Quien no entienda que la Ciudad Autónoma es el motor de la economía melillense o no está en Melilla o no se encuentra en sus cabales. En una ciudad de poco más de doce kilómetros cuadrados, que no cuenta con ningún tipo de industria y que se encuentra sumida en una crisis estructural de su economía desde hace más de treinta años. pocas posibilidades le queda a la iniciativa privada de poder incrementar su peso en el PIB de la ciudad.
Hace ya muchos años que la economía de Melilla entró en una crisis estructural después de multitud de circunstancias e incluso con la entrada de nuestro país en la entonces Unión Europea y también el fin del servicio militar obligatorio. Desde entonces han existido multitud de intentos por crear un nuevo sistema económico que permitiera, desde luego, encontrar alternativa a los tiempos de oro que nunca volverán. Sin embargo, a pesar de esos intentos desesperados, ningún sector ha llegado, desde luego, a afianzarse para que Melilla tenga distintas alternativas económicas.
Desde la constitución de Melilla como ciudad autónoma está claro que sus presupuestos se incrementaron de manera exponencial por su participación en una serie de tributos estatales a los que antes no se tenía acceso. El incremento de competencias a partir del año 1995, porque aunque algunos digan lo contrario, Melilla es una autonomía, permitió esa conversión en la locomotora económica de la ciudad. Si tiraba del carro todo iba mucho mejor. Y son muchas empresas las que viven alrededor de la Ciudad Autónoma, pero no por razones ilógicas, sino porque tampoco existen otras alternativas como hemos dicho anteriormente. El mercado tampoco permite muchas alegrías y más con las dificultades que durante los últimos tiempos existen con el paso de mercancías hacia Marruecos y el cierre de la frontera comercial el año pasado por decisión unilateral del Gobierno del vecino país.
Pregonar a los cuatro vientos que las empresas deben buscarse otras alternativas es un brindis al sol que es difícilmente entendible y que, desde luego, llevaría abocado a una crisis aún mayor de la que ya se vive en una ciudad que está hoy por hoy encamada y que se resiste a entrar en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Tengamos en cuenta que el mismo Estado se ha visto en la obligación de compensar distintas acciones como la menor recaudación del IPSI, la bajada en las cuotas de la Seguridad Social, el incremento del IRPF para los ciudadanos de Melilla, la definición del propio Impuesto de Sociedades para que las empresas se vean beneficiadas por su residencia fiscal o la última como el descenso en la tasa de juego y que ha permitido la instalación de empresas en nuestra ciudad.
Tenemos lo que tenemos. Hacer experimentos con gaseosa no es nada bueno y al final lo único que llevaría consigo es provocar tensiones innecesaria en una ciudad que repito está hastiada de los enfrentamientos entre unos y otros. Y a las pruebas nos remitimos
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