Somos Melilla denunció a través de las redes sociales el vertido de decenas de neumáticos en el Fuerte María Cristina e inmediatamente desde la Consejería de Medio Ambiente recogieron las ruedas de coches. Esa limpieza la pagamos todos los melillenses con dinero público. Ha sido una actuación eficiente, pero echamos en falta que no se haya localizado ni multado a los infractores con la misma agilidad con que se sanciona a los conductores en el centro de la ciudad. La ley no se puede quedar solo en la Plaza de España. Debe llegar a todos los rincones de Melilla.
No es la primera vez, en lo que llevamos de año, que se produce un vertido de este tipo. De hecho, en febrero pasado los ecologistas de Guelaya denunciaron la aparición de neumáticos abandonados en la Pista de Carros.
Y tampoco es un problema exclusivo de Melilla. También en lo que llevamos de año se han denunciado hechos similares en Boñar (León), Valdemoro o Leganés (Madrid) y en zonas protegidas de Algeciras, entre otros.
Esto es un delito más frecuente de lo que creemos y sabemos que muchos de estos vertidos terminan en algunos casos provocando graves incendios que acaban convirtiéndose en ecocidios.
Cabe preguntarse por tanto por qué alguien se arriesga a multas altísimas en lugar de reciclar, como se hace en el resto de Europa, donde, todo hay que decirlo, hay una mayor concienciación pese a que hablamos de entornos que no están tan amenazados por la desertificación como el sur de España. La respuesta es sencilla: por la impunidad. Si no hay multas, se ahorran los que les cuesta el contenedor de escombros.
En una ciudad pequeña como Melilla donde siempre hay un ojo que te ve, no se entiende cómo puede alguien descargar decenas de neumáticos usados debajo de un puente sin dejar rastro.
Habría por tanto que plantearse la posibilidad de colocar cámaras en las zonas que hoy por hoy se han convertido en basureros ilegales y, además, destinar efectivos a vigilar estos atentados contra el medio ambiente.
No es posible que después de un vertido de neumáticos como el del Fuerte María Cristina no haya una sola multa en camino porque los autores del delito medioambiental no han podido ser identificados.
Los españoles que viven en la península saben que si al hacer obras en sus casas no contratan un contenedor de escombros y solicitan el permiso de obras, hay muchas posibilidades de ser denunciados por sus propios vecinos, se produzca o no un vertido ilegal. Pero en Melilla no existe esa misma concienciación porque la Pista de Carros es el vertedero en el que los incívicos se ahorran el dinero que deberían haber invertido en la eliminación legal de los desechos de las obras.
Falta vigilancia, probablemente porque faltan efectivos o porque los que tenemos están centrados en Tráfico, narcotráfico o inmigración. El planeta sigue siendo algo secundario. Cosa de pijos.
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