Este 1 de agosto se cumple un año del cierre unilateral, por parte de Marruecos, de la Aduana de Beni Enzar. En todo este tiempo, funcionarios españoles se han reunido con sus homólogos marroquíes para escenificar que el Gobierno de Pedro Sánchez no se ha quedado de brazos cruzados. Pero ni fotos hemos tenido de los últimos encuentros, que sólo han servido para demostrar quién manda aquí.
El puerto de Melilla ha pasado de estar lleno de contenedores hasta la bandera a parecerse a los polígonos industriales de la península durante los años duros de la crisis económica. Ahí no se movían ni las hojas de los árboles y aquí ya cada vez entran menos contenedores. El grueso de la mercancía se está desviando hacia la ruta Almería-Nador y nuestro puerto lo nota.
Marruecos dijo que cerraba la Aduana de Beni Enzar para desarrollar su dársena y lo está haciendo. Ellos van a más y nosotros, a menos. Y el caso es que tienen todo el derecho del mundo a competir con España por el tráfico de mercancías en el norte de África. Es legítimo. Lo que no es comprensible es que quieran hacerlo poniéndonos un pie en la cabeza, machacando una autonomía de su socio comercial número uno.
Para que nos hagamos una idea de cómo se las gastan en Marruecos, sólo hay que ver que el viernes pasado el país vecino se negó, en un primer momento, a readmitir a dos de sus nacionales, expulsados de España. Supuestamente, uno de ellos era un activista rifeño al que poco menos que recibieron con las notas del himno nacional e izando la bandera. Le ofrecieron cena, café, zumo, hotel y le exigieron que denunciara a España.
¿Por qué iba a ser Marruecos tan amable con alguien que cuestiona al Gobierno marroquí? ¿Sólo por quedar bien con España? Si de verdad le interesara quedar bien con nuestro país, seguramente reabriría la Aduana de Melilla. Pero eso, mucho me temo, que no entra en sus planes.
En esas andamos. Fuentes cercanas al expediente de asilo del activista rifeño Zakaría Benbouazza han asegurado a El Faro que su solicitud fue denegada porque otros líderes del Movimiento Hirak, que sí han recibido protección internacional en España, descartaron que él fuera un simpatizante con la República del Rif, como proclamó a los cuatro vientos en este diario.
“No te lleves por las fotos que te enseñe. El Gobierno marroquí ha infiltrado a mucha gente en las manifestaciones de Alhucemas. Las fotos no prueban nada”.
Puede que esto sea sólo una anécdota y puede que en realidad sea pura rutina: el día a día de los servicios secretos españoles que, además de enfrentarse a la amenaza del terrorismo, tienen que estar pendientes del vecino porque el fuego amigo también mata.
Un año después del cierre de la Aduana de Beni Enzar apenas han cambiado alguna cosillas en Melilla: tenemos nuevo presidente y nuevo equipo de Gobierno, pero por lo demás, nuestro puerto continúa la tendencia a la baja que inició en tiempos de Miguel Marín en la Autoridad Portuaria.
La cuestión es sencilla. El comercio atípico está asfixiado. Ahora sólo permiten sacar artículos viejos y siempre que se haga en vehículos con matrícula marroquí.
La Aduana de Beni Enzar lleva un año cerrada porque Marruecos no quiere que legalmente salga ningún tipo de mercancía procedente de Melilla. Nos condena a un contrabando al que seguirán atándole las alas porque no quieren que vuelva a volar.
Y luego no se explican por qué españoles y marroquíes nos valoramos tan mal mutuamente, según recogen encuestas del Real Instituto Elcano. Vamos de mal en peor y la desconfianza no es buena para hacer negocios.
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