No hubo medias tintas en Melilla. El vicesecretario de Organización Territorial del PP, Miguel Tellado, habló claro en la Junta Directiva que presidió el jueves en la ciudad junto a Juan José Imbroda. La mano derecha de Alberto Núñez Feijóo pidió unidad y señaló al senador y actual presidente regional del partido para liderar a los populares locales en el Congreso regional que se celebrará a la vuelta del verano, aunque aún no ha trascendido la fecha exacta del cónclave.
Por si no había quedado claro, Tellado no habló solo de la apuesta por Imbroda para liderar el partido. También le planteó el reto de "ganar las elecciones", lo que significa que Génova no solo respalda a Imbroda para ser reelegido como presidente del PP local sino también para ser cabeza de lista en la candidatura popular a los comicios del próximo 23 de mayo.
El discurso de Tellado en Melilla fue claro. Primero mandó un aviso a navegantes y pidió mantener las filas prietas y luego puntualizó que Imbroda es la única opción de Génova para mantener al PP unido "como una roca". Es el mismo mensaje que precisamente ha conseguido todo lo contrario en territorios como Murcia, donde la imposición de la candidatura única ha hecho saltar por los aires la unidad.
Como resultado, allí las votaciones del Congreso regional, que ganó Fernando López Miras tras presentar más de 5.000 avales y conseguir el 97% de los votos, han sido impugnadas por un militante, ex alto cargo del Gobierno popular de Ramón Luis Valcárcel, y ahora Génova tiene en Murcia un problema mucho mayor: un PP más dividido que nunca a solo nueve meses de las próximas elecciones autonómicas y un presidente cuya palabra no vale nada tras publicarse los mensajes de WhatsApp en los que prometía integrar a los rebeldes y luego lo dejó vestidos y sin ir al baile. Si es capaz de traicionar a los suyos, qué no hará con el resto de partidos en caso de que tenga que tirar de aritmética para gobernar en coalición.
En Melilla, el apoyo explícito de Génova a la candidatura de Juan José Imbroda no ha gustado a quienes tenían intención de votar a un candidato alternativo pero aseguran que seguirán las directrices marcadas porque una cosa es ir contra Imbroda y otra muy distinta ir contra el partido. Digamos que hay predisposición en una parte de las tres ramas en las que podríamos dividir a los rebeldes de Melilla a enterrar el hacha de guerra y a esperar a ver qué ocurre el 23 de mayo.
De alguna forma han asumido que la Dirección nacional le ha dado una última oportunidad a Imbroda y prefieren esperar los nueves meses que nos separan de la noche electoral, convencidos de que si él se sigue considerando Moisés, como dijo en una entrevista en el Arranque, de Televisión Melilla, no renueva las listas y presenta las caras de siempre, se pegará un batacazo. Creen que le quedan por delante esos nueve meses a menos que dé la sorpresa y presente una lista electoral completamente renovada y con perfiles solventes en las áreas de gestión pura y dura.
Llama la atención que en Melilla Miguel Tellado no exigió a Imbroda ganar con mayoría absoluta como sí lo hizo en Murcia. Allí al presidente Fernando López Miras (íntimo de Teodoro García Egea) le dejaron claro que sólo le vale la mayoría suficiente para gobernar solo. En Melilla el tono no fue ese, lo que en mi opinión, le quita un peso de encima al presidente popular.
Aquí, de momento, la exigencia es ganar las elecciones a secas. En todo caso hay que esperar a escuchar el discurso de Feijóo en la clausura del Congreso de Melilla para ver hasta qué punto Imbroda tiene margen de maniobra.
Feijóo ya ha dicho que no va a interferir en las listas electorales de los territorios, pero también ha avisado que sólo le vale ganar. Eso significa que Imbroda tendrá las manos libres para nombrar, defenestrar o integrar. Lo tiene muy difícil porque hay un núcleo duro que se ha mantenido leal a prueba de bombas y que ahora seguramente espera ser recompensado, pero entre esos fieles hay algunas caras que restan solvencia a la candidatura porque han llegado hasta donde han llegado gracias a la varita mágica del presidente.
Imbroda se juega mucho como para pensar sólo en pagar los afectos recibidos y devolver los desplantes. Lo que los electores no quisieron en 2019, es difícil que lo quieran de nuevo en 2022. Otra cosa es que el PP se encomiende al voto útil o al voto de castigo al tripartito. Eso, en mi humilde opinión, es muy arriesgado.
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