Los trabajos en la desembocadura del río de Oro no ha llegado a su fin y ya generan reacciones por parte de la asociación ecologista Guelaya. El proyecto, cuyo costo de licitación fue de 789.530 euros, es criticado por “convertir el río en una hormigonera de cemento”.
Manuel Tapia, representante del área de Conservación y secretario de Gueyala, aseguró la losa de cemento no permite que se filtre el agua.
“No se ha inaugurado y ya hay cuatro grandes charcos que va a hacer que haya más mosquitos que antes”, dijo.
Considera que la “poca fauna” que había antes de los trabajos eliminaba los mosquitos, no obstante al colocar cemento ya no llegarán las aves.
Además temen que en un futuro se produzca un cambio en el proyecto que cueste dinero a los ciudadanos. Tapia cree que habrá que modificar los trabajos para ajustarlos a la directiva Marco de Agua Europea, la cual plantea la renaturalización de los ríos y que la desembocadura termine en el mar.
“Nos tememos que habrá que invertir dinero para cambiar esa obra, que hace que el río desemboque en una alcantarilla y no en el mar, una cosa ilógica, o que venga una riada y se lo lleve todo por delante”, dijo.
Basándose en la normativa Marco de Agua, Tapia subrayó que hay que eliminar el canal de cemento.
Otra denuncia hecha por la asociación es el vertido de aguas fecales al río, que insiste, no ha sido solucionado. La vegetación que tenía podía filtrar este líquido, pero al ser todo de concreto es inviable que ocurra.
El proyecto del río de Oro contempla la creación de un estanque al final de la desembocadura de 720 metros cuadrados que evitaría que haya agua embalsada con larvas y mosquitos. Además que las fuentes instaladas oxigenarían el agua evitando que ocurra.
La obra incluye la reforma del suelo y se encauzará el río. Un cambio en las paredes laterales y la instalación de piedras con iluminación led forman parte del plan.
Para Tapia, es importante “convivir con los ríos, porque son una oportunidad y no un problema”. A su juicio, la Ciudad Autónoma percibe que el afluente de agua no es un río, sino “un inconveniente” para Melilla.
Hacer que las ciudades no estén alejadas de la naturaleza y hagan sinergia es la premisa de Gueyala, en la que “el medio ambiente penetre en las ciudades” y no sean solo de concreto.
A juicio del representante de Conservación y secretario de Guelaya, Manuel Tapia, el consumo de agua en la ciudad está disparado, cuadruplicándose con respecto a la península.
400 litros de agua por habitante y día es el gasto en Melilla, afirmó.
“Eso es ilógico ese consumo , y como no cambiemos la forma de concebir el agua, eso va a ser un problema siempre”, dijo. La concienciación de la ciudadanía y la educación son pilares fundamentales para revertir esta situación.
También plantea que haya penalizaciones. “La educación es a las personas en edad escolar que tiene que aprender los errores que hemos cometido, y lo que estemos haciendo mal nosotros, los adultos, se nos tiene que sancionar. Toda esa agua desperdiciada (...) esas roturas que no se eliminan, si no se sanciona, vamos a estar igual siempre”, aseveró.
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