La aldea global incrusta su mirada con inquietud en la Franja de Gaza, posiblemente la zona más ingrata del planeta en las últimas horas. Cientos de bombardeos prosiguen con miles de fallecimientos que yacen en las calles y entre los añicos de los edificios. Mientras, una declaración de guerra vaticina una cruel e imperecedera batalla. Sin duda, es el último episodio en mayúsculas de una contienda que se dilata en el tiempo durante setenta y cinco años.
Y es que, el contexto en la región desde el punto de vista de las relaciones internacionales, continuamente ha sido contemplado como quebradizo, especialmente por las diversas aristas que arman el conflicto israelo-palestino, pues preserva como tipologías intrínsecas, no apenas el forcejeo territorial, pero igualmente el ingrediente religioso y la disputa internacional contra el terrorismo.
Durante el año 2008 diversas ONGs internacionales condenaron el entorno del pueblo palestino ante el asedio perpetrado por Israel a la región ubicada en la Franja de Gaza. En atención a los Informes de la Organización de las Naciones Unidas desde 1990, Israel emplea la política de cerco a los espacios palestinos y por lo tanto, cada vez más estos territorios penden de la ayuda humanitaria.
La realidad es deplorable ante el inconveniente añadido de que la urbe palestina afronta para conseguir los recursos mínimos en su sobrevivencia, debiendo de luchar a diestro y siniestro por mejores condiciones de vida y acceder al menos a los recursos médicos, simplemente sufriendo, debilitada, arrinconada e intolerante.
El dietario de la humanidad nos demuestra que la población civil constantemente es la mayor víctima de los estragos de las guerras y de los conflictos armados y fue con la intención de salvaguardar a las personas de los hechos y consternaciones consiguientes, que se establecieron los Convenios de Ginebra, así como los pertinentes Protocolos I, II y II. Con lo cual, cabe a Israel, no sólo como potencia ocupante, sino igualmente, como Estado que sigue los principios que tutelan el derecho internacional y las normas de derecho internacional humanitario, priorizar y observar los mismos.
Con estas connotaciones preliminares, el conflicto israelo-palestino, valga la redundancia, es uno de los conflictos armados más persistentes y complejos del siglo XX, con sus orígenes fuertemente enconados tanto en materias territoriales como a temas religiosos, al punto que en numerosas ocasiones da la sensación de que jamás se producirá un acuerdo de paz verdadero entre los dos pueblos.
Así, el Lafer Internacional Fellow perteneciente al Instituto Washington para estudios del Cercano Oriente y de Medio Oriente, en un ensayo implementado para la revista Foreign Affairs, redactó al pie de la letra: “Más de dieciséis años después de la euforia de los Acuerdos de Oslo, los israelíes y los palestinos todavía no han llegado a un acuerdo de paz final.
De hecho, la última década ha estado dominada por los contratiempos, -la Segunda Intifada, que comenzó en septiembre de 2000, la victoria de Hamás en las elecciones legislativas palestinas de enero de 2006, y luego la ocupación militar en la Franja de Gaza en junio de 2007- todos factores que han agravado el conflicto”.
Hoy por hoy, el proceso de paz en la región permanece obstruido y más aún con los últimos acontecimientos sucedidos, puesto que los líderes palestinos no están por la labor de admitir las proposiciones, cuyas opiniones acerca de la desocupación de los territorios palestinos son menos afanosas de lo que planteaban los Acuerdos de Oslo, o acorde a la propia hoja de ruta de 2003.
Del mismo modo, Israel ejerce la inspección de los principales límites fronterizos de la Franja de Gaza, arguyendo que dicho control posee como designio mantener la seguridad del pueblo judío ante la intimidación terrorista del grupo Hamás que domina la región. Al mismo tiempo, la administración israelí ha hecho notorio en varios momentos que no flaqueará a la retirada de los asentamientos judíos en territorio palestino.
"Lo que aquí se describe es un territorio cerrado por una frontera sellada herméticamente a cal y canto como es la Franja de Gaza, a la que los propios palestinos califican como la prisión al aire libre más grande del mundo"
Como puede interpretarse la tesis de los conflictos entre Israel y Palestina tiene múltiples matices. Pese a todo, es imprescindible analizar sucintamente el bloqueo ejecutado por Israel a la Franja de Gaza, aunque ésta manifieste haber plasmado la retirada de sus fuerzas militares de este territorio, es patente que está practicando el control tanto de las fronteras terrestres como del ámbito aéreo y marítimo, limitando el acceso y la salida tanto de individuos como de mercancías, conforme señalan los documentos de las Naciones Unidas.
Obviamente, este acorralamiento ha arruinado todavía más a la región de la Franja de Gaza y como resultado se ha acrecentado la angustia de miles de civiles palestinos que se hallan apartados.
