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Grupos criminales controlan los turnos de la Oficina de Asilo de Melilla

Son las 20:00 horas de la tarde y el sol comienza a esconderse lentamente en Melilla. En el último punto antes de pasar de la ciudad española a la provincia marroquí de Nador, en el paso fronterizo de Beni Enzar, una veintena de marroquíes yacen en el suelo en el mismo lugar en el que se ha estado haciendo cola en los últimos meses para pedir asilo en la oficina que hay destinada para ello dentro de la frontera.

Sentados sobre cartones o colchas esperan a que la Policía Nacional comience a primera hora de la mañana con las entrevistas con la esperanza de que les admitan a trámite la solicitud de asilo y de esa forma poder viajar a la península.

Malheridos, con sed y algunos con más de una semana a sus espaldas esperando turno, ese no es su único problema. Antes de que la Policía comience a pasar turnos, entre las 05:00 horas y las 06:00 horas, un pequeño grupo de melillenses acuden al lugar para coaccionarlos, aseguran a El Faro.

Según explicaron, el proceso de coacción consiste en que cada madrugada, dos o tres miembros de este grupo se acercan a la fila y empiezan a exigir una compensación económica, que puede llegar a los 400 euros, a cambio de dejarles los primeros en la fila de espera.

Si los solicitantes de asilo no aceptan el chantaje, reciben amenazas de este grupo de personas, que portan armas blancas.

Por ello piden ayuda policial: creen que les bastaría con la presencia de un agente junto a ellos. Tienen miedo y están preocupados, pues a la difícil situación en la que se encuentran, se suma la preocupación de los turnos.

Matizan que no es que no puedan entrar a ser entrevistados, pero que van a tardar más porque los primeros turnos se los llevarán aquellos que paguen la suma exigida por esta “mafia”.

Desde el Sindicato Unificado de la Policía ya apuntaron a El Faro en un artículo anterior que estaba habiendo problemas en la zona y que la UPR se ha visto obligada a intervenir.

También, Podemos denunció el cobro de 100 euros para obtener una cita.

Solicitantes

Jawad es de Casablanca y tiene 26 años. Llegó hace apenas unos días después de cinco horas nadando hacia Melilla. Espera poder conseguir su cita y así poder irse a Europa para encontrar un trabajo porque asegura que hay problemas en Marruecos, donde aunque puede trabajar, el salario es muy bajo.

“Quiero tener una familia, casarme, pero en mi país no puedo porque el salario máximo son 300 dirhams”, explicó.

“Marruecos no está bien”, recalcó.

Por su lado, Said asegura a El Faro que se fue de Marruecos huyendo de la corrupción del equipo de fútbol en el que jugaba. Explica que ya estuvo en Europa pasando de un país a otro hasta que fue expulsado y devuelto a Marruecos.

Para volver, tuvo que nadar siete horas hasta Melilla. Afligido, dice que no puede explicar lo que sintió, pues puso en riesgo su vida. Desde entonces lleva una semana en la calle y ahora está preocupado por la llegada del invierno, ya que no tienen la ropa y las mantas necesarias para protegerse.

Said es crítico con la imagen que tienen los turistas de Marruecos, porque estos piensan que el país es un paraíso, pero asegura que todo es maquillaje.

“Los turistas no conocen los problemas de como los viven los marroquíes”, ya que, según explica, hay numerosos ciudadanos con muchas dificultades económicas y de subsistencia.

“Quiero vivir como una persona normal con una vida sencilla. No me gusta que me traten como un esclavo”, manifiesta.

“Estoy aquí para salvar mi vida”, señala Mustafa. Su caso es distinto al de Jawad y Said, pero conocido en Melilla. Él ha estado más de 20 años trabajando en la ciudad, al igual que su mujer, y con el cierre de la frontera han perdido el sustento de vida que tenían. Asegura que él es el único que puede mantener tanto a su familia como a sus tres hijos y mujer.

“Una vida mala”, repite en varias ocasiones Mustafa durante sus declaraciones a El Faro. Añade que “hay gente que no tiene vergüenza a la hora de coger turno y le han llegado a amenazar con un cuchillo”.

Al final, no importa la hora o el momento en el que lleguen, porque el grupo criminal pondrá en primer lugar a quien quiera.

 

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