Cada vez son más. Un centenar de sirios protestó ayer en la Plaza de España. El colectivo tiene prisa por salir de Melilla aunque ninguno sobrepasa los tres meses de estancia en la ciudad. Y es comprensible. Hace dos años iniciaron un largo viaje en Latakia (una localidad costera situada la norte del Líbano) huyendo de la guerra. Para llegar a Melilla, la mayoría ha tenido que pagar mucho dinero y atravesar Líbano, Egipto, Jordania, Argelia, Libia y Marruecos. Salvo excepciones, ninguno tiene intención de quedarse en España. La idea es continuar camino hacia Francia, Alemania, Suecia o Noruega, donde muchos tienen familia. Aún les queda una odisea por delante: Llegar, establecerse y encontrar trabajo. El tiempo no perdona y sigue corriendo en su contra.
Mientras aguardan a que la Policía Nacional les dé un salvoconducto para salir de Melilla, a los sirios los problemas les crecen como las setas. Las familias que viven en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) separadas de sus hijos, que permanecen alojados en centros de menores, se quejan de que llevan más de dos meses esperando los resultados de los test de paternidad que les han realizado.
La Consejería de Bienestar Social le ha practicado pruebas de ADN, exigidas por ley y avaladas por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), para demostrar la filiación que une (o no) a padres con niños que entran solos en Melilla y que por eso están bajo la tutela de la Ciudad Autónoma.
El viceconsejero de Bienestar Social, Hassan Driss, ha asegurado a este periódico que los resultados de los tests de ADN apenas tardan entre diez y quince días en llegar a Melilla desde la Universidad de Granada. Según explicó a El Faro, estas pruebas también se las realizan a las familias que llegan sin documentación o en caso de que los apellidos de adultos y menores no coincidan.
Pero una cosa es lo que dice la Administración y otra la que cuentan los afectados. Un par de adolescentes sirios recalcaron ayer a El Faro que llevan dos meses acogidos en un centro de menores de Melilla esperando el resultado de la prueba de paternidad para poder salir hacia la península con sus padres.
Los solteros, discriminados
Por otro lado están los solteros. Al menos 40 hombres sirios, la mayoría jóvenes, han llegado a Melilla solos. Decidieron emprender la aventura sin su familia creyendo que sería coser y cantar. Entre una cosa y la otra han pasado dos años y ven que es casi imposible salir de la ciudad porque la Delegación del Gobierno prioriza los traslados de los núcleos familiares considerados como colectivos vulnerables.
Uno de los ‘afectados’ por esta política comenta a El Faro que las familias que llegan a Melilla no pasan más de cinco días en el CETI. En cambio hay algunos solteros que llevan hasta tres meses en la ciudad.
Puestos a reclamar, los solteros sirios comparan su situación con la de los inmigrantes subsaharianos, que también arriban solos a Melilla y que son trasladados a la península por delante de ellos. “La Policía le arregla los papeles primero a las familias. Para los solteros no hay respuesta”, señala uno de los ‘afectados’.
Escasez de comida en el CETI
Los sirios que se manifiestan desde el jueves en la Plaza de España también comentaron ayer a El Faro que con la saturación del CETI, debido a las últimas avalanchas, escasea la comida. “Las raciones son pequeñas y el comedor sólo permanece abierto durante una hora”, comentó un joven que no quiso identificarse.
“Los niños conviven en el CETI con africanos que tosen y echan sangre”
El centenar de ciudadanos sirios que ayer se manifestó en la Plaza de España se queja de la sobresaturación del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y del riesgo al contagio de enfermedades infecciosas.
“Hay africanos que tosen y echan sangre. Lo hemos visto y tenemos miedo porque hay muchos niños sirios en el CETI que tienen catarro porque hace mucho frío. Nos preocupa que enfermen”, aseguró ayer a El Faro un joven sirio.
No es la primera vez que este colectivo se queja de la convivencia con los inmigrantes subsaharianos. Según explican, ellos no se sienten superiores ni diferentes a las personas que saltan la valla, pero creen que no puede ser sano que estos adultos que pasan meses, incluso años, viviendo en las montañas de Marruecos sin ningún tipo de control sanitario, compartan aseo con niños de dos o tres años. De ahí, su prisa por salir del CETI, donde aseguran que actualmente hay unos 250 ciudadanos sirios alojados.
Acusados de falsificar documentos
Más de un sirio se ha llevado una sorpresa cuando la Policía de Melilla le ha dicho que los certificados de matrimonio que presentan no son auténticos.
Este veredicto les impide salir hacia la península con la familia y a partir de ahí, el mundo se les viene encima porque para los solteros la cola de los traslados es más larga y más lenta. “Tardamos casi dos años en llegar a España porque es muy difícil el camino hasta Melilla. Hay policías por todas partes. No es nada fácil”, asegura un joven de Latakia, la región donde nació Al Asad, el presidente sirio.
Según explicó este sirio de unos 25 años y exquisitos modales que no quiso ni identificarse ni hacerse una foto, la mayoría de sus compatriotas no pide ayuda a la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) porque “no es fácil” hacerlo. “Hay mucha gente esperando un año para que les respondan si los consideran o no refugiados. Es muy difícil pedir ayuda en Egipto y Libia”, insistió ayer a El Faro.
Este punto lo confirman desde Acnur, donde han explicado a este periódico que Egipto asocia a los sirios con los Hermanos Musulmanes y les ha empezado a pedir visados y a detenerlos en El Cairo.
También es difícil pedir asilo en la frontera de Melilla con Marruecos. “No creo que se pueda”, asegura el mismo joven. Este periódico preguntó ayer a la Delegación del Gobierno y al Ministerio del Interior sobre si existe un mecanismo para que los sirios soliciten asilo en los pasos fronterizos, como podrían hacerlo en Barajas, y ninguna de las dos instituciones contestó.
La acusación de falsificación de documentos no afecta sólo a los matrimonios sirios, sino también a padres e hijos. Así lo denuncia Sarhan Hamdo, un adolescente nacido en Siria que lleva dos meses separado de su familia, que está en el CETI, porque no puede probar que es hijo de su padre.
“Llegamos a Melilla con papeles y la Policía dice que son falsos. Los africanos llegan sin documentación y les aceptan sus papeles”, se queja a El Faro.
Con los ojos en Nador
Consultados por este diario sobre los motivos por los que muchos sirios no se inscriben en la Jefatura Superior de Policía y cuando les llega la salida a la península no pueden marchar con sus mujeres, todos contestaron que no es por dejadez. “No lo hacemos porque nos queda familia en Nador y no vamos a marcharnos de Melilla sin ellos”.
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