Igualmente, ante los precedentes acaecidos en la zona de la frontera de la Franja de Gaza, en su día, el Ministro de Finanzas de Israel, Yuval Steinitz, expresó la probabilidad de que Israel reocupe la Franja de Gaza. Tal reocupación no sólo afectaría a cualquier tentativa de reiniciar los pactos de paz, sino que incrementaría los conflictos entre palestinos e israelíes, agigantando la cantidad de víctimas, principalmente civiles de ambos lados.
Inicialmente, habría que comenzar exponiendo en esta disertación que es esencial conocer de primerísima mano y subrayar algunos de los visos históricos que hacen que este conflicto sea uno de los más incesantes y a criterio de algunos expertos, se encuentra lejano de lograr un desenlace pacífico que pudiese abrir un mínimo resquicio de solución.
Entre los años 1917 y 1948, respectivamente, la Franja de Gaza era parte del denominado Mandato Británico de Palestina. No obstante, en 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas congregada en Nueva York con la premisa de zanjar los conflictos entre árabes y judíos, dio luz verde a la Resolución 181, que planteaba el final del Mandato Británico con el repliegue de la potencia Mandataria y el fraccionamiento de la parte occidental del Mandato en dos Estados, uno judío y otro árabe, siendo que la superficie respectiva a Jerusalén y Belén quedaría bajo un régimen internacional especial.
Con relación a la Franja de Gaza, esta quedaba establecida al Estado palestino. Pero los representantes árabes se mostraron en contra del procedimiento de partición dado por las Naciones Unidas, cuestionando que infringía los derechos de la población árabe, puesto que reproducía el 67% del conjunto de habitantes. Simultáneamente, los líderes árabes aseguraron que la partición había sido improcedente, pues entendían que la mayor parte de la tierra se otorgaba al Estado judío, siendo que el mismo tenía apenas el 33% de la población total.
Mientras, los dirigentes árabes se resistían al plan de partición, los principales agentes israelíes valiéndose de la cercanía de la fecha de expiración del Mandato Británico, conforme establecía la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, anunciaron la independencia de Israel durante un ceremonial previsto de manera que coincidiese con el Sabbat judío. Este último hecho fue el que activó la conflagración árabe-israelí, puesto que en la misma jornada de la declaración de independencia del Estado de Israel y del retroceso de Gran Bretaña, las tropas libanesas, sirias, egipcias y jordanas, apuntaladas por las fuerzas militares de Arabia Saudí, Libia y Yemen, asaltaron el territorio de Israel.
En el transcurso de la guerra árabe-israelí en 1948, la Franja de Gaza fue militarmente ocupada por Egipto, persistiendo bajo su control hasta 1967, cuando una vez más esa comarca se vio arrasada por otro conflicto, la Guerra de los Seis Días (5-10/VI/1967).
Ni que decir tiene, que el constituido Estado de Israel, por medio de una impetuosa y estratégica ofensiva militar, consiguió hacerse con la ocupación de la Franja de Gaza, así como de los departamentos de la Península del Sinaí, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán.
La intervención israelí sobre la Franja de Gaza se mantuvo hasta 1994, cuando Israel ante los acuerdos para el proceso de paz en el Medio Oriente, llegó por medio de los Acuerdos de Oslo, a la retirada de sus fuerzas militares del territorio de Gaza y de Cisjordania, así como la creación de un gobierno transitorio palestino.
Entre los años 1994 y 1999, diversos tratados se rubricaron entre el Estado de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), lo que prueba el encaje de las Naciones Unidas en facilitar el seguimiento a los métodos de paz en el Medio Oriente, con el indicio fundamental de suscitar el fin de las discrepancias entre palestinos y judíos, puesto que el aplazamiento en la resolución de estos conflictos únicamente hacen crecer la miseria y el sufrimiento de las poblaciones civiles.
Entre los Acuerdos más significativos, se acentúa el de Oslo II, suscrito el 28/IX/1995, ya que éste ensanchaba el régimen de autonomía augurado en los primeros acuerdos de Oslo, incluso al territorio de Cisjordania. En este aspecto, una de las lógicas para la disconformidad entre los líderes palestinos e israelíes, subyace en la inmutabilidad del ejército israelí en las tierras palestinas ya aludidas, siendo que Israel conserva la dominación total de las principales fronteras sobre el medio aéreo y de las comunicaciones entre Gaza y Cisjordania, así como la interrupción del comercio con los demás mercados internacionales.
Esta existencia se causa precisamente porque el Acuerdo de Oslo II establecía la partición de los territorios palestinos en tres zonas concretas. Primero, ‘Zona A’, intervenida y dirigida por la OLP, englobando las localidades palestinas más importantes, exceptuando Jerusalén.
