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Francisco Narváez 'Culi' y Miguel Ángel Roldán. Escritores y sindicalistas: “Es difícil que un melillense no encuentre antepasados suyos en este libro”

Acaban de publicar ‘Historia del movimiento obrero en Melilla’. La obra se compone de dos tomos que abarcan desde 1893 hasta el estallido de la Guerra Civil el 18 de julio de 1936.

Francisco  Narváez y Miguel Ángel Roldán han elaborado un ingente trabajo de documentación  que ha tenido como resultado la publicación de ‘Historia del movimiento obrero en Melilla’. Narváez, conocido como ‘Culi’, fue uno de los fundadores de las Juventudes Socialistas de la ciudad tras el franquismo, mientras que Roldán refundó y dirigió UGT durante 10 años. Ayer visitaron El Faro TV para presentar los dos tomos de esta obra.
–La obra empieza en 1893. ¿Ese año tiene algún significado para el movimiento obrero?
–Francisco Narváez (F. N.): Sí, y es que Melilla hasta ese año es un presidio, una fortaleza. No es una ciudad, es un cuartel. No había prácticamente población civil. Con la guerra de Margallo, que fue ese año, hay una afluencia masiva de personas que acompañan al Ejército que se desplaza aquí. Parte de esa gente se queda y Melilla empieza a crecer como ciudad. Antes no había movimiento obrero porque no había ningún tipo de movimiento.
–En esa época las obras que se realizaron eran principalmente militares. ¿Qué asociaciones obreras se van creando en ese momento?
–Miguel Ángel Roldán (M. Á. R.): Hay una serie de deportados por motivos políticos que llegan a Melilla aparte de la gente que acompaña al Ejército. En Málaga, los primeros militantes y dirigentes de movimientos obreros fueron deportados a Melilla. Eran gente de talla nacional e internacional por su participación en la creación de sindicatos, como era el doctor Jorge García Viñas.
Cuando llegan deportados, no se quedan quietos y tienen importancia en la creación del movimiento anarquista. Y está García Viñas, un gran ideólogo que en 1931 llegó a ser concejal independiente dentro de las filas del PSOE. Aquí había un grupo de dirigentes obreros malagueños con experiencia, que también fueron la semilla de todo el movimiento que vendría después.
–El primer tomo abarca hasta 1923, cuando el golpe del dictador Primo de Rivera. Hasta entonces, ¿qué avances hubo en el movimiento obrero en Melilla?
–F. N.: Desde 1893 a 1913 no existe ninguna sociedad obrera, todos los intentos para crear sindicatos terminan con la expulsión de sus organizadores. Los embarcaban en el buque correo, sin conocimiento de la familia, tal y como los cogían en el tajo. Desde 1913, aprovechando las gestiones desde Madrid con el PSOE y Pablo Iglesias (el fundador del partido) se empieza a abrir la mano y se crea la primera sociedad obrera en Melilla, llamada La Defensa. En su proceso de creación  participan personajes muy significados del movimiento obrero español como Antonio Díez y García Viñas. Su presencia en Melilla ayuda al proceso de concienciación de los trabajadores de que es necesario contar con herramientas, organizaciones donde a través de la solidaridad y el apoyo mutuo se pueda hacer frente a situaciones de vida durísimas.
Ese proceso se traduce en mejoras significativas de la situación económica, de la calidad de vida y de los derechos de los trabajadores. Pero acaba en 1919 con la expulsión de todos los directivos de las sociedades obreras. Los llaman a la Comandancia General para una reunión, pero luego los encierran en Rostrogordo y por la noche los embarcan y se los llevan de Melilla, adonde no vuelven pese a las gestiones de Pablo Iglesias y otros socialistas.
Del 1919 a 1923, desde la administración, se potencian los sindicatos católicos y se fortalece la organización empresarial. Y con la llegada de Primo de Rivera, el movimiento obrero queda muerto hasta que llega la II República.
–Háblenme de esas duras condiciones de trabajo.
