Me he estado preguntado de qué hablo esta semana. De la entrada o no en la Unión Aduanera y de la necesidad de tener un estatuto asimilado a la RUP ya he dicho bastante en capítulos anteriores. Por tanto, he buscado otros temas.
La frontera mejor ni nombrarla para no echar más leña al fuego con la ‘fluidez’ que sufren los melillenses que quieren pasar al otro lado, máxime cuando desde Marruecos se agiliza la entrada de sus súbditos que vienen bajo el paraguas de su ‘Marhaba’ –su OPE, que no la nuestra– mientras que a los no marroquíes –sean de Melilla o no– se les hace esperar lo que les apetece a ellos. Los emigrantes pueden entrar con sus vehículos cargados hasta las trancas y a los melillenses no nos dejan pasar ni un danone o un regalo para los familiares o amigos. Volvemos a ver cómo Marruecos aplica la ‘ley del embudo’ incluso en esta nueva etapa sin precedentes… Tampoco es cuestión de nombrar la ‘bicha’ de la aduana comercial y el bofetón sin manos que nos dieron y siguen dando desde julio del 2018 ya con el actual Gobierno al mando del timón de la diplomacia española y que, últimamente, no da pie con bola sino todo lo contrario. Por tanto, de esto no digo nada.
En cuanto al transporte, llevamos una temporadita que para nosotros se queda gracias a las nubes bajas –las de toda la vida– o los problemas técnicos – los de siempre y que nunca dicen en qué consiste tal problema– o la escasez de aparatos ART72 –los únicos que pueden operar por ahora– como ha declarado recientemente la compañía aérea como excusa. Y encima le quieren soltar 400.000 euros a la naviera ya bien subvencionada con el magnífico y nunca bien ponderado contrato marítimo y otros tantos miles de euros a la compañía aérea que tiene los precios por las nubes, nunca mejor dicho. Pues qué bien. ¿Será por dinero? Los nuevos bonos de viaje obligan a pasar de 2 a 30 días consecutivos en Melilla, pero luego resulta que no pueden ser más de 10 días, según lo publicado en el BOME. Por lo visto, debe ser muy complicado redactar una Resolución o unos pliegos de subvenciones o de contratos a la vista de los muchos fallos que se cometen últimamente. Y, a todo esto, las agencias de viaje siguen sin cobrar los bonos de primavera, aunque ya les queda menos para ello. Está claro que tampoco debo de hablar de esto…
Eso sí, nos han dicho que la Delegación y la secretaria general del Psoe de Melilla –en su calidad de presidente del Patronato de Turismo– están preparando un dossier a la ministra de Transporte para que se entere de lo bien o mal –cualquiera sabe– que funciona todo. Con los bonos y la millonada que nos llegará de Madrid para la ‘resiliencia del turismo’ ya no va a hacer falta darse prisa para hacer efectiva la subida a 3C la actual categoría del aeropuerto después de haberlo anunciado como inmediata hace ya 2 años, ni la ampliación de la pista ni de los horarios de apertura del mismo. Y de la nueva aproximación, mejor no digo nada, no sea que Marruecos ponga más obstáculos –físicos o diplomáticos– para impedir que se solucione el tema de sobrevolar ‘su’ espacio aéreo no sea que le hagamos competencia al aeropuerto de Monte Arruit importándole como siempre un pimiento los tratados internacionales que regulan los espacios aéreos. Entre ellos, el Acuerdo Euromediterráneo de aviación entre la Comunidad Europea y el Reino de Marruecos, por otra, hecho en Bruselas el 12 de diciembre de 2006 que, en su artículo 2, establece el derecho de las compañías aéreas de los países firmantes a sobrevolar su territorio sin aterrizar. O sea, el caso de Melilla. ¿Qué diría el Reino Unido si España aplicase a los aviones que quieran aterrizar en el aeropuerto de Gibraltar la misma medida que Marruecos a nosotros?.