Segundo, ‘Zona B’, donde el control de la OLP no sería completo, sino que es distribuido con Israel, ya que ésta ostenta la facultad de desenvolverse con poder de policía a través de su ejército con la finalidad de evitar y contener el terrorismo. Además, está constituida por pequeñas poblaciones rurales.
Y por último, ‘Zona C’, el mando es desempeñado en su integridad por Israel, abarcando el 70% de la Cisjordania con los mejores segmentos de tierras, más la ribera oeste del río Jordán y el Mar Muerto. Es primordial destacar que los asentamientos judíos, uno de los puntos más controvertidos en las últimas negociaciones en el proceso de paz entre palestinos e israelíes, están situados en esta zona.
El entresijo de los asentamientos judíos es otro asunto que merece una atención adecuada en este conflicto, puesto que Israel no desea efectuar la retirada de familias judías que se encuentran instaladas en esta demarcación, mientras las autoridades políticas palestinas entienden que sin el retorno total de Israel, tanto las negociaciones como los acuerdos de paz son inalcanzables.
Conjuntamente, Palestina deduce que Israel interviene las zonas más fructíferas, siendo que las franjas controladas por Israel dejan la porción gestionada por la OLP completamente incomunicada y falta de los más diversos recursos indispensables, ya sea el combustible o el agua. Quedando en interrogante, el bloqueo de la Franja de Gaza por parte de Israel y las múltiples embestidas del grupo Hamás, atropellan las normas de Derecho Internacional Humanitario.
A través de esta Resolución el Consejo de Seguridad dictaminó tajantemente los asentamientos judíos en el territorio ocupado de Palestina, puesto que residía en una transgresión de los Acuerdos alcanzados en 1949. En tanto que incumplían los derechos civiles de cientos por miles de palestinos, cuyas tierras fueron decomisadas en el territorio de la Palestina ocupada para la formación de las colonias judías.
Ciertamente, el proceso de paz entre Palestina e Israel se ha alejado. Digamos, como derivación de las vicisitudes habidas durante la Cumbre de Camp David y que ocasionaron de algún modo la instigación del pueblo palestino, al punto de detonar la Segunda Intifada conforme justifica el Informe de la Comisión Mitchell.
"Pese a la conmoción de la Comunidad Internacional con respecto al bloqueo en la Franja de Gaza, la disposición palestina no ha variado ni un ápice y el aislamiento de Israel permanece, hallando a la población civil por entero reclusa y en la más completa carestía de recursos básicos"
Como se verifica en el pasaje señalado, la Comisión Mitchell excluyó que la Segunda Intifada resultase en razón del encuentro de los integrantes del parlamento israelí, afirmando que el hervor palestino saltase de cualquier manera, fruto de la desaprobación del líder palestino, Yasir Arafat, en admitir las ofertas israelíes de Camp David. El principio de la Segunda Intifada irritó en demasía a Israel, quién dispuso perpetrar numerosas irrupciones militares a la Franja de Gaza, en base a los ataques materializados por los palestinos.
Desde el año 2001 la Franja de Gaza se ha convertido en un escenario frecuente de enfrentamientos entre palestinos e israelíes y las negociaciones en el proceso de paz han reculado alarmantemente. Recuérdese, que en 2005, el Parlamento israelí autorizó un plan de retirada o plan de desconexión de la Franja, siendo que Israel accedió a conceder a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) el control sobre la confluencia de la frontera de Rafah, que era examinada entre la Unión Europea e Israel.
Llegados hasta aquí, en 2006, el grupo Hamás tachado de ser una entidad político militar que fomenta el terrorismo contra Israel, venció en las elecciones palestinas. Más aún, el entorno se agrava en 2007, cuando Hamás toma la delantera en el control de gran parte de la Franja de Gaza tras varias pugnas internas con el grupo opositor Al Fatah. Un año más tarde, Hamás que había desahuciado a miembros de Al Fatah, resuelve no renovar la tregua con Israel, e inicia ataques contra la población civil israelí. A raíz de las acometidas lanzadas por el grupo Hamás, la población de la Franja de Gaza vuelve a soportar una crisis desencadenada por otro bloqueo israelí, con la finalidad de impedir cualquier conato de avance de la organización terrorista.
Evidentemente, estos incidentes frenan la prolongación de cualesquiera de las mediaciones de paz en la región, y más allá de eso, provoca que miles de civiles continúen sufriendo las atrocidades de los conflictos armados no sólo por la secuencia de los mismos, sino igualmente por imposibilitar que la ayuda humanitaria se preste a las víctimas.
