–¿Cómo empezó su afán por el mundo de las artes escénicas?
–Cuando estaba en el instituto tenía una optativa que era Teatro y la cogí porque pensaba que era una asignatura fácil. Luego me gustó mucho y me enganché. A partir de ahí mi profesora habló con Antonio Caparrós y empecé a hacer teatro en la compañía Arrabal. Entonces comenzó a gustarme cada vez más y más hasta que decidí irme a Sevilla a estudiar Arte Dramático. Aunque al principio empecé a estudiar otra cosa porque mis padres no querían que me dedicará a esto. Hice las pruebas a escondidas de mi familia y una vez que aprobé ya se lo conté. Cuando acabé la carrera me fui a Madrid y ya hasta ahora.
–Es cofundador de El Invernadero. ¿Cómo surgió la idea?
–Eso es. Llevo ya quince años viviendo en Madrid. El Invernadero fue el causante de que yo empezase a hacer talleres de teatro. Cada vez los periodos fueron más largos y comienza así el proyecto de El Invernadero en 2019. Empezamos muy bien, luego nos pilló la pandemia y fue todo un poco más desastre porque tuvimos que hacer las clases online. Pero estoy muy contento porque es un proyecto muy bonito que potencia muchísimo el teatro, las artes escénicas, la danza y el canto, y los melillenses puedan formarse de una manera más profesional en este campo.
–Ha participado en muchas propuestas culturales que tienen lugar en Melilla.
–Sí, a partir de pasar más tiempo en Melilla comencé también a trabajar más aquí. Llevo ya cuatro años participando: dirigiendo la Semana de Cine, también en el festival del Hospital del Rey, en el festival de los difuntos… En todo lo que va proponiendo la Ciudad lo vamos haciendo y salen esas propuestas. Algunas de ellas están viendo ahora su luz en la península. La última que hice junto a una amiga mía en Madrid y que era sobre la vida de Chavela Vargas. También ‘Las Troyanas’, que ahora la estrenamos en Madrid. Estoy muy contento de que lo que se hace aquí en Melilla pueda disfrutarse en otros sitios de la península.
–¿Se siente querido por los melillenses?
–Sí. Cada vez que hago algo aquí, siento que a la gente le gusta y lo valora. Estoy muy contento con la acogida que tiene aquí el público con las cosas que yo hago.
–¿Cómo ve la situación teatral en Melilla?
–Siempre se puede hacer más. La cultura es una cosa que siempre debe estar viva y en funcionamiento porque nos puede salvar de todo. Ya se ha visto en la pandemia, que sin cultura (sin leer, ver películas o el teatro) no se puede vivir. Al fin y al cabo, la cultura se compone de denuncias que te hacen pensar y reflexionar sobre todo. Entonces, todo lo que sea cultura es bueno y en Melilla hay bastantes cosas.
–También cuenta con su propia productora.
–Desde hace año y pico comencé a hacer cortometrajes, anuncios y teatro con Antón Productions. Ahora estamos moviéndola no solo a nivel local, sino también nacional. Es una forma también de tener tu propio sello y que la gente conozca tu propio trabajo. Al final las cosas que haces tú son las que te definen y son las cosas que te gusta que la gente vea. Yo trabajo como actor y hago lo que me proponen, pero lo que sale de la productora es lo que a mí me gusta hacer.
–¿Cuáles serán sus próximos proyectos?
–Este 28 y 29 de noviembre estrenamos ‘Las Troyanas’ aquí en Madrid. También tengo una gira con otro espectáculo, el de Santa Teresa que hicimos el 1 de noviembre. Hay más cosas que están ahí y no se pueden contar porque si no se gafan. (Se ríe). Pero sí, estoy contento con el 2023 que se avecina. Tiene pinta de que haya muchas cositas.
–Es actor, también director y docente. Si tuviera que elegir una, ¿con cuál se quedaría?
–Algunas veces diría que quiero ser actor, otras director y otras quiero dar clases. Las tres me gustan mucho. Al final cuando te gusta algo te cuesta elegir. Es verdad que la dirección te genera más responsabilidad porque es algo que creas desde cero. El actor crea un personaje, pero te tienes que rendir a la dirección. Cuando eres director tienes más responsabilidad y es más complicado. Dar clases es super gratificante porque cuando ves la evolución de los alumnos es una situación muy bonita.
–Y, ¿cine o teatro?
–Pues según el momento. El teatro es una cosa que está viva en el momento, entonces se crea una adrenalina muy grande porque es aquí y ahora lo que se está representando. En el cine hay tres partes: el guion, el rodaje y el montaje. El resultado es todo ese proceso. Luego el cine se queda para siempre y se queda en la memoria y en el recuerdo. No sabría decidirme.
–De todas las obras que ha interpretado, ¿a cuál le guarda un especial cariño?
–Como actor hay una obra que dirigió Mari Fuentes y que fue super bonita: ‘Mirar al cielo y no pensar en nada’. Es una obra de teatro documental en la que se habla sobre poesía, nuestra propia vida y nuestras propias creencias. Me abrió la mente y un campo de posibilidades muy extenso, por lo que le tengo mucho cariño y es muy especial.
–Después de su trayectoria en el mundo de las artes, hay medios nacionales que le han puesto el foco de atención en otros temas durante estos últimos meses. ¿Le molesta que esto ocurra?
–Hombre, claro. Yo solo quiero hablar y escuchar hablar de mi carrera. Lo demás me da igual.
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