Dentro del ámbito de la izquierda política; la derecha lo tiene muy claro. Hay diferentes opiniones sobre amnistiar al líder de Junts, Carles Puigdemont. Una parte piensa que lo importante es que España tenga un gobierno progresista y la otra opina sobre todo, que lo importante es cumplir la ley constitucional.
Yo estoy de parte de los que no quieren amnistiar a Puigdemont. Las leyes las hacen los políticos y los políticos tienen que tener una credibilidad. Para ello, deben de expresar sus ideas y esas ideas deben de convertirse en proyectos tangibles en el devenir del tiempo. El presidente de España, Pedro Sánchez, dijo con absoluta claridad que traería ante la Justicia española a Carles Puigdemont. Fue una promesa clara y nítida, sin ningún tipo de matices. Ahora por mantenerse en el poder no debe de cambiar de idea, ni obrar de otra manera.
Esta actitud que está tomando fuerza en la formación política Sumar, le costará su existencia. Sin embargo, el cambio de opinión que tome la dirección del PSOE en algo tan delicado como amnistiar a una persona, no como los golpistas que se quedaron a disposición del Tribunal Supremo, sino a forajidos de la Justicia y refugiados por el paraguas político del Parlamento Europeo... Amnistiar a semejantes personajes por el hecho de conseguir los suficientes escaños para mantenerse en el poder, no solo quita cualquier atisbo de legitimidad al Gobierno, sino al partido que sustenta a semejantes líderes.
Por lo expuesto, opino que el PSOE, si pasa por el aro de los independentistas, tiene a medio plazo los días contados al igual que Sumar. La Izquierda deberá regenerarse en el futuro y acatar el marco constitucional, porque todos los argumentos que sostienen nuestra política orgánica quedarán en entredicho. Y eso es muy peligroso… Pueden pasar muchas cosas.
Desde mi perspectiva, la oposición debe de poner sobre la mesa entre ocho y doce puntos que el presidente del partido más votado debe de aceptar para ser investido. Y después, mediante un programa trasversal de obligado cumplimiento, debería de gobernar la Nación en base a lo pactado. Sé que las cosas que digo son demasiado civilizadas para la clase política de este país. Así que lo más lógico sería mantener la demanda de regreso de todos los forajidos y ponerlos ante nuestros tribunales de justicia competentes. Hacer un referéndum de cómo se deben denominar las diferentes comunidades autónomas: Comunidad autónoma de la Nación Hispano-Esuskalerría, Comunidad autónoma de la Región de Andalucía o del Cantón Murciano, o lo que sea. Tal y como quiera y se sienta la totalidad de la ciudadanía española sin distinción ni preferencia. Una repetición de comicios nacionales, inhabilitando para participar en el Congreso Nacional a aquellos partidos que por naturaleza no se sientan españoles y bloquean mediante el chantaje y la mezquindad la gobernabilidad de nuestro país.
Desde mi perspectiva, esto es lo que se debería de hacer con valentía, conciencia y pleno convencimiento... Y es que si no se cree en la democracia de esta manera, ¿merece la pena tenerla?… Yo creo que no.
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