–F. N.- Y de vida. En Melilla los sueldos de 1910 a 1918 bajaron. Aquí un trabajador medio podía ganar tres pesetas al día y un kilo de pan costaba 90 céntimos. Y uno de carne, 4,50 pesetas. En una habitación de 12 metros cuadrados vivían dos o tres familias y costaba treinta y tantas pesetas al mes. La mortalidad infantil era tremenda. Las jornadas laborales eran de 12 y hasta18 horas. Era una situación de extrema miseria y eso se recoge pocas veces en la prensa local de la época.
–¿Cuándo fue el primer mitin obrero en Melilla?
–F. N.- En 1914, con gran éxito de público. Es de La Defensa. Intervienen Antonio Díez, que años más tarde será alcalde de Melilla y refundará la UGT, y Victoriano Mairena, un referente del movimiento obrero andaluz. Es un mitin que se celebra con unas condiciones muy determinadas: no se podía hablar de política ni de sus condiciones laborales. Sólo de la falta de vivienda y la carestía de la vida.
–¿Cómo influyó la guerra de Marruecos en el sindicalismo?
–F. N.: Había desaparecido en 1919. Cualquier intento de asociación obrera era buscarse el fusilamiento inmediato.
–¿No las hubo clandestinas?
–F. N.: En el 19 se expulsa a todo el mundo. Y hay dos intentos posteriores y se les vuelve a expulsar, dejando a sus familias en la mayor de las indigencias. Melilla era un cuartel.
–Siempre se ha dicho que el PSOE colaboró con la dictadura de Primo de Rivera.
–M. Á. R. : Yo estoy de acuerdo desde un punto de vista: la palabra colaboracionista de las organizaciones socialistas. No hay que olvidar que esa situación permite crear el primer Instituto de Reformas Sociales. Así, los líderes socialistas lograron la creación de lo que hoy es la Seguridad Social y otros avances. Quizá se ha dejado ver demasiado la palabra colaboracionista entendiendo que se estaba colaborando con un régimen militar. Pero en palabras de directivos sindicales posteriores, no es mejor sindicato el que más pide sino el que más consigue. Por eso, creo que un balance general es positivo.
–F. N.: Con un matiz. En Melilla, tanto PSOE como las sociedades obreras (UGT y CNT) siguieron estando prohibidas hasta mayo de 1930. Cuando cae el dictador se abre la posibilidad de constituir de nuevo sociedades obreras. La férrea mano militar no permitía su creación. Daba igual lo que sucediera en el resto del Estado.
En la prensa local de entonces se puede ver a un personaje idolatrado en la Melilla oficial como Cándido Lobera haciendo apología del incumplimiento de las leyes en materia laboral porque Melilla “estaba en el Protectorado”, en una situación especial.
En los libros no solo hablamos de los derechos de los trabajadores. También se dibuja el origen de los primeros partidos políticos en Melilla, pero sobre todo la evolución del régimen militar al civil y la lucha de los trabajadores por lograr que Melilla tuviera su ayuntamiento, su representación en Cortes, su gobernador civil y que se pudieran ejercitar los derechos fundamentales que la Constitución reconocía a todos los españoles, que en Melilla no se permitía. En esa lucha no solo estuvieron los obreros, sino también una parte del empresariado que apoyó la normalización democrática. Todo se plasma con la proclamación de la República.
–Pero Melilla no era parte del Protectorado.
–M. Á. R.: Hay una constante en las reivindicaciones de las sociedades obreras y los partidos de izquierda, y es que por la situación geográfica de Melilla formábamos parte territorial del Protectorado. Pero nunca lo fue. El alto comisario, en Tetuán, entendía que en Melilla eran de aplicación las normas del Protectorado, de ahí la prohibición de los derechos laborales y sociales que sí se aplicaban en el resto del Estado. Las sociedades obreras colaboraban en la prensa nacional para denunciar esa situación. En la local no se recogía, evidentemente.
–Cuando ya se crea una autoridad civil en Melilla entonces es en la II República.
–M. Á. R.: Sí. Melilla no tuvo estatuto de ciudad civil hasta que no hubo un gobierno republicano, con las elecciones del 14 de abril de 1931.
–F. N.: Su primer ayuntamiento era un tanto singular, mitad representación corporativa mitad popular, como había pedido siempre la burguesía melillense. Pero con la República, con distintos decretos, Melilla se normaliza y tiene un ayuntamiento. También se le reconoce su representación en cortes y tiene por primera vez un gobernador civil.
