La asociación ecologista apuesta por un plan de limpieza regular para evitar estas situaciones
La asociación Guelaya – Ecologistas en Acción se ha hecho eco de las últimas declaraciones de la Consejería de Medio Ambiente en las que demandaban la urgente limpieza de la desembocadura del Río de Oro, ya que en la actualidad presenta “suciedad, aguas estancadas, insectos y numerosos reptiles” que dificultan la vida a los vecinos de la zona.
En este sentido, el máximo responsable de la asociación ecologista, Manuel Soria, remarcó que “el problema tiene fácil solución”, y apostó por algunas medidas de implantación a corto plazo, como establecer un programa regular de mantenimiento. No obstante, también planteó otras medidas, como la posibilidad de conectar mediante una arqueta los posos de agua estancada con la estación de bombeo que hay en la desembocadura del río.
Sin embargo, matizó que hay que actuar en el origen del problema, ya que pese a que mucha de la suciedad y los residuos que arrastra el agua provienen de Marruecos, también es cierto que Guelaya, mediante su plan de estudios de cauces, ha determinado que en la cuenca melillense también hay zonas con abundante suciedad.
Un problema que, en palabras de Soria, se debe en numerosas ocasiones a la abundancia de especies vegetales alóctonas que provocan la formación de agrupaciones de residuos al no tener capacidad para absorber el agua, así como la “masiva presencia de hormigón” en algunos tramos, como en los arroyos de la Mezquita y el de Farhana.
Así pues, no dudó en apostar, como ha hecho en otras ocasiones, por la naturalización del tramo final del río con un fondo “que absorba en la mayor medida de lo posible las aguas estancadas”, ya que además “el hecho de que la desembocadura esté en un nivel inferior al del mar provoca que haya encharcamientos con frecuencia”.
Al hilo, Soria remarcó que hay tramos en Melilla “que están mucho peor de lo que deberían”, y que la principal causa es que muchos de ellos “se utilizan como contenedores de desperdicio”, por lo abogó por un plan para conservar el cauce en buen estado “y prevenir antes que curar”.
El mejor recodo existente en la ciudad sería el del Río Nano, según afirmó, ya que “al ser el que más alejado está de los núcleos poblacionales presenta más elementos naturales que permiten su óptima conservación”.
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