El 10 de septiembre fue el Día de la Prevención del Suicidio. Por este motivo, la asociación Feafes ha organizado este martes un videofórum en la Consejería de Cultura, como parte de las iniciativas que se están llevando a cabo en el país acerca de este tema.
Tras la proyección del largometraje documental ‘La palabra maldita’ de Javier Álvarez Solís, una pieza audiovisual que narra la historia de tres mujeres decididas a romper el silencio impuesto sobre el suicidio, se llevará a cabo un debate dirigido por las psicólogas Beatriz García y Belén Sola junto al presidente de Feafes, Juan Luís Villaseca.
España registró 3.941 defunciones por suicidio en 2020, un 7.3% más que en 2019. El mayor número de estos sucesos suele producirse habitualmente durante los meses de primavera y verano.
Belén Sola explica que el sentimiento de desesperanza es la principal razón que puede llevar a una persona a cometer este acto. Aunque puede haber muchos otros factores, experimentar esta sensación conduce a ver como única salida posible el suicidio.
Este sentimiento se produce cuando los mecanismos de afrontamiento y las redes de apoyo fallan o la perspectiva de futuro es incierta. “Cuando se dan una serie de circunstancias, la persona puede verse más abocada a ver que la solución más adecuada es esta”, comenta.
Aún así, la psicóloga afirma que, a pesar de la complejidad para enumerar todos los factores que pueden conducir a alguien a tomar este tipo de acciones, el más común, sin lugar a dudas, es la sensación de desesperanza.
Las personas con trastorno mental son un colectivo vulnerable que ha sido bastante castigado por esta problemática.
Y es que si bien existen estados muy críticos de salud mental, como los cuadros de depresión, que pueden favorecer este sentimiento y la incapacidad de hacerle frente, Sola asegura que “ni todas las personas que tienen trastorno mental se suicidan, ni todos las personas que se suicidan tienen trastorno mental”.
Aunque desde el ámbito de la psicología se trabaja en facilitar herramientas para poder prevenir el suicidio, la cuestión reside en lo que la sociedad puede hacer para que la persona mejore en esta situación.
La gestión emocional es clave para saber cómo afrontar estos sentimientos. Si este aspecto se trabajase en mayor profundidad, sería mucho más fácil para las personas poder reconocer y gestionar lo que sienten. Al mismo tiempo, los que lo rodean también podrían identificarlo.
“Si yo siento que, aunque me sienta muy desesperanzada, hay un momento de finalidad y que todo esto me va a permitir obtener herramientas nuevas, conseguiré salir de esta situación de una forma completamente nueva”, explica.
Sin embargo, una persona que tiene pensamientos suicidas, al no tener herramientas, solo ve una única salida. Pero su objetivo no es dejar de vivir, sino de sufrir. Por este motivo, es muy necesario el aprendizaje de nuevas estrategias que le permitan darle la vuelta a este escenario y poder salir de él.
La resiliencia es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos y, en palabras de la psicóloga, muy importante en el ser humano para combatir esta sensación de desesperanza.
En estos últimos años, el número de suicidios en menores ha llegado a aumentar hasta un 50% y muchos de estos casos se producen después de sufrir bullying en la escuela. La psicóloga Beatriz García asegura que influyen muchos más factores, pero que de por sí los jóvenes suponen el mayor grupo de riesgo.
La adolescencia es una etapa de muchos cambios. Durante estos años la familia pasa a un segundo plano y lo más importante para los menores en esta época es su grupo de iguales, es decir, sus amigos.
“Cuando tu grupo de iguales ejerce sobre ti ese acoso, genera un impacto muy grande porque desaparece tu principal red de apoyo”, explica García. Esto viene unido a que a esa edad aumenta la exigencia escolar, el número de tareas y disminuye el tiempo para descansar y divertirse.
Este cúmulo de cosas generan una situación crítica en los adolescentes porque es muy importante que tengan un apoyo social entre sus iguales y puede generar esa común sensación de desesperanza.
Por este motivo, los profesores desempeñan un papel muy importante porque actuarán como un primer filtro. “Muchas veces estos niños y niñas llegan a sus casas y no quieren hablar del tema”, señala. Por lo que es muy importante que los protocolos anti bullying que existen en las escuelas se activen y se llevan a cabo ante una sospecha para evitar casos más graves.