–El segundo tomo abarca hasta el estallido de la guerra.
–F. N.: Hasta el 18 de julio. Con este libro  se hace primera vez un estudio en profundidad del sistema de partidos políticos de Melilla en la República. Se describen, cuando y quienes los constituyeron, sus juntas directivas. De todos, de izquierdas y derechas. Hay un estudio pormenorizado de todos los procesos electorales que hubo y de todos los acontecimientos de relevancia social en los que los sindicatos fueron protagonistas.  En el libro se recuperan 1.250 nombres de melillenses que fueron protagonistas del periodo republicano. Es muy difícil que haya un melillense que no encuentre ahí un antepasado suyo.
–Qué sindicato tuvo más fuerza en la época de la República. ¿UGT? ¿CNT?
–F. N.: Seguramente UGT por el número de afiliados, pero tuvo en frente a la CNT y eso llevó a confrontaciones sociales muy graves.
–¿Entre ellos?
–F. N.: Sí, porque tenían estrategias muy diferentes. Por lo menos hasta octubre de 1934 la estrategia de UGT y PSOE es reformista, de mejora de las condiciones laborales de los trabajadores dentro de la legalidad democrática. Pero la de la CNT era negociar empresa por empresa, y hasta hicieron huelgas pidiendo el despido de trabajadores ugetistas.
–M. Á. R.: En 1933 se celebra el congreso constituyente de la UGT y en el mismo congreso habían detenido a unos compañeros anarquistas. El congreso de la UGT se dirige al Consejo de Ministros exigiendo la libertad de los trabajadores detenidos. Y la UGT se dirige en nombre de los diez mil trabajadores del sindicato. En esa época hablar de diez mil afiliados son palabras mayores.
–¿Qué población podía tener la ciudad entonces?
–F. N.: En el libro se refleja el desarrollo demográfico de la ciudad distinguiendo entre población de hecho (los que vivían aquí) y de derecho (muchos que vivían en el Protectorado pero estaban empadronados aquí). Podemos hablar de 50.000 o 60.000 personas, pero en los censos te dan un número mucho menor.
–¿Llegamos a 1936. La publicación de estos libros cuando se cumplen 80 años del estallido de la guerra es un recuerdo a todos los sindicalistas que fueron asesinados?
–M. Á. R.: El final del segundo libro forma parte de lo que es recuperar la memoria histórica. Yo digo que un pueblo que olvida su pasado es un pueblo que no tiene futuro. Y no lo hago desde un punto de vista revanchista, que está muy de moda ahora, lo de los buenos y los malos. No. Esta obra es un canto a esos civiles que hicieron un trabajo arduo por tener una Melilla mejor. Lo hemos hecho coincidir con el 80 aniversario del alzamiento como un guiño, porque todos sabemos lo duro que tuvieron que pagar el sacrificio de tener coherencia y solidaridad con el resto de sus ciudadanos.
–F. N.: Los libros no abordan el tema de la represión de manera profunda porque terminan el 18 de julio de 36, cuando empieza la guerra. Pero la represión es una constante a lo largo del libro. ¿Cómo? Cada vez que se nombra un dirigente obrero, político, sea del color que sea, se cita qué es lo que ocurrió con él. No hay que olvidar que en Melilla hubo 300 y pico asesinados y dos mil y pico personas en el campo de concentración de Zeluan. Hacemos una pequeña biografía  de los más destacados líderes políticos que hubo en el PSOE, en el Partido Radical, en la CNT, Izquierda Republicana… Pero son pinceladas. No estamos abordando la represión de manera profunda porque lo haremos en el tercer tomo. Pero sí se habla del tiempo de terror y de muerte que vivió Melilla a partir de las cinco de la tarde del 17 de julio de 1936. Citamos a 1.200 personas que en su mayoría murieron o fueron encarceladas o tuvieron que irse corriendo para que no los mataran. Por eso, tenemos que mencionar, aunque sea de pasada, qué pasó con ellos.
–¿Y para cuándo el tercer tomo?
–M. Á. R.: Lo tenemos hecho a la mitad, pero los recursos son limitados. Aunque no cejamos en el empeño de seguir adelante.

Para ver el vídeo de la entrevista, entre AQUÍ

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