El Informe del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), revela la realidad en la Franja de Gaza y confirma el juego de las tácticas de represión israelíes en contra de los ataques cometidos por la organización terrorista Hamás. Tales pericias de represión por medio del cerco del territorio palestino, arremete directa e indiscriminadamente contra la población civil palestina. También el bloqueo practicado no está encaminado a un blanco definido, sino que se orienta a la población civil como modus operandi de limpiar potenciales núcleos terroristas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 63/29, ratificó su profundo malestar con el bloqueo israelí en la Franja de Gaza y con el pueblo palestino. Los Informes de las Naciones Unidas muestran a todas luces que desde 1990, Israel emplea la política de bloqueo a los territorios palestinos, empeorando la crisis en esa región, puesto que la Franja de Gaza depende cada vez más de la ayuda humanitaria internacional, pero en muchas ocasiones se entorpece su recalada hasta las localidades más necesitadas por la desmedida pobreza y la falta de recursos básicos, ya que las implacables imposiciones israelíes reducen la obtención de la autorización de pase al territorio palestino ocupado.
Con relación a las cotas de pobreza de la región, el Informe de la OOPS ilustra: “Todo esto se debe al bloqueo realizado por Israel, puesto que impide el acceso de la población palestina a las condiciones básicas mínimas necesarias a cualquier ser humano, como salud, medicamentos, alimentación, atención médica, etc.”.
Asimismo, continúa diciendo literalmente: “Principalmente porque muchas de las restricciones son impuestas al combustible y a la energía eléctrica, haciendo con que escuelas y hospitales no puedan funcionar. Los Organismos Internacionales han compilado una lista de varios bienes básicos de consumo restringidos y que son esenciales para la mayoría de la población, principalmente ancianos, enfermos y niños pequeños. Como consecuencia la economía de la Franja de Gaza, que ya era poco desarrollada, fue duramente afectada primero por la falta de productos y por la caída del nivel de empleos, ya que gran parte de los puestos de trabajo se encuentran en Israel, pero con el cierre, el flujo de trabajadores ha caído”.
“En segundo lugar, hubo grandes pérdidas en la producción local que está impedida de comercializar sus productos con occidente. Así, la situación de la población civil palestina es cada día más degradante, puesto que Israel los tiene en la mira de su esquema táctico como un medio para llegar a los supuestos miembros de la organización terrorista Hamás”.
De esta manera y en declaración a los comedimientos formalizados por la Comunidad Internacional ante la posición en la Franja de Gaza, Israel cuestiona que ya ha retirado a sus fuerzas militares de los territorios concernientes y por lo tanto, no tiene ningún deber prescrito en razón de los hechos relatados. A este tenor, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 63/29, interpreta y propone a Israel que formalice las obligaciones que le atribuye nada más y nada menos, que el Derecho Internacional y el Derecho Humanitario.
Pese a la conmoción de la Comunidad Internacional con respecto al bloqueo en la Franja de Gaza, la disposición palestina no ha variado ni un ápice y el aislamiento de Israel permanece, hallando a la población civil por entero reclusa y en la más completa carestía de recursos básicos como los alimentos, la energía eléctrica, el combustible, el agua o la atención médica.
Pues bien, el aislamiento y bloqueo es un procedimiento militar de Israel para desequilibrar a los grupos terroristas que se hallan en la zona. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, el blanco redunda principalmente en la población civil, según la cual, el IV Convenio de Ginebra, así como el Protocolo Adicional I, dedican total protección.
A resultas de todo ello, parece que Israel al recrearse en el bloqueo impone al adversario a rendirse, pero no entrevé que los tiempos son otros y que la invitación de la Comunidad Internacional es a la paz y la seguridad internacional, siendo que el contendiente efectivo no es la población civil palestina. Así, si se reflexiona que el bloqueo es una actuación que provoca de manera indiscriminada diversos daños y sufrimientos a la población civil, es factible contemplar que Israel quebranta radicalmente las disposiciones de este Convenio al no patrocinar, como Estado ocupante, el amparo de los civiles.
Si Israel es parte en el IV Convenio de Ginebra y Palestina admite el compromiso de tales normas, conforme se ha sintetizado en los párrafos antedichos, y al mismo tiempo tanto el IV Convenio como el Protocolo I, poseen carácter de norma preponderante y sus obligaciones son de respeto para todos aquellos que lo aprueban de manera intencionada. Luego, puede ponerse sobre la mesa que al ocasionar de forma indiscriminada perjuicios a los civiles palestinos, Israel desacata lo pactado en los referidos tratados.
Consiguientemente, lo que aquí se describe es un territorio cerrado por una frontera sellada herméticamente a cal y canto como es la Franja de Gaza, a la que los propios palestinos califican como la prisión al aire libre más grande del mundo. Si bien, lo acontecido hace unos días, ha sido descrito por numerosos analistas como el ataque transfronterizo más arduo que Israel ha desafiado en más de una generación y la operación más codiciosa que Hamás ha realizado, con la prioridad que de un momento a otro el ejército israelí está presto a iniciar una ofensiva por tierra, mar y aire.
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