AMEDIADOS de los 60 del pasado siglo, en una de las vericuetas callejuelas, junto a la plaza de Antonio López, junto a Correos-Central de Barcelona, había un pequeño bar con un cartel en la puerta que decía: “Riques faves amb-ceba”, que traducido era que servían unas “ricas habas encebolladas”, que quitaban las “tapaeras del sentío”. Yo siempre las pedía con dos huevos fritos. También te servían unos chuletones de “equino a la piedra”, de casi dos dedos de grueso, hechos al estilo argentino. En esa taberna si pedías un chuletón de esas características, ya sabías que era de caballo, porque el camarero, una vez tomado la comanda, se asomaba a la puerta, y a grito pelado le decía a su vecino de enfrente, propietario de la carnicería, de caballo por supuesto: “¡7º de Caballería, serviu- vos enviar una peça del noble equí cabalgador que penja de la seva ferro !”; que traducido era: “¡7º de Caballería (el carnicero), sírvase enviarme una pieza del noble equino cabalgador que cuelga de su hierro!”. Y rápidamente, el carnicero salía con un filetón liado en un trozo de papel de estraza hacía la taberna de su vecino. Créanme si les digo que aquéllos chuletones estaban muy suculentos, y si lo trasegabas con caldo del Priorato en un porrón, aún sabían mejor.
Al final de la calle había una casa en la que en uno de los balcones del primer piso aún se podía leer en un viejo cartel de porcelana descascarillada: “Se galvanizan pistolas por módicos precios, a elegir”. Los viejos compañeros de Correos, decían que ese cartel colgaba de ese balcón desde antes de la Guerra Civil; y que fue una casa de putas y de citas para muchas “damas de prosapio con posibles”, Contaban que en una de sus habitaciones la palmó un gerifalte-conmilitón del Régimen, al estallarle una de las arterias cuando cabalgaba sobre una de esas “damas”. En nuestra ciudad, según me decía un viejo taxista de los felices 20, años del Charleston, también existió un local de alterne, con un cartel muy similar: “Se galvanizan pistolas” en el Barrio del General Del Real y Sánchez Paulete. Pero eso era a principios del pasado siglo, para el “desfogue” de nuestros casi 45.000 soldados que estaban destacados en la ciudad y su Circunscripción. Aunque ambos cartelitos, tanto el de la Ciudad Condal, como el de nuestra ciudad, colgados por personas cachondonas, se las traía, ¡eh!.
Pero como el título del escrito va de famosos personajes que la palmaron echando un kiki, es bueno saber que los papas León VII, Juan VII, Juan XIII, Pablo II, Felipe de Francia, Duque de Orleans; Félix Faure, Presidente de Francia, con su amante, Marguerite Steinheil; Lord Palmerston, Primer Ministro Británico, al que llamaban “Lord Cupido”, por lo pendón que era; y el Vicepresidente de los EEUU, Nelson Rockefeller con su secretaria Megan Marshak, de 27 años, que al tardar en llamar a los servicios médicos, ya fue tarde para su reanimación. También tenemos a Atila, Rey de los Hunos, que murió justo cuando acababa de llegar a un acuerdo con el Papa León I, estando en sus miras conquistar Roma, que hubiese sido la mayor de sus hazañas. Este tío se casó con su duodécima esposa, Ilico, una joven alemana, que durante la noche de bodas hizo tanto esfuerzo, que la diñó a causa de una hemorragia.
Todos ellos la diñaron de infarto o rotura de arterias, por el esfuerzo mientras cabalgaban”. Yo creo que al menos lo hicieron felices y contentos. Aunque debiera ser como en una procesión, en la que igual que un circunspecto ceroferario, el disciplinado penitente portando el cirio, que debe durarle encendido hasta que se acaba la romería- procesión, y encierro de la imagen. Y si es que ha sobrado algo del velón, pues miel sobre hojuelas porque, como dice el refrán: “Quien guarda, halla”, o “Carrera que no da el caballo, en el cuerpo la lleva”. Bueno eso es lo que dicen, que hay mucho vejestorio carcamal fantasma, que no se come ni un rosco, a pesar de zamparse diariamente un plato de “Viagra al ajillo”, pero sin el conejo, claro está.
Y para terminar, les diré que en Melilla a los columnistas-colaboradores, yo los divido entre los que triunfan porque mucha gente se ve reflejada en ellos, y los fracasados, porque solo nos dan la razón cuatro gatos. También y para que sonrían en el periódico El País, leí hace unos años un chiste de Forges en el que se ve a un señor cantando un “Aleluya” a pleno pulmón en medio de la calle, cuando se le acerca otro viandante y le pregunta: “Perdone, es que le ha tocado la primitiva?. No señor, es que ayer ningún político dijo ninguna gilipollez. Entonces el otro le pregunta de nuevo: ¿Puedo hacer de segunda voz?, bueno, le contesta el cantor.
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