Diez facultativos que participaron en la autopsia del bebé hallado muerto en Navidad de 2012 afirmaron que éste nació vivo y sano. Un informe forense independiente concluye que el feto no consiguió respirar tras venir al mundo.
La segunda sesión del juicio por la muerte de un bebé en la Navidad de 2012 se centró en las declaraciones de los facultativos que practicaron la autopsia al cuerpo del bebé. Frente al informe oficial y definitivo que afirma que la niña nació vivo, un perito independiente aseguró la jurado popular que el feto no sobrevivió al parto en base a los resultados de la autopsia y análisis sobre los órganos vitales del feto. Por el contrario, tres de los diez facultativos que realizaron la autopsia y analizaron los pulmones del bebé afirmaron “sin género de dudas” que la niña nació viva, pero murió poco después. Sin embargo, el perito independiente duda de esa conclusión tan categórica, pues dijo creer que el feto no respiró tras el parto.
Este perito, un forense ya jubilado, fue ayer el principal testigo de la defensa de la joven L.E.M., acusada de un delito de asesinato por la muerte de su bebé en la Navidad de 2012, por el que se enfrenta a una pena de 20 años de prisión, la misma condena que su madre, F.M.L. La Fiscalía solicita 18 años para su padrastro.
El perito independiente declaró en último lugar, después de la comparecencia de los forenses y facultativos de Biología, Criminalística y Química del Instituto Nacional de Toxicología, quienes ratificaron el contenido de sus informes ante el jurado popular. Esos documentos concluyen que el bebé no solamente sobrevivió al parto, sino que consiguió respirar, pero falleció a los pocos minutos. Lo único que el forense oficial que practicó la autopsia no precisó fue el momento de la muerte del bebé. El facultativo dijo no tener dudas de que el bebé respiró y murió por asfixia. Sin embargo, desconoce si ésta se produjo antes o después de que la acusada envolviera el bebé en la toalla. “La niña nació viva y respiró. No se sabe por cuánto tiempo”, aseveró.
Un feto perfectamente formado
El médico forense declaró que el bebé pesó 3,690 kilogramos y medía 52 centímetros al nacer. El cuerpo y los órganos vitales estaban perfectamente formados y no presentaban malformaciones.
El análisis de los órganos vitales en busca de posibles patologías, como infecciones, también resultó negativo. Es decir, que el bebé vino al mundo sano. Una de las biólogas, que declaró ayer en el juicio, aseguró que los microorganismos que se encontraron en nariz, garganta y pulmones del bebé son inocuos a la salud, pues están presentes en el sistema respiratorio del ser humano desde el nacimiento, al ser transmitidos de la madre al bebé en el momento del parto.
El aire en los pulmones
La expansión parcial de los pulmones del bebé, es decir, la presencia de aire en ellos, fue otro de los argumentos de los médicos forenses que practicaron la autopsia para concluir que el feto sobrevivió al parto y respiró algunos minutos después de venir al mundo. Tres facultativos del servicio de histología de Sevilla explicaron al jurado popular que la expansión parcial de los alveolos en los pulmones indica que el bebé respiró algunos minutos después del parto, pero no consiguió completar la total expansión de los pulmones, que se produce a los 15 minutos tras el nacimiento. Por ello, los forenses en su informe afirman que el bebé falleció entre segundos y 15 minutos después del alumbramiento.
A preguntas de la abogada defensora de la parturienta, los diferentes facultativos aseguraron que la presencia de aire en los pulmones no era causado por “los gases de putrefacción”, es decir, que los forenses descartaron que el aire presente en los pulmones se debiera a que el cuerpo del bebé había iniciado su proceso de descomposición, pues fue hallado seis días después de su muerte.
La presencia del meconio
El meconio es la primera deposición del bebé nada más nacer. Se encontraron restos de meconio en la toalla en la que estaba envuelto el cuerpo, junto con la placenta y el cordón umbilical. Los forenses oficiales afirmaron que solamente el feto expulsa el meconio estando vivo. Por tanto, si hubiera nacido muerto no habría presencia de meconio.
