Al menos desde el viernes pasado la Policía Local de Melilla está llevando a cabo una intensa campaña de multas de tráfico a quienes aparcan en doble fila, junto a los cajeros de la Plaza de España, en General Astilleros; en Padre Lerchundi y en Cuatro Caminos.
Queda clara la predisposición de los mandos del Cuerpo a poner orden en la ciudad y eso es bueno siempre que las sanciones no se queden solo en el centro de Melilla. Las arcas públicas no pueden sostenerla, a golpe de multas, únicamente la clase media que no se marcha a pasar el fin de semana a la península o no tiene paciencia para salir a Marruecos y aguantar las largas colas que se vieron desde el viernes en la frontera de Beni Enzar.
La actuación de la Policía Local nos da esperanzas para creer que con este nuevo ímpetu mostrado en el control de las infracciones, entre por fin la ley a los barrios más alejados del centro. Es el caso de La Cañada, cuyas calles están llenas de coches abandonados desde hace años, reconvertidos en vertederos ilegales también desde hace años, que no han sido registrados y retirados en años. No hay que adentrarse en el barrio. Basta con recorrer su periferia.
Desde la organización empresarial Pymes Melilla se quejaron el viernes ante la Delegación del Gobierno por el regreso de la venta ambulante de pescado, frutas y verduras que entran en España sin control sanitario y que constituyen una clara competencia desleal para los comercios de la ciudad que sí pagan sus impuestos.
De hecho, este sábado, mientras se multaban coches en doble fila frente a los cajeros de la Plaza de España, a pocos metros de allí, en el Rastro, había varios puestos ambulantes vendiendo pescado sin refrigerar en la vía pública.
Una campaña de sanciones de tráfico como la de este fin de semana en Melilla no se ha anunciado con antelación y debería hacerse teniendo en cuenta la manga ancha que ha habido siempre en estos temas. No pasa nada por advertir a los ciudadanos de que no se pasará por alto ni una sola infracción. Todo lo contrario, invita a ser más responsables y a alcanzar uno de los objetivos a los que más dinero hemos destinado en los últimos años en esta ciudad: a peatonalizar el centro y a sacar los coches del corazón de Melilla.
A tres meses de las elecciones autonómicas, en medio de una inflación que no cede, con aumento del paro en enero; con una subida inminente del precio del gasoil tras el veto europeo a la importación rusa; con la frontera colapsada; la aduana cerrada y la cantidad de droga que se mueve a diario en Melilla, los ciudadanos necesitamos saber que las autoridades se empeñan a fondo en mejorar nuestra calidad de vida, además de poner orden al tráfico, que está muy bien y es, de hecho, otra de las asignatura pendientes.
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