Tres días después de que los antidisturbios de la frontera y la Guardia Civil rescataran un coche policial reventado a pedradas en La Cañada, la Policía Nacional volvió a entrar ayer en el barrio. Ésta vez para detener a un presunto yihadista de 19 años, que está acusado de formar parte de una célula que difundía y traducía al castellano la propaganda del Daesh.
También, según el Ministerio del Interior, captaba yihadistas para enviarlos a zonas en conflicto donde la organización Estado Islámico vive sus horas más bajas.
Con el golpe de efecto de ayer, sincronizado al milímetro con la Oficina de Investigación Criminal alemana y la Policía Federal belga, el Cuerpo Nacional ha enviado un mensaje claro a los delincuentes que le hacen la vida imposible a los vecinos del barrio. Sólo falta que los detengan, de uno en fondo y lo antes posible.
Según el ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, la célula yihadista a la que supuestamente pertenece el joven arrestado ayer en La Cañada es “especialmente peligrosa”. Esta frase lapidaria contrasta con las declaraciones hechas ayer por el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, que en rueda de prensa aseguró que Melilla es hoy una ciudad más segura que hace cinco años. ¿Con un yihadista en La Cañada que ya había sido investigado cuando era menor de edad?
La mujer del César, además de honesta, debe parecerlo. No dudamos de que El Barkani, con los números en la mano, tenga toda la razón del mundo. Sin embargo, la situación preocupa en la calle. Tanto es así que el grupo de Facebook Opinión Popular de Melilla, con más de 11.000 seguidores, ha convocado para mañana una manifestación para reclamar más seguridad en la ciudad.
Desde la Jefatura Superior de Policía adelantaron ayer que se replantearán el número de agentes que estará de guardia los domingos para evitar que se repitan incidentes como el de La Cañada, que pudo costarle la vida a dos funcionarios del Cuerpo.
El ridículo ya lo hemos hecho y ha sido monumental. Si Guardia Civil y antidisturbios no llegan a tiempo, del coche de la Policía Nacional no habría quedado ni la matrícula. Después de este lamentable espectáculo, ya podemos repetir una y mil veces que Melilla es una ciudad segura. Pero mientras no haya detenidos en La Cañada por esos actos o no se encuentre la escopeta robada, seguiremos pensando que hay un delincuente armado en la ciudad. El tiro se lo puede llevar cualquiera.