiares. “Va a ser una fiesta”, asegura.
–¿Qué ofrecerá al público melillense el espectáculo ‘Hábitat’?
–Es un espectáculo de danza alejado de las etiquetas. Intento mostrar la pluralidad de mi bagaje coreográfico. Encontrarán piezas que estén cercanas a clásicos de la danza española y otras, al flamenco. Está estructurado bajo un universo contemporáneo y muy actual. La escenografía es muy textil; es como una marioneta que va cambiando en cada escena. Somos cuatro hombres: me acompañan el bailarín Cristian Martínez y la música al acordeón de Alfredo Valero y David Vázquez.
–El espectáculo combina tradición y vanguardia. ¿Cómo se consigue?
–Buceando en la tradición. No estamos inventando nada. Estamos inspirándonos en lo clásico pero lo contextualizamos en el año 2017. Esa es la dualidad y ese es el juego que hay continuamente en nuestro espectáculo. Hay mucha simbología flamenca pero con una visión contemporánea y con un lenguaje de autor que es lo que vengo defendiendo desde hace casi una década.
–¿Cómo es su público? ¿Cómo animaría a los melillenses a asistir a la obra?
–Es un público muy variado. Muchos de ellos son aficionados a la danza. Otros llegan por casualidad porque han escuchado hablar de la compañía, del trabajo que llevamos desarrollando desde el año 2004. También nos llega mucha gente a través de las redes sociales. Son una herramienta fundamental para la difusión. Hay mucho público que nos ha conocido por ellas y se han animado a ir al teatro y se han convertido en un público fiel.
A los melillenses les diría que bajamos con mucha ilusión. Es mi primera vez en Melilla pero casi toda mi familia es de allí. Va a ser una fiesta porque me voy a reencontrar con familiares. Toda la compañía bajamos con una ilusión tremenda porque ellos saben lo importante que son para mí estas funciones en el Kursaal. Yo invitaría a los melillenses a asistir porque el espectáculo es novedoso y atiende a muchas sensibilidades. Los espectadores que se han aficionado al flamenco van a encontrar buena simbología. Los cercanos a la danza contemporánea encontrarán estructuras más actuales. No hay que desaprovechar las oportunidades de las compañías que llegan a la ciudad.
–¿Qué idea tiene de Melilla?
–Hay muchos paisajes que me he creado en mi cabeza a través de las historias que me han contado. Mi tío me tiene preparada una ruta para que conozca la casa donde nació mi madre, donde jugaba... Yo soy de Granada y estoy muy acostumbrado a esa dualidad de culturas y Melilla es también muy multicultural. También me han hablado muy bien de la comida y de la gente. Espero que sean unos días inolvidables para mí y para la compañía.
–¿Cuál es el ‘hábitat’ personal de Daniel Doña?
–Mi hábitat es un universo plural, diverso, en el que haya sitio para todos los universos particulares que han ido formando mi bagaje profesional. Es un hábitat donde se comparte y se invita a disfrutar de la danza y de la música.
–¿Cuáles son las fuentes de las que beben sus obras?
–Cada espectáculo es diferente. En algunos de ellos me he inspirado en una fotografía, en otros, en un libro, en un paisaje. En este caso, yo venía de muchos ‘noes’, de un año en el que había intentado emprender un proyecto grande y no encontraba festivales que lo apoyaran. Y llegué a la conclusión de que tenía que hacer un hábitat en el que yo me sintiera libre. En este caso, mi inspiración fue crear desde la libertad y sin etiquetas. En otros espectáculos como ‘No pausa’, me he basado en los cafés cantantes del siglo XVIII. He hecho una investigación sobre los cantes populares y lo he contextualizado en 2017. Voy buscando inspiración en la vida y, sobre todo, voy buscando mover conciencias.
–Ganó el Premio El Ojo Crítico de RNE de Danza 2016. ¿Qué le supuso ese reconocimiento?
–Fue una sorpresa. Es un premio con una importante trayectoria. Después me provocó un poco de presión por si no estaba a la altura. Pero el premio no me sirvió para posicionarme. En España, los premios son pasajeros. Son una palmadita en la espalda. Te dicen que vas por buen camino. Es un rayo de luz porque es bonito pero sirven para poco.
–¿Cuál es el panorama actual de la danza? ¿Cómo le ha afectado la crisis?
–Ha dejado mucho por el camino. Ha habido compañías históricas que han tenido que cerrar porque la situación es insostenible. Se ha dejado mucho talento sin poder desarrollar porque no han tenido la oportunidad en los circuitos. Ha dejado muchos cadáveres. Es mentira que nos estemos recuperando. Lo único que notamos es una disposición al no olvido pero las artes escénicas, particularmente en España, están muy olvidadas. Antes de la crisis también pasaba pero se podían hacer contrataciones. Con la crisis, se ha descubierto la cruda realidad. Hay poco interés institucional por sacar adelante la danza española, un patrimonio cultural que forma parte de nuestra historia.
–¿Y los próximos proyectos?
–Acabo de estrenar ‘Cuerpo a cuerpo’, en el que celebro que he cumplido 40 años. Empezamos ahora la gira y seguiremos con ‘Hábitat’. Y la semana que viene me voy a Estados Unidos un mes a trabajar como maestro invitado en una universidad. Estamos recogiendo todo lo sembrado en los últimos años.
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