Opinión

Feijóo marca el camino a seguir en el PP: "No se trata sólo de aritmética"

Ya sabemos cómo es el Partido Popular quiere Alberto Núñez Feijóo. Básicamente quiere lo que queremos todos los ciudadanos, independientemente del lado por el que nos late el corazón. Pero entre el querer y el poder están las urnas y la decepción de muchos ex votantes del PP, que quieren un partido como ese que propone Feijóo, donde estén los mejores, pero que en la práctica ven que, como en el caso de Melilla, están los de siempre. Las mismas caras de hace 20 años, en un país (y una ciudad) que ha ido a peor desde la crisis económica de la burbuja inmobiliaria.

Y si no, que se lo pregunten a los miles de jóvenes españoles que se buscan la vida en otros países del mundo donde sí encuentran espacio en el mercado laboral. Es absurdo que dejemos marchar a los jóvenes en edad laboral. Nos pasa en Melilla. Para que tengáis una idea,  Alemania es el tercer país desde donde más lectores visitan elfarodemelilla.es. Ahí está mucha de nuestra gente que aquí no tenía futuro y lo ha encontrado en otra parte.

Volviendo a Feijóo, el presidente del PP ha dicho en Galicia este domingo que quiere un partido en el que estén las mejores personas; un partido que tenga principios. ¿Quién no quiere eso? Esa es la gran aspiración de los ciudadanos de a pie. Mirar hacia el Gobierno, hacia el Congreso o hacia el Senado y ver personas mejores que nosotros, con más cualidades que nosotros, dispuestas a hacer el sacrificio de descuidar familia y descanso para conseguir una sociedad mejor, más próspera y con más oportunidades.

Pero a día de hoy eso es una quimera. Los puestos en las listas electorales se convierten en un intercambio de cromos y en una forma de "repartir trigo" entre quienes llevan años esperando una paguita a costa de aparentar que sirven a los ciudadanos. Y no es así: sirven a sus partidos. De ahí el bochorno de las multas por la disciplina de voto. Como democracia, nos queda mucho camino por andar hasta llegar a la democracia americana en la que los 'congresistas' responden única y exclusivamente a sus electores.

La verdad es que el discurso de Feijóo me ha resultado no sólo interesante sino, además, atrevido. Creo que ha aprovechado la oportunidad para enviar un aviso a navegantes. No sólo a la gente de Melilla. Creo que el aviso va dirigido, especialmente, a los líderes de territorios en los que Vox ha ganado terreno. Ahí está, por ejemplo, Murcia, donde el PP ha pasado de las aplastantes mayorías absolutas de Ramón Luis Valcárcel a pasar a ser la segunda fuerza más votada de la Región. Siguen gobernado por la aritmética, de la misma manera que la aritmética (y la incapacidad para alcanzar acuerdos) ha impedido que gobiernen en Melilla.

Y a quienes aspiran a ser presidentes con la calculadora en una mano y las ganas de pacto en la otra, Feijóo ha enviado un mensaje contundente. "No se trata de ver la aritmética para ver si puedo ser presidente sumando las derrotas. No. Se trata de ganar. Quiero un partido ganador, unido y comprometido" y algo de eso nos falta en Melilla.

Aquí hay unidad, pero es como la unidad de la Tierra con el sol. Cada uno está en su sitio y nuestro planeta se dedica a girar alrededor del astro rey sin coincidir nunca con él, porque, como todos sabemos, sería una hecatombe.

Sigo. Feijóo puso este domingo el acento, por ejemplo, en que "no se trata de llegar, solo. Se trata de cuidar cómo se llega para permanecer en la meta mucho tiempo". Y supongo que quienes se dedican al trapicheo, a las maquinaciones, o a la intriga se habrán dado por aludidos.

El líder popular, que aspira a presidir España, reivindicó en un acto celebrado con motivo del XVIII Congreso del PP gallego, que quiere un partido en el que quepa mucha gente. Esto se lo habíamos oído decir cuando en marzo pasado habló de "ensanchar" el PP para volver a ocupar el espacio que tuvo Ciudadanos con Albert Rivera y que tiene ahora Vox con Abascal.

Pero en Melilla entiendo yo que se ha hecho muy poco por el ensanche, habida cuenta de que hay una bolsa de militantes que ha dado la espalda al partido y el reto de sumar se ha convertido en un objetivo inalcanzable en estos momentos. Basta con ver los nombres de los compromisarios al Congreso en el que Feijóo salió elegido. Seguimos anclados a los tiempos de las dinastías.

Y eso no es solo problema del PP. Pasa también en el PSOE revisad los nombres de quienes ocupan cargos públicos en Melilla: hay hermanos, cuñadas y parentescos varios.

Todo lo contrario de lo que queremos los ciudadanos. No se trata de que una persona sea excluida por ser hermana "de". Se trata de que en igualdad de condiciones, ser hermana de... no sea una ventaja sino una desventaja. Hay que romper con el nepotismo o por lo menos, intentarlo.

Los españoles cada vez tragan menos con los derechos de cuna. Esa ejemplaridad hay que llevarla a los partidos para que dejen de ser meras agencias de colocación. La política debe ser para los mejores y tenemos que exigir a los mejores que se comprometan. El talento tiene que ganar la partida. Sólo así conseguiremos una España mejor.

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