La guerra en Twitter y el transfondo de las dos Melillas

Las redes sociales, especialmente Twitter, se han convertido en un campo de batalla entre los partidarios del tripartito CpM-PSE-Cs y los que se inclinan por un Gobierno liderado por el PP como ganador de las elecciones de mayo pasado.

Unos y otros se echan en cara todo tipo de acusaciones de tenor ya conocido. Los diputados y dirigentes de CpM no dejan de hablar de “supuesta compra de votos” por parte de los populares, así como de imputaciones judiciales a miembros del PP que aún pendientes, sobreseídas o sin calificación siquiera son, en todos los casos, igual de válidas como prueba de “corruptelas” del Gobierno Imbroda.

Los populares por su lado lo tienen fácil recordando las condenas a Aberchán y al exsecretario general socialista, Dionisio Muñoz, entre otros miembros de CpM y PSOE, por el escandaloso caso del voto por correo de las elecciones de 2008.

Todo lo anterior en medio de un agrio fuego cruzado en el que los partidarios del PP han optado por un vídeo explicativo de las dos Melillas que, consideran, se están sometiendo a confrontación: Una, la que ellos proponen y, otra, la que dicen tendríamos con CpM, ejemplificándola en distintos momentos o actuaciones de sus dirigentes claramente demostrativos de su mayor deriva étnica y radical de los últimos años.

Todos, además, enlazan sus mensajes con llamadas a Albert Rivera para que se dé por aludido. Lo incierto es en qué medida llegan realmente esos mensajes al líder nacional de Ciudadanos, tan enfrascado como está en la negociación del control político de las principales capitales y en el seguimiento de la no menos farragosa investidura de Pedro Sánchez.

El lío político de los pactos es tan monumental en todo el ámbito nacional que la ‘amenaza’ de posible convocatoria de nuevas Generales por parte de los socialistas parece no conmover a nadie, más allá del aparente intento desesperado de presión para que populares y ‘ciudadanos’ se abstengan en la investidura y no les fuercen a recabar apoyos poco deseables.

El tacticismo del que hablaba Casado hace unos días está dejando por los suelos la imagen de estabilidad y capacidad de concordia democrática que tanto necesita nuestro país.

Y otro tanto de lo mismo pasa en Melilla, donde los cepemistas, especialmente, solo ven la paja en el ojo ajeno y se niegan a ver la viga en el propio.

Para CpM su crecimiento electoral ha sido transversal y representativo del conjunto de la sociedad melillense. Las críticas que los tachan de partido identitario y religioso son fruto de una reflexión esquizoide e interesada.

Para el PP, CpM es mucho más que un partido étnico-radical de peligroso encaje en una Melilla diversa y plural; es además una baza para la marroquinización de Melilla.

Vistas las posturas, extremas y exageradas por parte y parte, no sé qué vamos a sacar de positivo si se fragua el tripartito, pero lo evidente es que ni es bueno agitar el fantasma de la marroquinización, ni tampoco la radicalidad peligrosa en la que han ido sumergiéndose los cepemistas a medida que ha ido pasando años en la oposición y la situación de su principal dirigente se ha vuelto más complicada por la condena del caso voto por correo.

Coalición, que ahora pretende dar la imagen de partido plural y progresista tras el parapeto de su proyección propagandista, se niega a reconocer su crecimiento electoral unilateral entre el sector hispanobereber de Melilla, al que se ha dirigido y dedicado especialmente con carácter prácticamente exclusivo. Los datos por mesas y colegios electorales así lo avalan. Cualquier otro análisis peca de falso por incorrecto.

Asimismo, se niega a ver que sus nuevos fichajes abogan por un rupturismo de la convivencia, a base de la confrontación cultural y religiosa, perfil que encarna especialmente Yonaida Sel-Lam pero que en el conjunto de la dirección de CpM se practicó sobradamente, especialmente durante las irracionales campañas contra la prohibición del pase fronterizo de borregos por causa de la fiebre aftosa.

“Quizás no quede tiempo para enderezar nada pero al menos tiene que haberlo para no socavar más nuestra convivencia y considerar que nada se soluciona confrontando unos electores contra otros. Tanto CpM como PP deben hacer autocrítica y repensar qué conviene más a Melilla”

Los populares, en mi opinión, se equivocan cuando agitan el fantasma de la marroquinización tan unido al mensaje del miedo al moro. Pero CpM, por su parte, crece en su capacidad por disgregar y sembrar desconfianzas cuando explota tan torticeramente los sentimientos religiosos en pro de la unidad política e identitaria.

Ambos partidos deberían hacer autocrítica y con ellos el resto de sus comparsas, tanto el PSOE, que con gran irresponsabilidad le hizo y le sigue haciendo el juego en toda la manipulación de la fiesta del Sacrificio; como Ciudadanos, al que su argumento regeneracionista sinceramente se le queda bastante corto como sustento de una futura alianza con los cepemistas.

Halagaba la directora de la Ser en Melilla, Toñi Ramos, a Mustafa Aberchán, cuando lo entrevistó hace unos días, porque, según dijo, en las distancias cortas no es ningún monstruo y porque encarna al jugador de ajedrez que va dos partidas por delante. Suscribo que desde luego no es ningún monstruo, al contrario, en mi opinión es un gran médico pero, gran estratega o no, también lo veo como un pésimo político con gran querencia al principio de que el fin justifica los medios. Una inclinación maquiavélica que comparte con otros líderes locales emplazados a repensar igualmente qué conviene más a nuestra ciudad.

Quizás no quede tiempo para enderezar nada pero al menos tiene que haberlo para no socavar más nuestra convivencia y considerar que nada se soluciona confrontando unos electores contra otros.