Por tanto, como no debo hablar ni de la frontera, ni de la aduana comercial –otra engañifa más, que dura ya casi cuatro años– ni de los transportes creo que puedo comentar algo sobre la sanidad o la educación que interesa a todos. De la sanidad, me remito a las denuncias y quejas del Colegio de Médicos y personal sanitario del SMM por las deficiencias existentes en la atención sanitaria y escasez de personal. Siendo de competencia directa del Gobierno central –a través de eso que se llama INGESA– la sanidad pública en Melilla y Ceuta deberían ser un ejemplo sobresaliente de la gestión sanitaria, pero no lo es. Y ya puestos, los funcionarios del INGESA deberían estar planificando el uso y destino del H. Comarcal para cuando se inaugure el H. Universitario. Con un potencial mercado de unas 200.000 personas a las compañías privadas de seguros médicos les podría llegar a interesar abrir centros en nuestra Ciudad en esas instalaciones. Es una posibilidad que debería explorar el INGESA y así ganaría la sanidad de los melillenses que a lo mejor no tendrían que seguir desplazándose al Carlos Haya nuestro supuesto, que no existente hospital de referencia – pues creo que nunca se llegó a firmar el acuerdo con el SAS– aunque si estaba incluida esta posibilidad en el Acuerdo Marco entre la Junta de Andalucía y la Ciudad Autónoma y que, según el actual presidente-alcalde del Ayuntamiento es ‘papel mojado’. Y lo es, porque él ha querido que sea así, no porque no fuera bueno para Melilla.
Por suerte, en el tema formativo, el presidente de Proyecto Melilla se ha dado cuenta de la falta de formación de nuestros jóvenes desempleados para poder cubrir los muchos puestos de trabajo que van a ofrecer las empresas que se instalen en Melilla en el futuro. Y parece que va a poner remedio de inmediato, más o menos, como con la Escuela de Construcción anunciada hace meses. Las empresas de formación de Melilla se lo agradeceremos si de verdad sacan a licitación más cursos de una duración e importe que nos permitan acceder a ellos y que no se queden sin ejecutar como los casi cinco millones de las convocatorias de cursos para desempleados del SEPES de 2.020 y 2.021 por sus inasumibles condiciones. Tras dos años, las empresas de formación seguimos esperando la respuesta a nuestras peticiones de colaborar.
Las competencias en Educación están en manos del Ministerio y por lo que dicen los profesores, las AMPAs y las estadísticas tampoco es que puedan ponerse muchas medallas por su gestión. Las malas ratios, la escasez de personal, el alto fracaso escolar, las pocas familias profesionales de FP que se pueden estudiar en Melilla no son un ejemplo de la buena gestión que se podría esperar del Mº que es quien tiene competencias en nuestra Ciudad. Tampoco se ha hecho nada hasta la fecha –salvo una pequeña subvención al proyecto ‘Alfa’ del colegio La Salle– para solucionar que muchas personas mayores dejen de ser analfabetas o no sepan manejarse en el idioma castellano porque en su juventud no pudieron aprenderlo en su casa a pesar de que todos los españoles tenemos la obligación de conocerlo y el derecho a utilizarlo. El apoyar el conocimiento y difusión del tamazight no debe prevalecer sobre el uso obligatorio del castellano o español y su aprendizaje.
Supongo que la solución a todos estos problemas la tiene prevista el futuro Plan Integral que va presentarnos el Gobierno –si no lo declara confidencial o secreto– cuando TRAGSATEC acabe su bien remunerado trabajo. Pienso que en ese Plan se podría incluir también el instalar en Melilla unos de esos organismos públicos que el Gobierno quiere sacar de Madrid o una escuela de especialistas de las FCSE o devolver a Melilla alguna dotación militar de las que se llevaron a la Península ya que la nueva política de Defensa ha puesto sus miras en el flanco Sur de Europa y no hay nadie más al Sur de Europa que Melilla y las inversiones públicas que necesita Melilla para cambiar nuestra estructura económica para que no dependa casi en exclusiva del comercio fronterizo como hasta ahora.
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