Un parto sin control facultativo
Los facultativos coincidieron en destacar que el meconio puede ser expulsado dentro del útero, lo que puede provocar un sufrimiento fetal, si el nacimiento se prolonga demasiado tiempo. Ello puede ocurrir, como indicó el ginecólogo que atendió a la joven parturienta en el Hospital Comarcal, si el parto no es asistido por profesionales.
El doctor del centro hospitalario afirmó que la cantidad de sangre que la paciente perdió en el proceso de parto en su vivienda y el desgarro que sufrió en el perineo vino causado porque ese alumbramiento no fue controlado. Este ginecólogo precisó que el desgarro perineal provoca “dolor agudo y sangrado”.
Este médico fue el que practicó un legrado a la joven nada más ingresar en el Hospital Comarcal. Al salir del quirófano habló con la madre y le comunicó que su hija había estado embarazada y acababa de dar a luz. Ante el jurado popular explicó que dado el desarrollo del útero, la joven podía estar en el sexto mes de gestación, pero el desgarro perineal únicamente puede ser provocado por un feto de ocho meses, como mínimo.
La prueba de ADN
Por último, los responsables del servicio de biología explicaron al jurado popular que, tras tomar muestras a los dos ex novios de la acusada, concluyeron que el padre del bebé era M.M.B., quien declaró el pasado martes en el juicio y reclamó la indemnización que pudiera corresponderle. En este sentido, cabe recordar que la Fiscalía pide una compensación para el padre del bebé de 100.000 euros.
Una hemorragia intracraneal que impidió la respiración
El perito traído desde Madrid por la abogada defensora de la joven L.E.M. es un forense jubilado que realizó un informe independiente a partir de los datos de la autopsia oficial. Las conclusiones de este perito se contraponen a las que llegó y ayer expuso en el juicio el resto de médicos.
En primer lugar afirmó que el informe de la autopsia no es “fiable” dado que el cuerpo del bebé ya estaba en proceso de descomposición.
A pesar de que los forenses descartaron que el aire presente en los pulmones del feto pudiera deberse a los gases de la putrefacción, este perito aseguró que la descomposición del cuerpo puede alterar la prueba y llevar a una conclusión equivocada. Esa prueba consiste en sumergir el pulmón en agua. Si flota, es que hay aire dentro de los pulmones. Pero los gases de putrefacción pueden provocar que el órgano respiratorio también flote, sostuvo este perito.
En segundo lugar, la autopsia recoge que los pulmones presentaban una expansión alveolar parcial. Pues bien, este facultativo explicó que “una expansión parcial no permite afirmar categóricamente que el bebé respirara”. En este sentido, precisó que “maestros de la Medicina” concluyen que un bebé respira por sí mismo cuando la expansión alveolar es total y puntualizó que esto ocurre a los 15 minutos de venir al mundo.
En tercer lugar, este perito consideró que la presencia de microorganismos en los pulmones no permite afirmar que el bebé respiró, pues se trata de microorganismos que viven exclusivamente en nariz, faringe y laringe. Este facultativo sostiene que si estos microorganismos están en los pulmones puede ser porque se han desplazado por el efecto de la descomposición del cuerpo.
Pero, para este perito, la evidencia más sólida que le lleva a pensar que el bebé nació sin vida es la hemorragia intracraneal que presentaba. Aseguró que los focos sangrientos en el cerebro del feto “bloquearon los centros neurológicos” que controlan la respiración. Estas hemorragias, precisó, se formaron durante la gestación y no fueron provocadas por el parto, aunque éste fuera difícil y complicado.
Por último, este perito afirmó que el bebé no consiguió respirar por sí mismo, dado los daños cerebrales, y, por tanto, no pudo fallecer por asfixia.
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