“No puedo quedarme más tiempo aquí, porque tengo tres niños pequeños, pero me han rechazado la solicitud de asilo”. Son palabras de Safa, una de las personas con niños pequeños que se concentró ayer en la puerta del CETI (Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes) junto con otras ocho familias para pedir su traslado a la península. Ella nació en Salé (una ciudad que limita con la capital marroquí), pero vivió desde 2009 en Damasco, Siria, lugar de donde es originario su marido. El matrimonio mixto residió en la capital de este país de Oriente Medio hasta que estalló la guerra. Fue entonces cuando esta madre, junto con su familia, decidieron abandonar Siria. “A mi marido le busca el régimen de Bashar Al Assad”, indicó. Por el momento, reside en el CETI con sus tres retoños, también de nacionalidad siria.
El marido de esta marroquí se encuentra en Libia: “Está intentando que las mafias le cuelen de alguna manera por las fronteras”, dijo. El documento que porta con ella informa que le deniegan el asilo por ser ciudadana de un país en el que su condición “no supone un peligro para su integridad”, aunque el mismo escrito indica que “se siente discriminada por haberse casado con un sirio” y además, no poder éste “conseguir la nacionalidad marroquí”. Se trata de un problema común al que se enfrentan muchas familias mixtas solicitantes de asilo en la Frontera Sur.
Al igual que Safa, Fatima Zahra es otra ciudadana marroquí casada desde hace 11 años con un hombre de nacionalidad siria, con quien hace 5 años tuvo una hija. En este caso, su marido, kurdo natural de Kobane, se encuentra con ella y poseen la tarjeta roja, documento provisional que acredita la condición de solicitante en tramitación de protección internacional. Ella y su pequeña llegaron a Melilla hace 4 meses cruzando la frontera, comprando, previamente, un pasaporte falso. Su marido, sin embargo, tuvo que cruzar la frontera desde Argelia, a través de las mafias que cruzan a migrantes de un punto de la frontera a otro.
Fátima Zahra, como muchas otras familias, se queja de que no es sitio para vivir con niños pequeños. “Queremos salir a cualquier lugar que sea seguro, nos da igual dónde. Aquí se está bien, pero no es lugar para niños. Mi niña, cada vez que se va una familia siria irse, nos pregunta por qué nosotros llevamos a aquí tanto tiempo y otros se van tan rápido”, comentó a El Faro esta mujer nacida en Casablanca.
Tarek y su mujer también forman parte del ese grupo de matrimonios mixtos que se han unido a las protestas. Él es sirio, su mujer, embarazada de 5 meses, marroquí. Aseguró que, ante la aglomeración de las habitaciones, compró una tienda de campaña donde duerme dentro de las instalaciones del propio centro. Este hombre originario de Hama huyó de su Siria natal debido a la guerra y que le buscan para hacer el servicio militar. “Lo que queremos es reunirnos con la familia siria que tengo viviendo en España, en ciudades como Córdoba y Barcelona”, aseguró.
“Cuando pedimos información sobre nuestra salida, nos mandan a la policía. Luego, la policía nos dirige a las administraciones y, finalmente, éstas nos dicen que nos dirijamos a Madrid. ¿Pero cómo vamos a poder hacerlo?”, explicó Shahrazad, una mujer argelina de Sidi Bel Abbes que abandonó su país de origen junto a su familia cuando a su marido, un teniente del ejército argelino, pilló a mandos superiores cometiendo actos corruptos. “Le encarcelaron y escribieron un informe psiquiátrico diciendo que tenía problemas, para que no tomaran en consideración sus palabras”, aclaró.
El matrimonio, como muchos otros residentes, se quejan de los problemas de seguridad que existentes dentro y en los alrededores del propio CETI, en el que llevan viviendo 3 meses. “A mí una vez me robaron el teléfono y a mi marido, estando en las inmediaciones, le robaron bastante dinero”, explicó.
Según el informe Frontera Sur 2018, ‘Sacar del Laberinto’, del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), es prioritario identificar perfiles vulnerables para su pronto traslado a la península, como es el caso de familias con niños de corta edad. Así como también puso de manifiesto la inadecuación del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes como recurso de acogida. “Queda fuera del sistema de acogida de refugiados propiamente dicho: no respeta ni el marco normativo comunitario, ni la normativa española. El Gobierno de España lo ha reconocido en el Senado”, apunta.
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