En Feafes quieren formarse para poder atender a los supervivientes del suicido. Son aquellas personas, familiares y amigos, que han sufrido la pérdida de un ser querido por esta causa y se encuentran en proceso de duelo.
Entre ellos el sentimiento de culpa es el más habitual porque creen que no han hecho lo suficiente y es muy complicado trabajarlo. En el caso de los menores, mucho más porque los padres no están preparados para afrontar la muerte de un hijo.
Lo más eficaz para que los supervivientes puedan trabajar el duelo son los grupos de apoyo. La sociedad todavía se muestra bastante reticente respecto al suicidio y continúa siendo tabú en gran parte de la sociedad.
En muchas ocasiones por temas religiosos, ya que antiguamente las personas que fallecían de esta manera no podían ser enterradas, o por miedo al contagio y que los suicidios se propagasen entre la gente como si fuese una pandemia.
Hay personas que les dicen a los familiares que digan que es un accidente para evitar que se sepa que un ser querido ha decidido acabar con su vida. Al final, ellos mismos acaban creyendo esa mentira y terminan por ocultar lo sucedido.
“Si no hablamos de algo, parece que es negativo. El hecho de que los familiares puedan juntarse para hablar de una situación parecida les genera tanta comprensión y empatía que es muy beneficioso para ellos”, explica García.
Por este motivo, lo principal es dar información acerca de estos casos al igual que se hace con los accidentes de tráfico, por ejemplo, pero sin ofrecer detalles. Además de fomentar lo beneficioso para la salud mental que es acudir al psicólogo, pedir ayuda y hablar de las emociones.
Una de los beneficios que ha traído el confinamiento ha sido otorgarle el papel que le corresponde a la salud mental. Aunque en estos años ha aumentado su presencia en la sociedad, hasta hace muy poco era un tema tabú.
Antes se pensaba que las personas con problemas de salud mental tenían que estar encerradas en un sitio y que no podían tener trabajo ni familia, es decir, desarrollar su vida con normalidad. Ahora, sin embargo, “nos hemos dado cuenta de que no”, apunta García.
Los estudios arrojan que en Europa 1 de cada 4 personas van a tener en su vida un problema de salud mental, por lo que la probabilidad de que una persona lo padezca o alguien de su círculo cercano –ya sean familiares o amigos– es bastante alta. Por lo que será algo que “nos vamos a encontrar a lo largo de nuestra vida”.
Sin embargo, a raíz de la pandemia se ha comenzado a visibilizar más. El confinamiento que se produjo durante tres meses en todo el planeta provocó que muchas personas hicieran frente a sus problemas de salud mental y la opción de acudir al psicólogo comenzó a normalizarse.
La ansiedad es una de las enfermedades mentales que el ser humano puede padecer a lo largo de su vida en numerosas ocasiones con total seguridad. A pesar de ello, muchas personas son incapaces de identificarla y no le prestan atención.
García considera que esto radica en la naturaleza hedonista del ser humano. “Vivimos en una sociedad donde queremos estar siempre felices y evitamos los problemas”, explica. Pero también debe haber momentos en los que la tristeza tenga cabida porque todas las emociones son igual de importantes en nuestras vidas.
Por este motivo, al igual que comentaba la psicóloga Belén Sola, la clave para gestionar este tipo de problemas reside fundamentalmente en la inteligencia emocional. Al no saber cómo trabajar con ellas, este sentimiento “se cronifica en el tiempo” pudiendo resultar en un trastorno por depresión, por ejemplo.
García opina que la inteligencia emocional debería ser una asignatura obligatoria en las escuelas. Por el momento, se está normalizando mucho más a ir al psicólogo, algo que tampoco estaba bien visto hasta no hace mucho.
Ahora cada vez es más habitual ver a la gente compartiendo sus experiencias con el psicólogo en las redes sociales, como Tik Tok, para intentar ayudar a otros que todavía no han ido. “Parece que ahora es un poco más guay tener ese apoyo y ese consejero”, apunta García, quien se alegra de que se pierda ese miedo a pedir ayuda.
El Ministerio de Sanidad promueve la Línea 024 de atención a la conducta suicida. Se trata de una línea telefónica de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados. Está disponible las 24 horas del día, los 365 días del año.
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