El autor melillense, afincado en Almería, Francisco Santos Muñoz (43 años de edad) ha publicado su vigésimo libro, de nuevo de la mano de Open City. Se trata esta vez de un poemario, el quinto en su abultado corpus, Canciones para que no las cante Javier Bergia, disponible ya en librerías y que cuenta con introducción, precisamente, de Bergia, y epílogo del escritor y editor Daniel Aragonés.
En este trabajo explota, revienta, maltrata y machaca dos de sus marcas de casa en poesía: el lirismo exacerbado y su costumbrismo a la vez místico y cotidiano, en formas clásicas como el soneto o la lira, además de algo de verso libre, en que no suele prodigarse.
Forma parte de su proyecto Mínimo, concebido en comandita con Juan Cabezuelo y Daniel Aragonés, con quienes forma el grupo de terrorismo literario 3 clavos.
Desde un hotel rural cerca de la Isleta del Moro, en el Cabo de Gata, atiende a El Faro.
-Es un poemario y toco, como en mis anteriores libros, cualquier cosa que se me pasa por la cabeza. Lo que me suelen reseñar es que siempre me fijo en cosas aparentemente cotidianas y a muchos de mis lectores les gusta que dicen que saco poesía de donde normalmente no se imaginan que puede salir. Al ser un poemario, trata de todo o de los cuatro temas básicos de siempre, como el amor o la muerte.
-Va para cinco años. Me vine acá con la familia.
-La verdad es que no he vuelto desde que me fui de allí, porque aquí tengo la rutina de trabajo, casa y poco más, y además yo siempre he tendido a ser ermitaño más que antisocial. Si no me sacan de casa, ahí me quedo. Sí que viene a visitarme de vez en cuando gente, pero soy vago para ir de viaje.
-Es un poco a contracorriente, porque uso formas clásicas de la poesía. Ahora mismo está en boga en verso libre y poca rima y yo me tiro a lo contrario: uso formas clásicas, sobre todo del Siglo de Oro, y supongo que esa es una de las razones por las que le gustó el poemario a Javier Bergia. Entre unas cosas y otras y por consejos de mi editor, me encontré con Javier Bergia, que ha escrito el prólogo. Él también es amante de la poesía del Siglo de Oro y de la poesía española en general, así que me imagino que esa es una de las cosas que le gustaron del poemario.
-Con este, creo que ya van 20 entre cuentos, poemarios y novelas. Tengo un par de novelas sin publicar también, una en una casa editorial y la otra moviéndose.
-Lleva el nombre del famoso periódico en el que trabajaba Bukowski. Con ellos ya he sacado unos cuantos libros.
-Yo haría hincapié otra vez en mi gusto clásico, porque encuentro pocos poemarios hoy en día que no se limiten al verso libre y a una exposición de ideas, digamos, descafeinada. Lo más relevante del libro es, aparte de su regusto clásico, su temática, porque saco poesía de cualquier parte. Es lo que me suelen decir: que hablo de los grandes temas de siempre, pero partiendo de lo cotidiano. No es una cosa nueva; ya lo hacían Federico García Lorca y Antonio Machado.
-Siempre tengo proyectos. Estoy con Daniel Aragonés y Juan Cabezoido, otros dos escritores (Daniel Aragonés también es editor de Open City), con el proyecto Mínimo (este libro forma parte de él), en el que sacamos libros en formato pequeño, como los antiguos, a bajo precio, y como si disparásemos una ametralladora, pues llevamos ya ocho o diez libros publicados. Tenemos publicadas novelas cortas del estilo de los bolsilibros, los poemarios mínimos (que no abultan mucho) y algún que otro ensayo, y, en este proyecto, tengo otra novela preparada, un ensayo y, aparte, como te he dicho, otra novela en la casa editorial lista para publicar y, si no es este año, será el año que viene. Publico mucho y publicar mucho puede ser un fallo a la hora de vender, así que los editores está con el libro conteniéndose un poco.
-Soy redactor en dos páginas (Dentro del Monolito y Espiademonios), que en general tienden al género fantástico y al terror y yo sigo escribiendo allí. No suele pasar una semana sin que publique un artículo en esas dos páginas web.
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