El Ministerio Fiscal ha solicitado cuatro años de prisión para un hombre acusado de un delito de robo con violencia. El inculpado supuestamente golpeó a una mujer embarazada para sustraerle el teléfono móvil.
Los hechos ocurrieron el pasado 15 de septiembre de 2015 sobre las 21:40 horas en la calle Antonio Alberto Gómez. La víctima, una mujer embarazada de seis semanas, se encontraba paseando a su perro, junto a su sobrina. El acusado supuestamente le golpeó la cara y le sustrajo el móvil que llevaba en la mano.
El investigado, en su comparecencia ante el juez, negó los hechos. Explicó que el nunca “pegaría a una mujer para robarle” y menos “con la cara destapada”. Además, apuntó que él ha sido inculpado por “error” y que sabía quién era el autor “real” de los hechos. Argumentó que “la confusión” se debe a los rasgos físicos que comparte con la persona que, según él, protagonizó el robo. “Llevo barba y ya me ha traído muchos problemas porque me han confundido en otras ocasiones”, dijo. “Cuando llegué a la comisaría y dos policías me atendieron, uno de los agentes me miró de perfil y le dijo al otro: “Este no es”, contó. Según el acusado, al escuchar dicha declaración, le preguntó al policía por qué tenía que estar en comisaría. “Me dijo que no habían sido ellos los que me habían arrestado y que no podían hacer nada”, señaló.
Ante la pregunta de su abogada de si conocía a la persona que a su juicio había sustraído el móvil a la víctima, contestó que sí. “Vive en Melilla, concretamente en La Cañada, le puedo enseñar su casa y decir su nombre”, declaró.
Testigo
Durante el juicio, declaró la víctima en calidad de testigo detrás de un biombo para no ser vista por el acusado. Aseguró que cuando estaba paseando su perro, acompañada de su sobrina, el hombre le propinó “un único” golpe en la cara para arrebatarle el móvil de la marca Samsung que portaba en la mano. Contó que identificó al inculpado a través de una imagen que le mostraron los agentes y que no tenía dudas de que el acusado había sido el culpable. La juez pidió a la víctima que ratificase si el hombre que estaba sentado en el banquillo de los acusados. “Sí, es él”, aseguró.
Última palabra
El acusado, en su derecho a la última palabra, insistió en que “se le estaba condenando por una confusión”. “No entiendo por qué los policías que me atendieron no han sido llamados para declarar”, apuntó.
La defensa alude a presunción de inocencia de su cliente, justificando que podría haberse equivocado a la hora de identificar al autor de los hechos.
La fiscal mantuvo la pena, aludiendo que la víctima no tenía “ningún motivo de odio” por el que inculpar al acusado.
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